Gobiernos de la santísima trinidad

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Cronista Oficial y Vitalicio de Ambato

Podemos parafrasear sermones sobre ese intríngulis que no acabamos de entender en el “gobierno” del padre, el hijo y el Espíritu Santo. Ejecutivo, legislativo y judicial son los poderes simbólicos de un Estado como los nuestros, surjido de El Espíritu de las leyes, teoría desarrollada por el Varón de Montesquieu (Charles de Secondat 1689-1755, Francia), quien opinaba que “El Poder es indivisible y le pertenece al titular de la soberanía” (¿el pueblo?)

¿Es un calco del dogma cristiano? ¿Cómo pasó a la teoría política que regula nuestras democracias? Tratemos de ubicarnos en el razonamiento de que se necesita de un concepto cultural de la ley para buscar un ejecutor de la misma. Es el abstracto de la legislación que sostiene ese espíritu santo del Poder, en este palimsesto a la Trinidad cristiana, con reglas para relacionar y someter a un conglomerado.

Digamos ahora que la evolución de las legislaciones son constructos de cada cultura, porque lo que está bien para unos, no lo está para otros. Los árabes no van a funcionar lo mismo que los incas o que los vietnamitas. A esto hay que añadir el eje transversal de la cronología, puesto que lo que está bien para una época, como la Edad Media o la época monárquica, nunca puede estar acorde al Renacimiento, al modernismo o al neoliberalismo.

Según el imaginario dominante o gran espíritu dogmático de una ley para una cultura y una época, podemos pasar a pensar en un ejecutor, en ese ejecutivo paternal que ejerce el poder, encargado de hacer respetar las reglamentaciones sociales. Por eso ha habido papas que responden a resoluciones de concilios; emperadores, como los romanos, que han funcionado con las opiniones y consejos de las élites; o presidentes de las democracias que deberían poner en vigencia lo que han dictaminado y aprobado las diputaciones. Leyes u ordenanzas que deben ser producto del encargo otorgado a través del voto, por parte de la masa popular que les da esa categoría, para que debatan y reglamenten por y para la plebe (Término más acorde que pueblo, debido a su incultura política). Un padre-ejecutivo dice que obedece a las leyes que le da una legislación para que haga cosas para una buena gobernabilidad. Legislar con “freno constitucional” es priorizar la racionalidad e inteligencia de quienes, se entiende, están comprometidos con el sentido de la palabra “diputación”, que quiere decir que tienen un encargo del poder popular, del poder que tiene el pueblo.

¿Y qué hace el poder judicial? Son los dueños de las espadas castigadoras y de las llaves de las cárceles. Para ser buenos jueces, primero deben ser buenos legisladores. ¿Estarán en capacidad de hacer cumplir leyes hechas por adversarios? ¿Serán coherentes con la razón o con la situación? Me suena a que son porteros del infierno, porque como la mayoría de leyes son castigadoras, como intérpretes-especialistas no les queda más que enrumbar la justicia por medio de la represión. ¿Esta es la cara oculta del Espíritu Santo? ¿qué es el poder judicial sin el poder legislativo?

A las sociedades cristianas como las nuestras, nos han dicho que la Trinidad es Una. También nos han dicho que hay un solo Dios en tres personas distintas; y que como esto es un misterio, no se puede entender con la razón. Entonces sí que nos fregaron porque separado de la razón, yo homo sapiens, paso a ser un mueble o un anodino que si no puedo sentir dolor ni alegría, debo parecer un palo.

Desde el principio y en todas las culturas, todos los dioses encarnan el poder. El que asume todos los poderes es un omnipotente, o sea un absolutista, un dictador. Resume la Trinidad legislativa, ejecutiva y judicial. También nos han dicho que eso lo entendieron solo los apóstoles, y eso más, después de la Resurrección. ¿Quiénes son nuestros apóstoles en la democracia? ¿Los que nos predican lo que quiere el poder? ¿Nos hemos preguntado qué querrán los poderosos? ¿Acaso querrán distribuir la riqueza entre los pobres? Si la verdad y la ética fuesen poder estaríamos entrando al paraíso. Tal vez por eso resulte importante tener a un Dios hijo, a un Mesías, por quien son todas las cosas, y buscar un camino para tener derecho a la salvación.

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