Por: Dr. Pedro Sassone
Representante de la Secretaría General de UNASUR
El II Encuentro Regional de los Pueblos y Nacionalidades por el Sumaj Kawsay se lleva a cabo en Quito en el antiguo Salón del Senado (Palacio Legislativo).
Este II Encuentro Regional de los Pueblos y Nacionalidades por el Sumaj Kasay, la Plurinacionalidad e Interculturalidad, toma una gran relevancia ya que se realiza en un momento histórico, donde coinciden un contexto de crisis ambiental y su articulación con crisis socio-económicas, con crisis socio-ambiental, energética y climático de carácter estructural, que caracteriza al mundo global. Todos los estudios y conclusiones de cumbres y eventos internacionales, reconocen que estamos ante una enorme fragilidad medioambiental y ecológica del planeta, como expresión de ello, es el cambio climático que está afectando los ecosistemas y biodiversidad en diversas regiones y amenaza la vida misma.
En ese marco, en América Latina se reafirma los principios de la cumbre de Río + 20 de responsabilidades comunes, pero diferenciadas, de ratificar los objetivos del desarrollo sostenible, de tal forma que aumentan las preocupaciones por encontrar soluciones a las amenazas al sostenimiento de la vida en el planeta, en la necesidad de superar la desigualdad y exclusión y la defensa de la soberanía y el uso soberano de los recursos naturales.
Podemos decir que sin dudas en la Región Latinoamericana y Caribeña, está emergiendo nuevas experiencias, nuevos enfoques vanguardistas, más allá del viejo pensamiento reduccionista del desarrollismo y utilitarista de la naturaleza. En diversos países de la región se debaten y ensayan nuevas alternativas del desarrollo, bajo una visión holística, que integra la relación entre sociedad, economía y naturaleza; y reconoce y defiende la multiculturalidad cultural y el derecho de los pueblos ancestrales.
Desde Suramérica surgen nuevas visiones y propuestas alternativas para el desarrollo, en armonía con la naturaleza, lo que permite aportar a la comunidad internacional retos con una visión de cambio del desarrollo sostenible, el debate de los nuevos paradigmas teóricos del desarrollo. Hay un impulso e intercambio sobre visiones críticas, incorporando una amplia gama, de perspectivas teóricas y de acciones prácticas. Entre ellas, se defienden el desarrollo endógeno, sustentable, sostenible, la economía social, la autogestión comunitaria, la dignificación del trabajo, la defensa de los derechos laborales y el acceso a un trabajo digno, y al derecho universal a la seguridad social, la salud y la educación. Se evidencia los avances de forma sostenida del proceso de integración y unión entre nuestros países, concebida de forma integral en sus componentes, económico, político, social, cultural, educacional, de infraestructura, ambiental y de defensa.
Estamos en presencia de nuevas ideas y enfoques marcos conceptuales, políticos y constitucionales, que reivindican las cosmovisiones indígenas que invoca una ruptura con visiones antropocéntricas, y reclama una mirada más bien cosmocéntrica, que incluye la vida en todas sus formas y no solo humana, cobijada en la naturaleza hoy amenazada, basados en justicia social y redistributiva o económica, capaces de superar la concentración de los beneficios en muy pocos; y que admitan las exigencias de preservación de la vida y de la madre tierra.
Es indudable que toma una gran dimensión, la noción del “Vivir Bien” o “Buen Vivir”, concebido como una relación armónica y respetuosa entre seres humanos y los otros seres vivos que cohabitan la naturaleza. Esta noción es atribuida a los pueblos campesinos e indígenas “amerindios” y, en general, a todas las estructuras donde los mecanismos de desarrollo no están basados en la ganancia, sino en la relación armónica con el planeta, y la satisfacción de las necesidades humanas; donde se resaltan la defensa de la vida en comunidad, bajo los principios de un nuevo sistema de relaciones sociales de reciprocidad, complementariedad y solidaridad.
En la dinámica de la noción del vivir bien o buen vivir, se busca construir una nueva racionalidad incorporando políticas de Estado, como es el caso de Ecuador y Bolivia, en los cuales se definen marcos Constitucionales, leyes y planes nacionales, sectoriales donde se indica que el desarrollo debe servir al buen vivir, se destaca el reconocimiento de la diversidad cultural, del respeto a los derechos, usos y costumbres de las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas. Se postulan los derechos de la naturaleza, el respeto de sus ciclos vitales, estructuras, funciones y procesos evolutivos, a su restauración integral, tal como se contempla en el Capitulo Séptimo de la Constitución de la República de Ecuador.
En este contexto, es relevante la discusión teórica, que posiciona el debate en términos del modelo civilizatorio y cultural, y asumir los grandes desafíos conceptuales que ello representa, en términos de su conversión en un modelo de desarrollo alternativo, en términos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales, que puedan ser sostenibles, operacionalizables; a través de políticas públicas, que enfrenten adicionalmente la desigualdad, la exclusión social, así como, el deterioro indetenible a la naturaleza.
En la dinámica política y social de los países de la región, surge el gran reto político y de desarrollo del conocimiento, para hacer compatible el buen vivir, y todo lo que ello representa en términos de un nueva relación con la naturaleza, con la utilización sostenible y responsable de los recursos naturales, bajo una lógica de conservación, renovación y preservación de la naturaleza, minimizando los impactos ambientales y sociales, bajo el derecho soberano de los Estados sobre sus recursos naturales.
Es importante traer a colación el planteamiento del Secretario General de UNASUR, Doctor Alí Rodríguez Araque, exponiendo en varios escenarios, la necesidad de la construcción de una visión estratégica compartida del uso soberano de los recursos naturales en el marco de la integración, para la consolidación de la Unión Suramericana, convirtiéndola en su eje articulador.
Es un hecho real e indiscutible que la región suramericana posee la mayor cantidad de reservas en recursos naturales en el mundo; esta realidad nos debe guiar a formular una nueva política común en torno a los recursos naturales, que rompa la vieja visión extractivista, depredadora de la naturaleza; con el propósito de definir un nuevo marco de gestión ambiental, social, económico y científico-tecnológico de los recursos naturales, para su industrialización que permita incorporar valor agregado, para garantizar la soberanía del Estado sobre la cadena productiva de los recursos naturales estratégicos, respetando y preservando el derecho de los pueblos indígenas y campesinos sobre su territorio.
En síntesis, este intercambio de ideas, apreciaciones y enfoques sobre el buen vivir que están surgiendo de forma soberana en nuestros países, debe estar íntimamente relacionado con los esfuerzos integracionistas que se vienen haciendo en América Latina y el Caribe, por lo tanto, es importante que la apreciación y concepciones de las distintas experiencias de aplicación en políticas públicas, que le dan soporte teórico y político a la noción del vivir bien o buen vivir, tome una dimensión geopolítica y sea incorporado en la agenda política integracionista, que viene avanzando, bajo un pensamiento estratégico de independencia y soberanía de la región y las naciones que la conforman, por ello es importante que se explore la posibilidad que se incorpore de forma transversal a la agenda política de los mecanismos de integración como la CELAC, el ALBA,UNASUR y MERCOSUR.
En el caso de UNASUR es importante orientar lineamientos que se puedan relacionar con la noción del buen vivir en el nuevo enfoque de cooperación e integración, que se viene avanzando en sus diferentes Consejos Sectoriales como es el caso, del desarrollo de la integración física regional, las políticas de cooperación de desarrollo social, salud, cultura y de defensa. Otro gran reto, es la definición de políticas y espacios institucionales para la activación de la participación ciudadana, de avanzar en la construcción de la identidad suramericana para el fundamento cultural de la integración, el impulso de políticas en materia ambiental. Se trata de aprovechar el potencial que posee, UNASUR, como espacio por excelencia de diálogo político para la concertación de los Estados Miembros, en la construcción de la unidad dentro de la diversidad.