La historia de los pueblos – especialmente en lo que se refiere al desarrollo- se basa en la unidad y ésta, en la educación. Los hombres, cuanto más conocimientos adquieren, propenden a conformar grandes bloques, sociedades homogéneas, pueblos libres de trabas y con instituciones fortalecidas por leyes coherentes, equitativas y ecuánimes. Esta es realidad que se ha comprobado en la historia de los últimos siglos.
La educación, para ser tal, se basa en valores morales que son los que generan comportamientos éticos que, de todas maneras, hacen ver al ser humano como la mayor creación de Dios y como factor de superación. Son posiciones contrarias a esos valores como antagonismos, complejos e intereses creados, los que determinan, en muchos casos, que el hombre sea el peor enemigo del hombre.
Para quienes no están consubstanciados con la ciencia y la cultura, con los valores que han permitido la superación de viejos antagonismos y han permitido que desaparezcan viejas políticas contrarias al bien común, la educación es vital, es el inicio de un camino que no tiene fin y que, conforme se avanza en él, se encuentran condiciones propicias para la libertad, la justicia y el bienestar de las comunidades.
La educación crea unidad y, ésta, encamina a la integración de los pueblos; éstos, conforme aquilatan los bienes de la educación, del conocimiento, de la ciencia y la cultura –así sea avanzando de lo incipiente a lo superior- entienden que deben cuidar los valores de esa unidad e interpretarlos geográfica, económica y socialmente, como medio para avanzar por los caminos del progreso.
Esperamos que los países que ahora integran la UNASUR hagan de la educación el lábaro que los conduzca por los senderos del triunfo, del pleno conocimiento de si mismos y de una práctica de virtudes cívicas que fortalezcan el espíritu y acrecienten la fuerza de los pueblos.
América Latina tiene varios procesos subregionales de integración; pero la ausencia de educación o, peor, la no formación en valores de unidad, determina que los procesos integradores no sean pueblo, no se adentren en él.
Anhelamos que la Unión de Naciones Suramericanas, (UNASUR), conformado por los doce países de la región suramericana: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay y Venezuela tenga éxito en su objetivo de construir un espacio de integración en lo cultural, económico, social y político, respetando la realidad de cada nación.
El gran desafío es eliminar la desigualdad socio económica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías, considerando la soberanía e independencia de los Estados y hacer realidad la «ciudadanía sudamericana» para garantizar la libre movilidad de 400 millones de personas (70% de la población latinoamericana) por un territorio de 18 millones de km2.
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