La corrupción es la esencia de la deshonestidad

La corrupción es la esencia de la deshonestidad y ella baila en los lujosos salones del capitalismo. El sistema ecuatoriano es un sistema capitalista y por lo mismo existe corrupción; pero existe también en todos los estados y lugares donde la ambición ha clavado su bandera. El mismo capitalismo proporciona las guaridas y escondites lujosos a los corruptos y ladrones del ahorro popular.

Los ejemplos de personas corruptas son innumerables y lo son también de personas que por su honestidad tienen un puesto en la memoria de los hombres. En el año de 1033, el papa Benedicto IX subió por tres veces al solio pontificio; la segunda vendió el papado a su compadre Giovanni Graziano que fue  el papa Gregorio VI. En los años 1492 a 1503 el papa Alejandro VI es famoso por su vida silenciosa y corrupta. En los tiempos modernos se consagran obispos a personas de dudosa reputación  y la pedofilia ha levantado los huracanes del escándalo.

Mas, hay también religiosos del tamaño de un Francisco de Asís, de una Teresa de Calcuta, de un Leonidas Proaño.

No, entonces, por haber personas corruptas podemos calificar de corruptos a un pueblo, a una religión, a una institución.

El sistema capitalista es el origen de la corrupción  en todas sus formas y maneras. El papa Pablo VI al referirse al capitalismo en su  Encíclica ”El progreso de los pueblos” dijo que este sistema tiene como dios el dinero y como motor la ganancia. Pues bien, el capitalismo internacional está enfermo, porque han disminuido las ganancias y no satisfacen éstas su voracidad. Está pataleando por el hambre de más ganancias. Como es un monstruo, su alimentación debe ser también monstruosa. Acaso no sabemos todos el dicho: ”El que más tiene, más quiere”. Esto mismo es lo que le sucede al capitalismo; mientras más come siente más voracidad”.

Bastarían las palabras y la autoridad intelectual y moral del papa Paulo VI para comprender el origen y la causa de la corrupción. En efecto, el capitalismo está enfermo y su virus ha contagiado a los pueblos, a las naciones, a las personas.

¿Qué hacer?

¡Volver a valorizarnos !

¿Cómo?

Hay también hombres de buena voluntad capaces de emprender la tarea de alcanzar las más lejanas utopías.

Pero antes debemos saber qué son los valores para después tratar de educándonos, educar.

Por ahora, hay que recuperar todo lo robado por los corruptos, capturarlos y sancionarlos enérgicamente.

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