La cultura, en el nuevo escenario político ecuatoriano

Por: Iván Petroff Rojas, PhD
Universidad de Cuenca, Ecuador

Hace 50 años el partido comunista de China declaró oficialmente el inicio de la gran revolución proletaria que implicaba la denominada Revolución Cultural. Mucho se ha hablado sobre este último tema en el Ecuador y América Latina cuando se trata de un nuevo proyecto político que se quiere establecer, luego del triunfo de un partido, movimiento o tendencia. Sin embargo acaban por primar los planes de gobierno proyectados a los megaproyectos financieros y económicos a la explotación de los recursos mineros, a las estrategias de la política internacional, al populista tema del medio ambiente para justificar la participación en maratónicos foros de la Uno y afines. Sin embargo cuando se habla de cultura la mayoría silencia, otros tantos hacen mutis por el foro y unos pocos se quedan para organizar y promover una incipiente planificación en los salones de la Cultura y el arte.

La cultura entonces, el tema eternamente relegado. No hemos podido en estos tiempos, peor aún, en este tramo de crisis y de incertidumbre hablar de una revolución cultural. Los gestores, actores y artistas independientes, claman hoy por hoy que sean tomados en cuenta en las nuevas propuestas gubernamentales

Una ley no es la mejor herramienta para superar los problemas de la cultura nacional, es cierto, pero es una forma quizás de que el asunto cultural tome otra vez actualidad y volvamos los ojos a importantes y decisivos sectores sociales que se debaten en la precariedad.

Es deber de las instituciones, como la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con la participación activa de sus miembros, trabajar incansablemente para el cambio y una auténtica revolución del esquema cultural para que el Ecuador vuelva por el itinerario abandonado del sueño de Benjamín Carrión y seamos un país de intensos referentes culturales.

Todos los días tenemos una propuesta, un emprendimiento, una iniciativa. Muchos de los proyectos trabajados por jóvenes y experimentados gestores culturales y artistas, merecen ser orientados, incentivados y apoyados. Sin embargo, tal y como está organizada la Institución aquello no es posible. Razón suficiente para que tengamos que desarrollar políticas culturales que respondan a los imaginarios, territorios, propuestas y ensambles integrales que consoliden un desarrollo cultural desburocratizado, forjado y modelado por quienes son sus protagonistas.

Nosotros estamos aquí para lograr algo de esto. Nuestros proyectos son inclusivos y de amplio espectro de participación. Hemos visto gente  totalmente entusiasmada en los cantones, parroquias y recintos, sin desmerecer los procesos que se cumplen en los espacios del arte  urbano. Las extensiones culturales de la Casa debe ser uno de los proyectos emblemáticos. Lo mismo ocurre con   publicaciones, laboratorios, difusión del cine y la literatura. Incorporación de miembros como nuevos talentos que vigorizarán el trabajo de las secciones que deben cumplir nuevos roles y funciones a partir de la acción creadora e investigativa en alianza con la academia y otras instituciones.

Una agenda de relaciones internacionales ya ha empezado a ejecutarse con el hermanamiento de países tradicionalmente excluidos como el caso de Palestina, Cuba, Paquistán, Irán. Convenios con las embajadas de países como Brasil, Estados Unidos, México, Colombia y Chile, posibilitarán el conocimiento y valoración de culturas de las que hay que aprender, pero que también están interesadas por saber quiénes somos y qué pretendemos. Los países más exitosos son los que han trabajado a fondo y conocen del tema cultural, por eso es que la mayor inversión está dedicada a este eje. Nosotros todavía no alcanzamos a dimensionar su verdadera importancia y trascendencia

Quiero reafirmar nuestro compromiso de no descansar un solo momento hasta que esta que las Instituciones que hacen cultura  de Cuenca y el Azuay cumplan con el gran objetivo de promover, desarrollar y cumplir con el servicio que les corresponde en beneficio de los diferentes grupos sociales. Pues, la Casa de la Cultura nació de la coyuntura social y política del 28 de mayo de 1944, donde los grupos sociales marginados y otros sectores progresistas levantan su propuesta y su movilización es un punto de giro a partir del cual la historia ecuatoriana se enrumba por nuevos derroteros.

Benjamín Carrión manifiesta al respecto:

La Casa de la Cultura, cuya raíz arranca de la definida e irrevocable vocación nacional, tiene como misión profunda y alta a la vez, desentrañar las esencias de nuestro destino, por medio de la indagación de su geografía y de su historia, de su potencial de suelo y de hombres. Ofrecer posibilidades a las realizaciones de la cultura, hasta entonces cosa merecedora de escaso apoyo del Estado entre el acervo de las actividades del hombre ecuatoriano”

La cultura como la expresión más sabia y rica del pueblo es la esencia  viva y permanente de la convivencia humana, de la relación que establecemos con el otro, con la naturaleza y con las expresiones de la sensibilidad y del espíritu revolucionario, porque pensamos lo mismo que Brecht, el gran dramaturgo AZlemán que nuestro país, cualquier país, necesita de la cultura, del arte, para hacer practicable lo que políticamente es justo.

El ser humano, antes de todo. Esa es la consigna ahora, el ser humano antes del capital. Es decir no una cultura del espectáculo y clientelar, sino una política cultural que dignifique, aliente y proteja al artista auténtico, al artista diverso, a la rica expresión multicultural e intercultural. No necesitamos una persona, sino una personalidad colectiva, porque la interculturalidad es una sociedad integrada. Es disfrutar y aceptar distintas formas de saberes, integrarnos con nuestras propias identidades. La cultura no muere; se lleva en las venas. La interculturalidad es una forma de vida y de respeto al otro. No hay culturas mejores ni peores. Todas son reales, diferentes, dialécticas, necesarias

Termino con las palabras de Benjamín Carrión en su mensaje:

“Que esa pequeña gran patria que ha llegado a la certidumbre de que sus dos líneas vocacionales jamás desmentidas son Cultura y Libertad- escuche las voces mayores de su historia, en esta tierra mía, no se han tolerado tiranías-.