Por: Luis Enrique Coloma
Una y 45 de la tarde del viernes 30-01-2015, mientras me encontraba en la sala, escuché la débil voz de mi madre que me llamaba desde su dormitorio. Acudí al cuarto que ella ocupa y me encontré con un cuadro desolador: Con voz apenas perceptible me decía que se moría y que la ayude a subirse a la cama.
Ella es discapacitada, y la labor de ayudarla a que se acomode en su sitio, fue difícil. Tenía mucho frío y la presión baja. A los pocos minutos y en varias ocasiones, vomitó una sangre espesa y oscura y empezó a decirme que se moría, que se moría y otras cosas muy dramáticas y desesperantes.
La frase “me muero, me muero, hijito”, empezó a causarme desesperación. Lo primero que hice fue tratar de calmarme y hacer algo urgente y positivo: Sin dudar un solo instante tomé el teléfono y marqué el 911; fui atendido de manera cordial y efectiva por una mujer. Lo primero que me dijo al escuchar mi pedido de ayuda fue que mantuviera la calma. Me dio ciertas indicaciones y me pidió no desconectar el teléfono ya que me pondría en contacto con un médico. Mientras tanto, yo trataba de calmar a mi madre que seguramente pensaba se moriría debido al fuerte dolor de estómago que estaba padeciendo.
No pasaron ni cinco minutos, y en las afueras de los Condominios El Batán, lugar de nuestra residencia, se escuchó la sirena de la ambulancia de la Cruz Roja Ecuatoriana de placas PCK-2746, dando a conocer que habían acudido en auxilio.
Con los paramédicos y la ayuda de los guardias de seguridad del condominio, trasladamos a mi madre a la ambulancia. Previamente, la “Paramédico” Karina Arias Nieto, prestó los primeros auxilios a la enferma. Además, solicitó a la central telefónica que pidan a alguna unidad de salud que la paciente sea recibida, ya que se trataba de un caso de emergencia. En pocos minutos estuvimos en el Dispensario Médico del Seguro Social de El Batán, sitio en el fuimos recibidos de la mejor manera. La doctora Patricia Amaya había sido designada para que se encargue del cuidado de mi madre. Luego de los exámenes de laboratorio, rehidratación, medicación respectiva, a las cuatro horas de haber ingresado, Mi madre fue dada de alta y trasladada a reposar en la casa.
Después de haber sufrido una fuerte y peligrosa hemorragia estomacal, mi madre se encuentra convaleciendo satisfactoriamente y fuera de peligro. Todo esto, gracias a la efectiva y pronta ayuda recibida en el centro médico del IESS, a los profesionales de la medicina, a las medicinas y, especialmente, a la rápida y efectiva asistencia brindada por el ECU-911.