Por: LOLO ECHEVERRÍA ECHEVERRÍA
El coronavirus va derrotando, uno a uno, a los gobiernos que pensaron que el virus no llegaría a su territorio porque se trataba de un mal desconocido, una peste medioeval, que estaba mostrando que la China no era la potencia moderna que aparentaba. Algunos políticos, desdeñosamente, creyeron que el virus se desparramaría solo por el tercermundismo.
Los gobernantes movilizaron, confiados, sus “eficientes sistemas de salud” y los más recelosos montaron guardia en las fronteras y los aeropuertos. Cuando advirtieron que se trataba de una pandemia que no respetaba nada, que afectaba a los altos funcionarios igual que a los humildes o a los propios médicos, entonces, movilizaron recursos, dictaron medidas, crearon laboratorios, confinaron ciudades y trataron de desconectarse de un mundo globalizado. Era tarde, todos contabilizando el número de afectados y de muertos.
Estamos preparados, dijeron algunos políticos presumidos. Otros, con aparente humildad, advirtieron que llegaría tarde o temprano y que afectaría hasta al 70% de la población. Cerraron fronteras, suspendieron vuelos, establecieron protocolos, prohibieron espectáculos, suspendieron escuelas y universidades; el virus siguió contaminando. El miedo se hizo universal, hasta que China anunció que tenía controlada la pandemia y el mundo recuperó la esperanza. El país que miraron con desdén era visto ahora como modelo para derrotar a la nueva pandemia.
Ningún gobierno tiene que probar nada, ni esconder nada, el problema está en todos los continentes y llegará a todas partes. Solo cabe aprender de los errores y los aciertos de otros. Al gobierno le corresponde preparar hospitales y dispensarios, desinfectar lugares públicos y transporte, acopiar de medicinas y mascarillas, preparar laboratorios y recursos para las pruebas de coronavirus, establecer líneas a donde se pueda llamar, responder a las preguntas de los ciudadanos sobre cómo prevenir la enfermedad, qué hacer si creen que están contagiados, cómo tratar a los enfermos y hasta cómo saber si están curados.
Los gobiernos deben ocuparse no solo de los sistemas de salud sino de los efectos colaterales de la pandemia. Movilizar recursos para atender a quienes, de pronto se quedan fuera de mercado, sin trabajo y al margen de la economía. Algunas medidas son: moratoria en el pago de impuestos, líneas de crédito para empresas afectadas, bonificaciones de seguridad social, recursos para paliar la pobreza y garantizar la alimentación, regulación de precios en productos para la salud. Todo esto significa prepararnos para enfrentar el virus. A los ciudadanos nos corresponde limitar los movimientos, lavarnos las manos y extremar la higiene, trabajar en casa si es posible, evitar aglomeraciones, informarnos en fuentes seguras, saber cómo tratar a los enfermos, dominar el miedo y el egoísmo.
FUENTE: EL COMERCIO
Sábado 14 de marzo 2020