La pragmática y los códigos lingüísticos en textos de la vertiente histórica

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador y Cronista Oficial de Ambato

A partir de “las semióticas de la tercera generación”.

Los analistas dicen que a mediados de l980 hay indagaciones de estudios semióticos más complejos. Se dejó de lado a los “actores” y se pasó, según dice Victorino Zecchetto, a “aceptar que los textos y discursos son construcciones sociales realizadas por múltiples actores”; y esto, claro está que trata de ver qué efectos produce un texto en su contexto de recepción. Entonces, nuevamente tenemos que volvernos interdisciplinarios porque para entender mejor el mundo y sus señales, o para decodificar los mensajes deberemos respaldarnos en la sociolingüística, en la psicología social, en la etnografía, la antropología, la sociología cognitiva, y hasta en la proxémica y en la kinésica, puesto que el mundo se entiende como que está determinado por el interaccionismo, según el estracto que lo tomo del autor que estoy comentando.

Morris dividió a la semiótica en tres ramas: la semántica, la pragmática y la sintáctica. La semántica tiene que ver con lo que los signos quieren significar. Se puede ir de los sentidos a los significados según imaginarios de la fuente, el emisor y el receptor. Desde luego que la semántica guarda relación directa con la sintáctica porque ella establece las ‘gramáticas’ diseñadas para analizar los lenguajes. Todos los signos se relacionan entre sí por ciertas leyes que permiten la semiosis como actividad de comunicación que se produce entre los grupos partícipes del gregarismo.

La pragmática, por su parte, quiere posesionarse en un mundo concreto de interpretaciones. Greimas dice que la pragmática se preocupa por la dimensión cognoscitiva del mundo. Pensemos entonces que la aprehensión del mundo, tan heterogénea, no tanto por pensar en lo diverso, sino por sus niveles de profundidad que pueden ir desde los más periféricos hasta los meollos, operan en los productores de signos, así como en la decodificación de los destinatarios. Greimas cree que con estos antecedentes se puede incursionar en lo que significa un hacer pragmático y un hacer cognoscitivo que está vinculado con los niveles de competencia.

Otro de los enfoques dentro de la pragmática guarda relación con dos tipos de “haceres”, el interpretativo y el persuasivo que son parte del proceso de la comunicación. Hay mucho que comentar en cuanto destinadores y destinatarios como ‘sujetos competentes’ y no ‘instancias simbólicas vacías’ que se activan ante los estímulos de los mensajes. La persuasión por los mensajes entra definitivamente en los planos ideológicos y subliminales, de ahí que la pragmática no puede ser ingenua en su estructuración sintáctica.

En el mundo actual la vida está diagramada con los sentidos interpretativos prefabricados. No hay interés en que el destinatario realice su búsqueda semántica, sino que hay que entender que se nos dan los objetos sígnicos con sus sentidos ya hechos, listos para que puedan pasar a una digestión cerebral rápida. Son una especie de enlatados precocidos que consumimos masificadamente sin ningún sentido crítico. Vivimos como atrofiados del sentido del gusto intelectual. La persuasión, como conducta de mercado opera en la semiósfera en la que vivimos inmersos. Todo está en el ambiente y en el tiempo en el que se produce y desenvuelve este tejido social.

Para no detenernos mucho en la teoría, digamos que la pragmática, estudiada como una parte de la semiótica de la cultura opera con esquemas mentales que van a desembocar en las concepciones paradigmáticas. Por lo general, los textos de la vertiente histórica que hemos consumido o que nos ofrecen como enlatados es lo que se debe comentar con ejemplos concretos.

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