La educación superior debe actuar en armonía con la sociedad, cumpliendo a cabalidad con el encargo social de su misión institucional a través de las prácticas sociales donde converjan docencia, investigación y vinculación con la colectividad. La gestión curricular deberá girar en torno a las prácticas sociales, para lo cual se tendrá que innovar la estructura curricular, los sistemas pedagógicos, la asistencia, control, evaluación y acreditación de las asignaturas.
Esta es una de las recomendaciones que consta en el informe del Mandato 14 elaborado por el ex CONESUP.
Es necesario, dice el CONESUP, dar un carácter más orgánico a la relación academia-sociedad, estudiando y actuando sobre problemas básicos de urgente solución, entendiendo el lenguaje de la sociedad, su diversidad multiétnica y pluricultural, sus variadas formas de vida, intereses y necesidades. Para esto se tendrá que elaborar programas de prácticas sociales articulados al currículum y sistemas de evaluación permanente que permitan una reelaboración constante de la teoría a través de la práctica, manteniendo el principio de construir una ciencia con conciencia, generando compromisos de la educación con el futuro de la sociedad y de la naturaleza.
Las prácticas sociales de los procesos curriculares,agrega, deberán girar en torno a los aspectos culturales, científicos y tecnológicos; a los planes de desarrollo local, cantonal provincial, regional y nacional, con una visión de sustentabilidad; a los programas de mejoramiento económico de las medianas y pequeñas empresas; al desarrollo de economías solidarias; a la defensa de los derechos humanos y de la democracia, entre otros.
La programación curricular deberá contemplar la creación de un sistema integral de evaluación de las prácticas sociales, de sus resultados en el mejoramiento de la sociedad y de sus efectos en el proceso curricular y en el rendimiento académico de los estudiantes.
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