Los morlacos

Por: Dr. César Hermida B. | cesarh@plusnet.ec 

La presidencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Azuay, en una magnífica decisión nos ha permitido a sus miembros recibir un lote de libros de aquellos que la casa mantenía en sus bodegas. No todos son de publicación reciente pero para quienes hemos estado fuera de la ciudad constituye un obsequio grato y un placer volver a saborear la literatura morlaca.

El primero es en torno al centenario del nacimiento de Pablo Neruda. Las opiniones de Efraín Jara, los análisis de Oswaldo Encalada, las evocaciones de Jorge Dávila, las puntualizaciones de Iván Petroff, las observaciones de María Augusta Vintimilla, la perspicacia de Felipe Aguilar, la mirada de Jackeline Verdugo, la intertextualidad de Sara Vanegas, el homenaje de María de los Ángeles Martínez, la música literaria de Catalina Sojos, nos llegan en cortos y enjundiosos artículos mezclados con bellas citas poéticas. El segundo es el Cuaderno 4 del Imaginario con las entrevistas al inmortal maestro Jorge Enrique Adoum.

Nos traslada a las opiniones y recorridos por la vida del poeta y novelista de los mejores, a cargo de habilísimos entrevistadores. El siguiente es el Cuaderno 6 del Imaginario con selecciones del magnífico bribón de nuestras letras Estuardo Cisneros Semería. Sobre él y otros bribones geniales Felipe Aguilar escribió un excelente libro sobre el humor, demostrando que él mismo es uno de ellos, y que sin buen humor la vida no se llama vida.

Los Morlacos es otra, de Adrián Carrasco Vintimilla. Sabrosa, graciosa, de notable estilo literario y magnífico manejo del difícil género del cuento. Ojalá continúe escribiendo y acaso recordando aquellos años de la Luis Cordero, en que, con la cordialidad y pasión por la literatura y la historia de Antonio Lloret Bastidas analizábamos, a nuestros 12 años de edad, sobre los detalles y la trascendencia de la reunión de Los Cuatro Grandes en Europa. De una hermandad de escritores, es de pedirles, a Manuel y Adrián, que ¡por Dios sigan escribiendo! como lo exige la parábola de los talentos. Todo morlaco escritor tiene la obligación de hacerlo para aprendizaje y disfrute de propios y ajenos.

Conocemos la modestia de ellos y de todos los escritores citados, así de sencilla y tranquila es la vida de la morlaquía, pero vale la pena que pongan más trocitos de dulce, como los de Corpus que dan gusto al paladar, pero no sólo para saborearlos en las fiestas sino en cualquier momento de la vida cotidiana.

Con autorización del autor: Tomado de El Tiempo, Edición del 23-07-2012

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