Nacimiento del Amor y la Esperanza

Por: Fernando Naranjo-Villacis

fnaranjo@gye.satnet.net

Con la sabiduría propia de los escogidos, en Egipto, hace muchos, muchos años, el maestro Mehmet, acostumbraba viajar de pueblo en pueblo, relatando historias. De este virtuoso personaje, me impresionó un aforismo expresado en sus aleccionadoras prédicas..: “Hubo un tiempo, en que todos éramos hermanos… ¿Qué cambió..? ¿Qué nos pasó..?..”

Pues aquellas mismas interrogantes las tenemos ahora mismo, en diciembre del 2011, a pocas horas de la recordación del nacimiento de nuestro Hermano Mayor.

La raza humana, está dividida, angustiada, atemorizada. Nos toca vivir o mejor dicho sobrevivir en medio de la injusticia, el hambre y la barbarie.

A pesar de los pesares, prevalece en cada uno de nosotros la fe inquebrantable de que vendrán días mejores. Es precisamente éste el sentido verdadero de la natividad, representada por una estrella que nos ilumina y nos guía al encuentro con nuestro Salvador.

Nos corresponde entonces, dirigir la mirada a nuestro cielo interior para aceptar la llegada de Jesús el Cristo. Abrir las puertas de nuestro corazón para darle la bienvenida más cálida y con Él, celebrar tan magno acontecimiento navideño.

Y qué mejor, poder desarrollar íntimamente este festejo con el amigo que nunca falla, que no pide nada, que no exige sacrificios. Pues bien, vamos a cerrar las puertas a todo sufrimiento inerte, al pecado, al miedo enfermizo, la depresión y demos paso a lo único que tiene sentido en nuestras vidas, ese mágico regalo del cual se deriva todo en la creación universal: ..el amor.

Es posible que esta época sea difícil, por la carga de complicadas situaciones, sean estas de angustiosas obligaciones económicas por saldar, delicados y entristecedores estados de salud, de infinita soledad, de ansias de libertad, pero aquí es cuando debemos lograr que sea esta Nochebuena la que haga posible el milagroso nacimiento del Amor y la Esperanza.

Y al producirse tan esperado acontecimiento, será posible alcanzar nuestras mayores aspiraciones de vivir dignamente, cumpliendo la santa misión de constituirnos en mensajeros de su palabra de amor y sabiduría, sabiendo que dentro de nuestro corazón palpita y habita el Corazón de Jesús. Porque si Dios está contigo, está conmigo, nunca estaremos solos.

Hagamos un alto en nuestras agitadas actividades, para celebrar esta Navidad rodeados del intenso calor de nuestros seres más queridos, aquellos que constituyen la totalidad de nuestra esencia humana. Que la gala, la pompa, sea nuestra sencilla y emotiva expresión de gozo en la mesa generosa, con el pan y con el vino, simbolizados en el cuerpo y la preciosa sangre de quien vino al mundo para liberarnos de todos los males y enseñarnos a vivir de manera natural, actuando amablemente, generosamente, siendo magnánimos y solidarios.

Amables lectores de www.ecuadoracolores.com  y de EcuadorUniversitario.Com ¡Que sean muy felices.. siempre..!

Deja una respuesta