Plutarco Naranjo fallecido el viernes a los 91 años de edad fue un reconocido médico, investigador, científico, catedrático, periodista e historiador, se desempeño como Ministro de salud Pública durante el gobierno de Rodrigo Borja. Además, fue embajador del Ecuador en España y Polonia, y representó al país ante la Unesco.
Plutarco Naranjo nació en Ambato el 18 de junio de 1921. Sus padres fueron Luis Enrique Naranjo Arias y Antonia Vargas Naranjo. Era el penúltimo de una familia de seis hermanos y estuvo casado con Enriqueta Banda, con quien tuvo a sus hijos Alexis, Ana y Plutarco Naranjo. Sus hijos políticos son Sandra, Alejandro, Inés. Los nietos: Mateo y Milena, Daniel y Tania, Sofía y Carlos
Varios intelectuales y destacadas personalidades del mundo cultural y académico, subrayan en esta oportunidad la personalidad del Dr. Plutarco Naranjo.
Melania Mora Witt expresa que el Dr. Plutarco Naranjo «es uno de los referentes nacionales por su vida dedicada a la ciencia y puesta al servicio de la patria. Médico, maestro, periodista, historiador, investigador científico, su existencia es una página impoluta en la que no sabemos qué admirar más: el rigor académico, la difusión de los conocimientos adquiridos, el ejercicio de la docencia, la pasión por Montalvo, Espejo y otros grandes ecuatorianos, el desempeño eficiente de cargos públicos de gran responsabilidad, como la dirección del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social o el Ministerio de Salud; la conducción de los laboratorios LIFE y la pionera labor en el ámbito del estudio de las alergias, en el cual obtuvo reconocimiento mundial.”
Su tesis de grado para incorporarse como médico y cirujano -agrega- fue elaborada conjuntamente con su esposa, la también doctora Enriqueta Banda, con el título: “Polinosis: estudio clínico y botánico” con la que obtuvieron el Premio a la Investigación Científica de la Universidad Central.
Desde muy joven inició el estudio de las plantas medicinales, remontándose con la etnomedicina a las del período preincaico. Igualmente precoz fue su incorporación a la docencia, como ayudante de cátedra y luego como profesor titular.
Y así en otros campos de su actividad como la historia, en la que destacan sus numerosos trabajos sobre su coterráneo Juan Montalvo y el fervor puesto en la difusión de las obras escritas por él y sobre él, así como de otros personajes ilustres.
Sería imposible reseñar las condecoraciones y distinciones recibidas a lo largo de su fructífera vida. Cabe destacar el Premio Espejo 1986 por Ciencia, otorgado por el Gobierno del Ecuador y el Abraham Horwitz de la Federación Panamericana de la Salud. Fue fundador de la Academia Ecuatoriana de Medicina y Director de la Academia Nacional de Historia; como vicepresidente, acompañó a Benjamín Carrión en la conducción de la Casa de la Cultura Nacional.
Su honda preocupación social estaba fijada últimamente en el tema de la desnutrición y los medios de combatirla. Sus columnas periodísticas eran una guía por referirse a variados temas de gran interés. Lamentamos su decisión de abandonarlas.
El Dr. Plutarco Naranjo es, por sobre todo, un hombre íntegro, leal a sus principios, socialista sin estridencias, honesto y sabio. Le damos las gracias por su lección de vida», concluye Melania Mora Witt.
«Plutarco Naranjo es, sin duda, uno de los más ilustres ecuatorianos, no hay campo de la cultura en el que él no haya incursionado. Es un ejemplo de buen aprovechamiento del tiempo», destaca el Dr. Rodrigo Borja, expresidente de la República.
Otro capítulo en su vida y obra ha sido su propia investigación sobre la desnutrición, en especial de los niños menores de cinco años. Sostuvo que los tres más grandes problemas de salud pública del Ecuador son la desnutrición, la falta de saneamiento básico y la escasa cobertura de agua potable, sobre todo en las zonas rurales e indígenas. Durante su vida profesional se especializó en alergias, publicó más de 36 libros y folletos de su autoría, además de 58 libros como coautor, y fue autor de más de 300 estudios o artículos en revistas de diversos países.
Fue uno de los más grandes científicos del Ecuador contemporáneo y, al mismo tiempo, un hombre gentil, delicado y generoso, y un amante apasionado de su patria, su gente, su naturaleza y su historia, tal como lo señala muy bien Gonzalo Ortiz Crespo.
Para aquilatar la amplitud de sus dones basta saber que fue el único ecuatoriano miembro y expresidente de las tres academias: de Historia, Lengua y Medicina, así como del Grupo América, que es como una cuarta academia, de Literatura, que tiene el Ecuador.
Médico, investigador, catedrático, historiador, lingüista, escritor, periodista y hombre público, no descansó en el servicio a la ciencia y a la patria. Permaneció los cuatro años en el cargo de Ministro de Salud Pública en el Gobierno del Dr. Rodrigo Borja Cevallos. Borja lo nombró ministro sin ser de su partido y lo sostuvo impertérrito, apoyando sin desmayo su innovador proyecto de transformar el sistema de salud en un sistema de medicina familiar y comunitaria y de atención primaria de la salud, que luego, lamentablemente, fue suspendido por la oleada neoliberal y de reducción del tamaño del Estado que le sobrevino al país, anota Gonzalo Ortiz Crespo.
Coincidimos con el Dr. Gonzalo Ortiz Crespo, en el sentido de que el Ecuador le debe mucho al Dr. Plutarco Naranjo: solo hay que ver los 100 libros de los que fue autor o coautor, y los tres libros publicados en su homenaje estos últimos años. Su tenacidad y su sabiduría hicieron que valoricemos la quinua, el tomate de árbol, la sangoracha, el chocho y la medicina aborigen, pero también que se construyera el nuevo hospital Eugenio Espejo; que se desarrollaran nuevos fármacos en los laboratorios Life pero también que apreciáramos más la obra de Espejo y Montalvo.
“Fue el columnista de temas científicos por antonomasia. Cuando el 27 de marzo, exactamente un mes antes de morir, se despidió de sus lectores de El Universo, todos contuvimos el aliento pues sabíamos que si él dejaba su columna tras 70 años de escribir para diarios del Ecuador y el extranjero, no podía ser sino porque estaba perdiendo la batalla contra el cáncer”, señala el Dr. Gonzalo Ortiz.
Despedida
(Esta es la despedida del Dr. Plutarco Naranjo cuando dejó de escribir su columna en Diario El Universo).
Por casi setenta años he escrito una columna semanal para diarios del Ecuador y otros países. Muchos y diversos temas me he permitido tratar, pero me place en especial haber dado preeminencia a aquellos relacionados con las ciencias, tanto de la naturaleza como las ciencias humanas.
Ciertamente, he intentado despertar curiosidad y acaso asombro entre mis lectores, curiosidad y asombro que yo mismo he experimentado al enterarme de descubrimientos y avances científicos. Gracias a ellos, el siglo pasado y este son, en la historia humana, los periodos de mayor y más esclarecida penetración en la realidad fenoménica del mundo.
Que personas, sociedades, o países se queden rezagados o peor aún, al margen de aquello, es a la vez trágico y peligroso. Al menos, albergo esperanzas de haber entusiasmado a los lectores en estos temas, que he buscado tratar con amenidad no exenta de rigor.
Pero también han sido asuntos de mi predilección la salud, la educación, la alimentación, nuestra maravillosa flora, los riquísimos mitos de nuestros aborígenes, nuestra historia y sus enseñanzas, así como otros tópicos sobre Ecuador y Latinoamérica.
Igualmente, he buscado expresar mi entusiasmo ante las bellas o lúcidas creaciones de nuestros escritores, cronistas, investigadores y más hombres y mujeres dedicados, con fervor, a las tareas del intelecto. Como podrá juzgarse, he enfocado mi labor en periodismo desde una perspectiva poco cultivada entre nosotros.
Ante la superabundancia de comentarios sobre política, divertimentos, deportes, crónica roja y similares, yo he deseado insistir con algo más difícil, más instructivo, a riesgo de espantar a los lectores con cifras, datos, estadísticas y más. Empero, ha sido gratísimo que lectores de aquí y allá (especialmente desde que internet posibilitó intercambios mundiales instantáneos) hayan comentado, criticado, estimulado, y seguido mis publicaciones.
He allí un beneficioso servicio de ciencias y técnicas. También he debido alertar sobre los peligros que estas entrañan en manos desaprensivas. Ya en 1858, recorriendo las Galápagos, Charles Darwin anotaba: “Parece que las aves del archipiélago no se han percatado aún de que el hombre es el más peligroso de los animales…”. Este juicio tan severo consta en Ecuador en las páginas de ‘Le Tour du Monde’, magnífico libro recién publicado por el Consejo Nacional de Cultura, libro que reúne relatos de viajeros que nos visitaron entre 1835 y 1912. En algunos artículos, he aludido a las intimidantes técnicas y mentiras que hoy posee “el más peligroso de los animales”. Quizá aquello haya contribuido a alertar a mis lectores y alumnos.
En todo caso, tras décadas de estos empeños míos, y años de combatir una grave enfermedad, hoy debo despedirme de mi columna. Lo hago declarando mi profundo agradecimiento a los diarios que acogieron mis artículos. Algunos de estos, publicados en El Comercio, formaron parte de mi libro: Saber alimentarse; otros, aparecidos en EL UNIVERSO, ya son parte de Mitos, tradiciones y plantas alucinantes libro de próxima aparición bajo auspicios de la Universidad Andina Simón Bolívar.
A todos ellos y a mis lectores, debo momentos de enorme alegría.
f) Plutarco Naranjo
Como un homenaje póstumo, EcuadorUniversitario.Com ofrece hoy tres artículos de la pluma del Dr. Plutarco Naranjo, publicados en la Revista del CONESUP y en el diario EL UNIVERSO. Los puede encontrar en la sección Opinión (documentos).