Plutarco Naranjo

Por: Dr. César Hermida B. | cesarh@plusnet.ec 

Cuando un hombre extraordinario, de nuestra nacionalidad y cultura, nos deja, junto con los sentimientos de tristeza, debemos sentirnos orgullosos de sus aportes a nuestra identidad, y reflexionar sobre los mismos.

Plutarco Naranjo es una figura inmortal. Constituye un ejemplo de arduo, disciplinado y sistemático trabajo, en diversos campos. En las ciencias médicas aportó con el estudió de la farmacología de diversos productos ancestrales andinos y contribuyó a la creación de los laboratorios LIFE, ejemplo nacional empresarial de investigaciones científicas. Popularizó los conocimientos sobre la nutrición más conveniente para nuestra soberanía alimentaria (denunciando la comida chatarra). Muchos de sus artículos periodísticos regulares (de los cuales se generaron algunos libros) fueron contribuciones científicas, culturales y de reflexiones sobre la realidad nacional. Difundió además el pensamiento científico con estudios sobre la bibliografía médica nacional.

En el campo de la historia escribió sobre variados temas, pero siempre buscando y defendiendo nuestra identidad. Coleccionó y estudió innumerables piezas arqueológicas de las culturas ancestrales. Ambateño de cepa se fascinó con la figura de Juan Montalvo, y sobre este otro personaje inmortal produjo conocidos estudios bibliográficos.

Fue un maestro universitario en el sentido cabal del término pues aportó en la investigación, la docencia y el servicio, con un modo de ser amigable, un pensamiento claro, abierto, tolerante. Jamás dejó de ser socialista, y esa es una de sus virtudes mayores. Como tal cumplió a cabalidad, con calidad, todas las gestiones institucionales encomendadas, que fueron múltiples, incluyendo la de Ministro de Salud.

Tampoco nunca dejó de ser escritor, difusor de ideas, con rigor sobre la lengua. Las Academias, de la Lengua, de la Historia, de la Medicina, lo reconocieron. En la Organización Panamericana de la Salud destacó como Presidente del Comité Directivo y en la Organización Mundial como Presidente de la Asamblea Mundial de la Salud.

Conocimos a Plutarco como estudiantes (dada la estrecha y afectuosa relación con nuestro padre), y desde entonces lo escuchamos en múltiples exposiciones, dialogamos en muchas reuniones académicas y sociales, incluyendo aquellas en Londres cuando iba a visitar a sus hijos que allí estudiaban, estando de Embajador en la Unión Soviética. En Quito muchas veces fuimos invitados por él, y cumplimos esas tareas académicas.

La infinidad de artículos y libros generados desde su ambiente de trabajo junto a la consulta clínica de alergología, o desde su tranquilo estudio hogareño, constituyen un patrimonio que los ecuatorianos debemos ir asimilando con los años. Modestamente iniciamos con esta breve nota desde la tierra morlaca.

Con autorización del autor: Tomado de El Tiempo

Cuenca 2012-05-07

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