Recordando a la Primera Misión Geodésica que llegó al Ecuador

Diario El Mercurio informó este miércoles 29 de agosto de 2012 que estudiantes de artes de la Universidad de Cuenca encontraron la placa original dejada por la Misión Geodésica Francesa sobre sus trabajos de medición de la Tierra. La placa fue entregada en custodia al museo en 1986, en 1989 ingresó al inventario de bienes patrimoniales y se extravió sin explicación, en la década de 1990.

La historia de este importante hallazgo lo pueden leer en:  www.elmercurio.com.ec

Con motivo de esta importante noticia, EcuadorUniversiatrio.Com les ofrece un documento histórico relacionado con la llegada de la Misión Geodésica.

Palabras del excelentísimo señor Didier Briani, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores del Gobierno Francés al inaugurarse en Quito el Coloquio “Ecuador 1986”.

Excelentísimo Señor Presidente de la República,

Señores Embajadores, Señores Ministros,

Señoras y Señores:

“Permítanme expresar mi satisfacción al encontrarme entre ustedes esta noche para participar en representación del Gobierno Francés en la apertura del coloquio “Ecuador 86”, ocasión para celebrar la amistad entre dos países unidos por profundas afinidades.

Es un gran honor, Excelentísimo Señor Presidente Constitucional del Ecuador, que Vuestra Excelencia hace a Francia al realzar con su presencia el brillo de esta celebración. Mi Gobierno ha sido tan sensible a Vuestro gesto que, al enterarse de Vuestra intención de estar aquí esta noche, ha decidido corresponderle y ha delegado a mi modesta persona a Quito a pesar de la obligación que tienen todos los Ministros franceses de estar en París cuando se abre una sesión parlamentaria como es el caso de esta semana.

Este coloquio “Ecuador 86”, al que estamos convidados, representa sin lugar a duda uno de los actos más trascendentales de la conmemoración del docentésimo quincuagésimo aniversario de la primera misión geodésica que, a lo largo de 1986, permitirá a nuestros dos países renovar su amistad y reforzar su cooperación. Las personalidades que van a intervenir sobre los cinco grandes temas de este coloquio: (aspectos históricos de la misión geodésica del siglo XVIII, conocimiento, utilización y protección del medio ambiente, transformación de la sociedad y del uso del medio ambiente, urbanización y organización del espacio, medios geográficos y salud) garantizan por su fama el alto nivel de los informes y debates.

¿Quiénes eran entonces aquellos hombres que abordaban en Manta, en marzo de 1736, la orilla de la Presidencia de Quito para dejar un recuerdo tan vivaz después de 250 años?

Eran hombres jóvenes: GODIN y JUSSIEU tenían treinta y dos años, LA CONDAMINE treinta y cinco, GODIN DES ODONNAIS veintiuno.

Eran sabios como solían llamarles en aquella época: Louis GODIN, matemático de increíbles facilidades, Pierre BOUGUER, matemático y astrónomo, Charles DE LA CONDAMINE, geógrafo, Joseph DE JUSSIEU, médico y naturalista, todos consagrados poR un brillante nombramiento a la Academia Real de Ciencias de París, había también un ingeniero: VERGUIN, un cirujano: SENIERGUE y técnicos: COUPLET, GODIN DES ODONNAIS, HUGOT y MARAINVILLE, sin olvidar los dos brillantes Tenientes de Fragata, Jorge JUAN y Antonio de ULLOA, a quienes el Rey de España había encargado la doble tarea, agobiadora para su joven edad, de vigilar a los franceses y de hacer un informe sobre el estado de la colonia y quienes, de manera sorprendente se transformaron en el mejor lazo entre los miembros de la expedición. Y ¿por qué no mencionar igualmente al esclavo martiniqués anónimo, asesinado en Cuenca, cuya entrega y fidelidad resolvieron más de una dificultad para la expedición?

Eran aventureros en el sentido noble de la palabra, es decir hombres capaces de jugarse la vida, abandonar su comodidad inciertos, al embarcarse, de volver a ver un día a los suyos, aceptando las pruebas que les imponía el rigor de sus levantamientos en medio de una naturaleza indomada, antes que caer, como la tentación debía ser a veces grande, en medidas aproximativas.

En fin, eran espíritus libres, cultos, compenetrados del carácter universal de la ciencia, que derramaban sobre la sociedad colonial de Quito, fascinada, los primeros rayos del siglo de las luces; el rey de España exageraba las precauciones vigilándoles de cerca. ¿Qué temía? ¿Una misión de investigación en provecho de su primo, el rey de Francia, o ideas corrosivas en contra del poder anárquico? Pero DIDEROT aún no había publicado sus “Pensamientos filosóficos” y las “Cartas filosóficas” de VOLTAIRE eran apenas conocidas en Francia en 1736.

Eran, para decirlo todo, los formidables conquistadores de un imperio de conocimientos aparentemente inútiles que debían revelarse determinantes para el adelanto de la ciencia.

Experimento como francés, un gran orgullo al evocar el recuerdo de aquellos hombres. No tanto por los informes a la Academia que dieron a los que regresaron a Europa su fama científica, sino por lo que han sabido descubrir, animar y compartir en el Ecuador: JUSSIEU y SENIERGUE compartiendo con los habitantes de la Real Audiencia de Quito sus conocimientos médicos, prestando sus servicios durante las epidemias de Cuenca y Guayaquil, el relojero HUGOT componiendo todas las maquinarias dañadas que se le presentaban, LA CONDAMINE sobre todo, formando a las disciplinas científicas más variadas a su notorio amigo Pedro Vicente MALDONADO, él cual a su vez iba a ser el primer sabio de esta región recibido por las Academias de Ciencias de París y Londres, hecho que, con toda la razón, enorgullece al Ecuador. Pensándolo bien, ¿no fue entonces, la primera experiencia de cooperación científica y técnica entre Francia y América Latina?

Prendida con la llama de la amistad, avivada por la estima mutua y la abnegación que inspiraba a estos dos hombres, la antorcha de la cooperación ha sido siempre transmitida desde entonces. Paúl RIVET y el Capitán PERRIER, durante la segunda misión geodésica francesa y en varias misiones antropológicas, la llevaron por cuenta de Francia a comienzos de este siglo (s.XX), la celebración del docentésimo aniversario brindó la oportunidad de reavivarlas en 1936.

Hoy en día es en Ustedes, Señores de la ORSTOM, del Instituto Francés de Estudios Andinos, Señores Cooperantes en todas las disciplinas, que recae el cargo y el honor de asegurar la continuidad.

Sí, los tiempos han cambiado, ya no les llaman sabios, más modestamente son investigadores. Ustedes viven aquí con su familia, corre menos tiempo entre dos vacaciones suyas en Francia que entre la ida de una carta de GODIN a la Academia y la llegada de la respuesta. Cuando sus actividades les llaman en el páramo, en la jungla o en las islas alejadas, el avión o el helicóptero reducen los tiempos de alcance. ¿ Ha desaparecido por tanto la aventura? No creo. Aún encuentran situaciones precarias cuando realizan sus investigaciones en regiones a veces desprovistas de infraestructura. Quien no ha sufrido en el frío, la neblina, los declives de la cordillera, quien no ha afrontado las perfidias vegetales de la Amazonía, no puede comprender, me dicen, lo que han aguantado aquellos hombres. Ustedes, Señores sí lo entienden.

Sus compañeros ya no son un eminente MALDONADO, pero único, rodeado por unos eruditos, particularmente sacerdotes y religiosos; ahora son numerosos, formados en las mismas disciplinas que ustedes. Son compañeros de alto nivel, basta coger la lista de los integrantes de este coloquio para quedar convencido.

Ustedes mismos ya no pretenden como los enciclopedistas del siglo XVIII ser capaces de almacenar y de restituir todo el saber disponible. Conforme avanza y se diversifica la ciencia, los investigadores dejan de ser generalistas para profundizar un punto de saber infinitamente especializado. Así va para los hombres.

Y las máquinas, pues … Cuando más de un mes de esfuerzos fue preciso para nuestros sabios para tan solo medir la base de su triangulación entre Caraburo, Yaruquí y Oyambaro, o sea muy exactamente 6272 toesas 4 pies y 7 pulgadas (un poco más de 12 kilómetros) porque trabajaban con pérticas encajadas que alienaban con pequeños montículos de piedras, ahora se visualiza de una sola ojeada en una pantalla la forma de la tierra cuya definición era, lo recordamos, el objetivo de la expedición. Y si queremos disponer de imágenes de las regiones más inaccesibles, los satélites las ofrecen hasta el detalle. Esto será por otra parte uno de los temas tratados en un seminario sobre la evolución de la medida de la tierra que tendrá lugar en Quito a fines de este año y en el que se informará sobre las cualidades técnicas del satélite francés SPOT.

Pero volvamos a nuestros científicos del siglo XVIII. Claro es que cometieron errores. Sin embargo, no resulta impresionante comprobar que, con los rudimentarios instrumentos a su disposición, los dos equipos solo notaron una diferencia de menos de tres pulgadas, es decir, 1/160avo de coeficiente de error al comparar los resultados de sus mediciones de la base de Yaruquí. También en este caso, la evolución del conocimiento tiene porqué desconcertarnos. Tales diferencias ya no se admiten hoy en día. Tomemos como ejemplo nuestro querido metro, la unidad de medida universal por excelencia, definido en 1799, a partir de los trabajos realizados en el Ecuador por la Misión Geodésica, con la diez millonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre. Ya no es la distancia media, a la temperatura de cero grado, de los ejes de dos líneas paralelas trazadas sobre el prototipo internacional de platino iridiado que se conserva en el Pabellón de Breteuil, en Sevres, cerca de París. Desde 1960, es igual a 1.650.763,73 longitudes de onda, en el vacío, de la radiación correspondiente a la transición entre los niveles 2P10 y 5D5 del átomo de Criptón 86.

Ustedes me disculparán, espero, por ese alarde de erudición, cuyo único propósito es demostrar que el saber está al alcance de todos. Basta con abrir un libro o, mejor, con consultar una computadora. Si Ustedes no saben hacerlo, sus hijos les enseñarán.

Esta digresión sobre el metro me permitirá, si Ustedes lo consienten, llegar al término de mi discurso. Olvidemos las longitudes de onda de las radiaciones del Criptón para no recordar más que lo siguiente: desde 1736, un intercambio se ha establecido entre Francia y el Ecuador: GODIN había traído de París una toesa marcada sobre la toesa que se conserva en el Gran Chatelet. Esta toesa, seguidamente, sirvió en Quito de referencia para las pérticas que se utilizaron para establecer la base de las mediciones geodésicas. A partir de esas medidas efectuadas en el Ecuador, se pudo calcular la longitud del meridiano y, posteriormente, el metro nació en Francia.

Lazo de unión entre nuestros 2 países, ese instrumento de medida, se ha convertido a la vez en un símbolo de interdependencia y en el signo de la universalidad.

¿Cómo podría ser posible, Señor Presidente, que nuestras relaciones fundadas sobre tan felices premisas no perpetúen la magnífica amistad que unía a LA CONDAMINE y MALDONADO?

Agradezco a Vuestra Excelencia y a Ustedes Señores por su atención”.

Quito, 7 de julio de 1986.

NOTA: Tomado del discurso del Señor Didier Bariani, cuya copia del original posee el archivo de EcuadorUniversitario.Com

2012 EcuadorUniversitario.Com

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