A comienzos del siglo XXI, Antonio Alanís Huerta, Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Caen, Francia y Coordinador General de la Comisión Estatal para la Planeación de la Educación Superior en Michoacán (COEPES) de México, publicó un artículo titulado “Cinco Retos de la Educación Superior” (Contexto educativo: revista digital de investigación y nuevas tecnologías, Nº. 3, 2000), en el que destacó que lo fundamental para el Alma Mater es: 1. El desarrollo de la ciencia y la tecnología; 2. La formación profesional frente a la oferta del empleo; 3. La competencia profesional y la recertificación; 4. La calidad de la formación profesional y la actualización del contenido; y, 5. La formación para la convivencia laboral y la participación ciudadana.
Brevemente, puntualizaba que el desarrollo de la ciencia y la tecnología incluye contar con investigadores consolidados; generar más inversiones en investigación científica y en desarrollo tecnológico, tanto en ciencia básica como aplicada; y, sobre todo, “separar el desarrollo científico y tecnológico del conflicto social y político”.
Al referirse a la formación profesional frente a la oferta del empleo, apuntaba: “El mercado del empleo es dinámico por excelencia; es aquí donde impactan en primer término las innovaciones tecnológicas y las políticas de desarrollo productivo.[…] El reto de las instituciones de educación superior, consiste en idear estrategias para que los profesores, responsables de la formación profesional, dominen el contenido vigente de su disciplina y los métodos y las técnicas más actuales para su aplicación práctica”. Y sugería como opción “la capacitación de los profesores en las empresas, a través de convenios bilaterales”.
La competencia profesional y la recertificación lo definía así: “Si atendemos a uno de los principios básicos de la educación permanente que postula que la educación del hombre no termina cuando culmina una carrera; que el hombre es inacabado y que es susceptible de una constante actualización; entonces, la formación profesional que recibe el sujeto en la universidad o en los institutos corresponde, en el mejor de los casos, al conocimiento vigente en el momento de concluir los estudios”.
Hacía énfasis en la necesidad de “recertificación periódica de los profesionales con licencia para ejercer una profesión”, una tarea que incumbe a las universidades.
La calidad de la formación profesional y la actualización del contenido, consistía para Antonio Alanís Huerta “El reto de las instituciones de educación superior en seleccionar adecuadamente a su personal docente; reformular los contenidos teóricos y metodológicos de las carreras profesionales; establecer y operar programas de actualización profesional para sus profesores.
Finalmente, al hablar de la formación para la convivencia laboral y la participación ciudadana destacaba que “la tolerancia es el primer paso para el establecimiento del diálogo; el diálogo es el antecedente del consenso; y el consenso es necesario para el establecimiento de compromisos y de tareas orientadas al bien común”. Y añadía: Es en síntesis, un reto importante del sistema educativo en general y de la educación superior en particular; es propiciar los espacios de discusión e inducir los temas de la democracia, con sus virtudes y defectos, para aprender a convivir de manera civilizada con quienes no piensan como nosotros.
EcuadorUniversitario.Com agrega la necesidad de construir un sistema de educación superior que sea abierto y flexible orientado hacia un mayor acceso y permanencia a sectores de población de bajos ingresos; que imparta una formación de calidad y permita la movilidad de los diferentes agentes educativos, que facilite a quienes egresan, una adecuada inserción en el mundo productivo por su capacidad crítica, creativa y emprendedora, con aptitud para solucionar problemas y para afrontar ambientes de trabajo cambiantes, como personas íntegras y con conciencia ciudadana, vinculadas a la sociedad y a su problemática.
Que contribuya con el desarrollo científico y tecnológico de la sociedad ecuatoriana, de manera que el país y sus regiones puedan insertarse y competir en el mundo globalizado.
Que tenga la capacidad de establecer procesos de interacción con la sociedad, y contribuya a la identificación y comprensión de los problemas y sus alternativas de solución.
Que estimule y valore la diversificación de programas e instituciones, precise la tipología institucional de manera clara según su vocación, que tenga viabilidad financiera, capacidad de gobernabilidad y desarrolle una gestión moderna; con órganos de coordinación y dirección coherentes, para el desarrollo de una política a largo plazo de equidad con trasparencia.
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