“Roben lo que puedan…”

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

“Con esta sapiencia que me da la muerte, a los que vinieron hasta aquí esta noche en agradecimiento les quiero dar un consejo: roben lo que puedan, saqueen lo que puedan, embólsense lo que puedan, no dejen ni un quinto, arrasen. Que las arcas públicas terminen como el alma de Locke, cual tábula rasa, y que el que venga se quede mamando en el aire. Vivan, afortunados, la era de la impunidad que les tocó, aprovéchenla. Adulen, lambisconeen, den coba y que no se vaya a apoderar ninguno de lo que les corresponde por derecho propio: las presidencias municipales, las delegaciones, las gubernaturas, los consulados, las embajadas…las secretarías, le regencia, la presidencia, que después del papado es lo máximo… El hombre nació para el peculado, el soborno, el cohecho, la nómina, el presupuesto, el gobierno, la venalidad, la coima y lo demás son cuentos. La moral es boba, la tierra es de los granujas. ¡Bienaventurados, granujas, porque de vosotros es el reino de esta tierra! El que no roba y deposita en Suiza vive en el error…”

Quien escribe estos sarcasmos de nuestra realidad es uno de los autores que figura en los primeros 15 lugares en donde están autores y críticos hispanoamericanos y españoles de los últimos 25 años. Se conoce que una lista hecha en 2007 contiene 100 libros considerados los mejores en lengua castellana. Ahí está él. Creo que esto es más que suficiente para evitar reproducir un currículum lleno de premios y reconocimientos. Pero los que ponen el dedo en la llaga y hablan con las palabras completas, además de no tener miedo a decir lo que piensan de la política, la religión y la vida misma, siempre terminan ignorados y perseguidos, soportando líos judiciales seguidos por quienes se sienten ofendidos con las verdades expuestas en voz alta.

“Lo que me resta de la vida quiero vivir en México”, dijo un 6 de mayo de 2007. “De pequeño descubrí que Colombia era un país asesino, el más asesino de todos. Luego me di cuenta de que era un país atropellador y mezquino, y ahora –con la reelección de Álvaro Uribe- descubrí que era un país imbécil, y ahí solicité mi nacionalización en México, que me dieron la semana pasada.”

Estamos frente a un gigante de la literatura, se trata de Luis Fernando Vallejo Rendón, nacido en Medellín en 1942, que ahora mismo va por los 75 años. Una persona instruida de este continente y amante de Hispanoamérica no puede morir sin haber leído alguno de sus numerosos libros: El desbarrancadero, y La Virgen de los sicarios (llevada al cine) están en esa lista de los 15 libros cumbre de nuestras letras. Ahora he terminado de leer sus “Peroratas” (Alfaguara, 2015) impreso en Bogotá, y me hace pensar en aquello de que los escritores somos parte de una tierra, que está más en nosotros que en quienes la gobiernan.

Estamos como lo está un río en su geografía, a pesar de que los perversos tratan de ignorarnos, de aladearnos o invisibilizarnos para que no desmerezca su priostazgo repleto de la pirotecnia lanzada por tantos lambiscones retribuidos con nuestro propio presupuesto.

Y hablando de cosas del idioma y de las palabras dichas, por las que fue enjuiciado, Vallejo se reafirma: “¿También nos lo van a robar los políticos? ¡Qué importa, róbenselo! Roben y mientan, mientan y declaren por televisión, y si alguien los denuncia, calúmnienlo, y si los arraigan, ampárense, que el Poder Judicial son unos perros venales hambreados de mendrugos. Ahí tienen, perros, coman, repártanse la salchicha, Una vez montado en el presupuesto…” Terminemos esta nota cambiando el sabor amargo de las ingratitudes, puesto que fue invitado a su propia Patria a recibir un Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional de Colombia (2009), y que en el acto referido el escritor demuestra que es genio y figura hasta la sepultura.

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