Se viene el ¨salvataje¨, perdón, el balotaje

 

Por: Mateo Sebastián Silva Buestán

Dentro de poco, los habitantes del país situado en la mitad del mundo tendremos que elegir, casi al azar, al futuro Presidente de la República. Esto después de varias semanas de tensión y silencio en cuanto al misterioso escrutinio de actas electorales. Así, tenemos en la esquina derecha al representante del movimiento CREO y, aun buscando su lugar, al candidato por la lista UNES. Los votos de estos afamados personajes, incluso sumados, no superan la mitad de toda la población electora. Nublado paisaje, indecisión presente. Sin embargo, así funciona la democracia, o, al menos, así ha sido siempre.

A tropel, los dos presidenciables han empezado ya con la campaña de segunda vuelta. Se disponen, a cualquier coste, a conquistar los votos de más de cinco millones de personas, votos que en las primeras elecciones se repartieron entre nulos, blancos y un cúmulo de ¨partidos políticos¨. Alerta, pues yo te ofrezco, pero busca quien te dé ¿Qué nuevas formas de hacer populismo se inventarán ahora los finalistas? ¿Con qué motivo tratarán de comprar nuestro voto? ¿Cuál será su nuevo panfleto de presentación? Hasta el momento, nos hablan monsergas sobre tasas de interés, plazos, créditos; otros, en una ironía propia de la vida, se han manchado las manos, pero esta vez para recoger deshechos de quebradas.

De este modo ha empezado la carrera hacia Carondelet, una sana y entretenida competencia en la que se podrá presenciar de todo ¡No podemos perdérnosla! Contaremos con bulliciosas y pagadas caravanas, prensa corrupta, falsas acusaciones, ideologías que pasan de estribor a babor y viceversa, moral endeble, cientos de memes y un sinnúmero de copiosos videos para redes sociales. Visto de este modo, el ambiente es desolador. De igual manera, no esperemos mucho del debate, mantengamos las expectativas muy, pero muy bajitas. Tendremos en la palestra a dos personas que agitarán los ánimos y armarán una escaramuza, pues, al parecer, reñir, ofender y blasonar es un atávico político.

Todo lo mencionado con antelo en una decadente sociedad que se encamina, cada vez más, hacia la autodestrucción. No hace falta, sino, caminar por las ciudades y observar filas interminables de desempleados con sus carpetas bajo el brazo y profundas expresiones de tristeza. Solamente es necesario recorrer las calles para notar que los índices de mendicidad son alarmantes. El hacinamiento se ha vuelto un problema de mayor envergadura. En razón de la inmunización ante Covid-19, no se necesita partirse la cabeza para descifrar a dónde fueron destinadas las vacunas contra el nuevo coronavirus; están allá, dentro de los círculos sociales elitistas de siempre. El país está sumergido en una profunda crisis social y económica.

A grandes males, grandes soluciones. Ya que cada cuatro años, diferentes, aunque a veces los mismos malos actores, pero cubiertos con una máscara de tragedia, actúan la misma obra, la misma función; está en nuestro poder cambiar el libreto. Pasemos de ser esa calurosa ovación, a un fuerte abucheo. Dejemos de ser esa voz que grita en el desierto y convirtámonos en un estruendoso redoblar de campanas ¿Y qué si gana el nulo? Lejos de tecnicismos y profecías de leguleyos, gana la verdadera voluntad del pueblo. Propinaríamos una bofetada de guante blanco a la clase política de este país, y que después se presenten a un duelo y se atengan a las consecuencias. Este hecho, quedaría registrado, por siempre, en la infinita Historia y en el torrente sanguíneo de este pueblo gladiador que vencería al león. Mientras, a seguir soñando.

viernes, 19 de marzo de 2021