Presentamos el texto completo de la intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, con ocasión de la Apertura solemne de la Sexta Sesión Plenaria Ordinaria de la Asamblea EuroLat, realizada en el Salón Plenario de la Cámara de Diputados de Chile, el jueves 24 de enero de 2013.
Excelentísimo Señor Presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera Echenique, Saludo con afecto al Presidente del Senado de la República de Chile, al Presidente de la Cámara de Diputados de Chile y a los Parlamentarios de la Unión Europea y de América Latina Especialmente a Gloria Oqueli, José Ignacio Salafranca Sánchez-Neyra, y a Pío García Escudero Sra. Catherine Ashton, Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea.
Amigas y Amigos.
Quisiera en primer lugar expresar nuestro reconocimiento a Chile, a sus autoridades y su Presidente, por la organización, esfuerzo y dedicación en la organización de la Cumbre CELAC-Unión Europea y CELAC respectivamente, que incluye múltiples actividades que se desarrollan en paralelo y cuya relevancia es una demostración de oficio y capacidad.
Con profunda emoción que me apropio de esta oportunidad para imaginar horizontes de realización, para repensar el rumbo y para aventurar, con responsabilidad y prudente ambición, propuestas de política pública que desaten las inmensas potencialidades de una renovada asociación entre Europa y América Latina y el Caribe en beneficio colectivo.
Gracias por este espacio privilegiado para dialogar con ustedes.
Las expectativas sobre la Cumbre son mixtas. Hay más interrogantes que propuestas concretas. Pero para nadie pasa desapercibida la importancia de la actual coyuntura para el futuro de las relaciones birregionales. Quizás sea una oportunidad para encontrar mayores complementariedades venciendo viejas asimetrías históricas, comerciales y sociales y avanzando a una relación más equilibrada y equitativa.
Hoy hay cierta perplejidad en esta región pues al menos hasta hace cuatro años la Unión Europea se percibía como una región que brindaba un norte respecto al desarrollo y a la cooperación. Una región comprometida con la integración económica, con la protección social de vocación universalista, con la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible y con el multilateralismo. Todo ello orientado hacia la construcción de un Estado de bienestar, igualitario y productivo.
Pero hoy ante esta crisis que comenzó en 2008 muchos de estos objetivos están cambiando e incluso hay quienes culpan precisamente al Estado de Bienestar de los problemas que vive la zona Euro y se han olvidado las causas centrales vinculadas más con la desregulación financiera y la voracidad de los mercados especulativos.
En esta ruta desafiante, la CEPAL, reafirma que la igualdad debe ser el principio ético normativo primordial y el objetivo último.
Situar a la igualdad en el centro implica una ruptura con el paradigma económico que ha prevalecido en la región durante al menos tres décadas. Pero es una ruptura indispensable que exige políticas deliberadas centradas en derechos, con vocación universalista, en ámbitos como el empleo, la educación, la salud y la protección social. Es necesaria y urgente porque la desigualdad conspira contra el desarrollo y la prosperidad económica. Y porque la región puede crecer más y mejor. Pero para ello, el paradigma hoy debe ser sin duda crecer para igualar pero sobre todo igualar para crecer.
Procurar la igualdad requiere de un cambio estructural orientado a cerrar brechas sociales y productivas críticas donde no estén reñidos entres sí lo económico, lo productivo, lo social y la sostenibilidad ambiental. Un cambio estructural virtuoso que difunda el progreso técnico y abra plenas oportunidades laborales a lo ancho de la estructura productiva y del tejido social, con acceso universal a la protección social.
Esta senda requiere una nueva ecuación entre estado, mercado y sociedad que incluya pactos fiscales y sociales que doten de legitimidad y recursos a este proceso. Requiere de un mejor estado, y de traer a la política de vuelta. Estos pactos han de constituirse con objetivos claros: Aumentar ingresos tributarios, haciéndolos progresivos, reducir la evasión, aumentar la captación de la renta de los recursos naturales, incrementar la inversión pública, ampliar el espacio fiscal entendido como capacidad de acción contra cíclica, proteger el gasto social, definir prioridades de inversión pública de acuerdo con objetivos de largo plazo de la política industrial y social y la instauración de estabilizadores automáticos.
Tres ejes apreciamos como los desafíos esenciales de nuestra región para colocarse de mejor manera en una asociación estratégica con Europa más simétrica y más equilibrada:
- Apuntalar un crecimiento sostenido, estable y robusto, generador de empleos de calidad transformando los sistemas productivos y avanzando hacia actividades intensivas en conocimiento e innovación.
- Una agenda pro igualdad basada en un cierre de brechas de productividad, de ingresos laborales y de construcción de capacidades para absorber el progreso técnico.
- Un compromiso ineludible con la sostenibilidad ambiental, que se base en un mejor aprovechamiento de los recursos naturales, aplicando los avances tecnológicos para lograr saltos productivos.
La región ha aprendido a ser prudente en lo macroeconómico y progresista en lo social.
Continúan siendo activos importantes una inflación controlada, sólidas políticas fiscales, una deuda pública menor y mejor estructurada (por debajo del 35% del PIB) y un nivel inédito de reservas internacionales (superior a los 800.000 millones de dólares). Esta región ha visto en las últimas dos décadas por la acción decidida de sus estados, disminuir el número de personas que vivían en la pobreza, de un 48,4% (1990) a un 30,4% (2012). La extrema pobreza o indigencia disminuyó casi 10 puntos, pasando del 22,6% al 12,8% de la población.
______
Descargue el documento completo: