Una verdad bastante cómoda

Por: Rodolfo Bueno

Desde 1991, EE.UU. ha usado a los grupos integristas islámicos en Afganistán contra la URSS, en Irak contra Saddam Hussein, en Libia contra Gadafi, en Siria contra al Assad, en Chechenia contra Rusia y en Xinjiang contra China. No es que el Estado Islámico (EI) sea un problema que se les fue de las manos, es un tumor maligno generado en el caldo de cultivo de estos grupos.

Se trata de un ejército regular compuesto por contingentes de todo el “mundo civilizado” o no, son guerreros efectivos que se multiplican como hongos después de la lluvia. Sus combatientes atacan objetivos específicos y consolidan los territorios conquistados; actualmente, luego de ocupar Libia, desgobiernan amplias zonas de Irak y Siria y planifican extender su dominio por Europa, Asia y África. Tienen a su disposición grandes recursos económicos y hacen uso efectivo de armas pesadas y blindados.

Todo esto no es casual ni se ha dado por generación espontánea. Según el senador Rand Paul, “el EI creció porque los halcones de nuestro partido republicano dieron armas indiscriminadamente, y la mayoría de esas armas fueron arrebatadas por los yihadistas”, lo que complementa la declaración de Joe Biden de que EE.UU. y sus aliados del Medio Oriente crearon al EI para derrocar al gobierno de Bashar al Assad.

Pero si el EI es enemigo de la humanidad, el deber del mundo es combatirlo. ¿Mas cómo hacerlo si hasta ahora los bombardeos indiscriminados de EE.UU. solo lo han fortificado y si en Siria todo grupo armado irregular está vinculado al EI? Lo que reconoce el Pentágono cuando dice no tener noticias de los grupos moderados que entrenó para derrotar a al Assad y lo confirma el general Austin cuando responde en el Congreso que no más de cuatro o cinco de estos soldados no se han pasado al EI. Confesión que hace exclamar al Senador McCain: ¡Hemos fracasado!

La cancillería moscovita confirmó la presencia de militares rusos en Siria, encargados de suministrar armas al Ejército Sirio, y el presidente Putin propone la creación de una coalición para derrotar a los yihadistas, sean de la bandera que fueran, pero todo en el marco de las resoluciones adoptadas en el seno de la ONU y solo en respuesta a una eventual petición de las autoridades de Damasco. Su objetivo, evitar el colapso del Medio Oriente y derrotar al EI, que representa una amenaza para esa región, para no tener que combatirlos luego en toda Europa.

“Rusia no da ningún paso sin el consentimiento de las autoridades de Damasco, a diferencia de los países que están bombardeando a Siria”, recalcó María Zajárova, representante del MM.EE. ruso. Hace referencia a la coalición ilegal liderada por EE.UU., que realiza ataques en Siria contra el EI. En cambio a Washington le preocupa un altercado involuntario con el Ejército de Rusia y propone crear un “mecanismo de interacción” que evite eventuales situaciones críticas. El secretario de Estado, John Kerry, declara que Rusia debe participar en la resolución del conflicto en Siria. Qué bien, pues la paz mundial peligra sin un entendimiento entre Rusia y EE.UU.

Quito, septiembre 28 de 2015

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