Universidades y Ley de Educación Superior

Por: Dr. Plutarco Naranjo

Próximamente, en la ciudad de París, bajo los auspicios de la Unesco, se realizará la II Conferencia Mundial de Educación Superior. El lema de la reunión es: “Las Nuevas Dinámicas de la Educación Superior”. En la década que media entre la primera y esta próxima Conferencia, hay muchos países que han conseguido relevantes progresos en educación superior, mientras otros han quedado muy rezagados. ¿En qué nivel se encuentra Ecuador?

Si desde hace décadas se ha reconocido que los conocimientos y herramientas cognoscitivas que las universidades transmiten, son un factor decisivo para el avance de las sociedades humanas y la consecución de justicia y solidaridad, ello es ahora indiscutiblemente más decisivo puesto que el mundo enfrenta una indetenible aceleración en nuevos y fundamentales saberes. No hay día en que no se produzca una fértil técnica.

Frente a este acelerado devenir de ciencia y tecnología ¿qué papel juegan las universidades?

Ciertamente, no todos los avances en ciencia y tecnología están destinados al bienestar humano. El desarrollo de armas, cada vez más poderosas y destructivas, va en sentido contrario; otros inventos contribuyen al rápido deterioro del medio ambiente. Frente a estos y otros peligros del mismo orden, ¿qué pueden hacer las universidades?

Con relación a las universidades del país, han surgido en estos tiempos repetidas críticas sobre la calidad de la educación que ofrecen. Es sin duda deplorable su inadecuación ante los requerimientos reales del Ecuador (en absoluto necesitamos de más abogados, por ejemplo, pero sí de más especialistas en agricultura, minería, energética, biotecnología, y así.)

Pero también es el caso que el Consejo Nacional de Educación Superior (Conesup) se ha empeñado primero, en conocer cómo funcionan las universidades, cuál es su nivel de eficiencia, cuáles cumplen con leyes y reglamentos, y segundo, qué es indispensable hacer para elevar tanto los niveles de conocimientos cuanto el ejercicio ético de docentes y educandos.

En estos días la Comisión Legislativa discute un proyecto de nueva ley de educación superior.

Pero dirigentes universitarios ya han objetado ciertas disposiciones del proyecto, como aquellas que repercutirán en el manejo autónomo o no de recursos, en las titulaciones, en el cogobierno, y así. Al menos una disposición sería inaplicable: aquella que establece que el 75% o más de los docentes deben tener el título de cuarto nivel (maestría o PhD). Esto puede considerarse como una aspiración a cumplirse en unos años pero hoy por hoy es impracticable. ¿Dónde están los cientos de docentes que cumplen con este requisito? Nuestras universidades recién están organizando cursos para alcanzar el título del cuarto nivel. Quienes lo han obtenido en universidades extranjeras no llegan ni al 10% de los docentes.

Frente a estos hechos, ¿no sería oportuno estimular un amplio debate entre los interesados en promulgar la ley? ¿Y no sería sensato esperar a que la H Conferencia Mundial de Educación Superior formule sus resoluciones y sugerencias a fin de integrarlas en lo que tengan de válido y adecuado a nuestras circunstancias?

Nota: Este artículo fue publicado en EL UNIVERSO, el 21 de julio del 2009

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