Volvamos a la palabra edificante*

Por: Dr. Marco Antonio Rodríguez 

Cernuda, el poeta de la esencialidad, nos dice: «No es el amor quien muere, somos nosotros mismos». ¿Podemos hablar del pesimismo de Cernuda como lo han hecho varios de sus críticos? Creo que no. Pero sí del poder de la poesía y de la vida. Glorificación de los dominios de esa atroz hermosura que nombramos vida. Palabra poesía que se hunde como una daga en nuestra realidad y, al mismo tiempo –relámpago brevísimo-, que alumbra las tinieblas del corazón humano. Más que a conocernos, la poesía de Cernuda nos ayuda a reconocernos. Y entre los nuestros, Francisco Granizo:”- ¡Ay Amada!/ – reza el poeta: su obra es una perpetua oración sangrante- en la ruina de la palabra estás/ y en la palabra estabas y antes,/ mucho antes,/en el principio cuando solo/ fue la boca hambre y grito…”. Emboscada y acoso del imposible amor. Gozo, agonía y crucifixión: la poesía de Granizo. El poeta es quien no tiene otra opción en la vida (condena y liberación). ¿Pidió Granizo alguna vez comentarios o tributos, lo hizo Cernuda…? Jamás. El poeta genuino dice y eso le basta. ¿Por qué nombro a un poeta de fama planetaria junto a un poeta ecuatoriano apenas conocido? Mi afán no es comparar –ejercicio vano-, lo hago porque ya nos hemos irrogado suficiente daño con dos de nuestros más insensatos estereotipos: nuestro sentimiento de minusvalía y nuestra mezquindad.

Poetas de la gravedad física, de la inmensidad geográfica, de la fragosidad de regiones, de las ciudades y del hombre planetario: Neruda y Carrera Andrade; de la tristeza del hombre consustanciado y desarraigado de su lugar de origen: Vallejo y Dávila Andrade; del lenguaje críptico con vuelo místico: Góngora, John Donne, Gangotena; del criticismo social: Rimbaud, Gelman, Adoum, Euler Granda. De los dioses de las religiones, pasamos al dios del marxismo, luego al dios del mercado, ahora vivimos asidos al dios de la tecnología. La palabra se ha volatizado en el mundo de la trivialidad. ¿No se han reducido hasta la insignificancia los libros universales, hispanoamericanos y ecuatorianos en las recientes tecnocráticas reformas educativas?

La palabra a punto de zozobrar, sus manos decrépitas pero siempre renacidas asoman pidiendo salvación, pues el resto de su cuerpo  se convulsiona en el cieno de Internet: Google, YouTube, MySpace, Facebook, Twitter… Cuidado: nunca en contra de estas herramientas tan significativas para el desarrollo de las sociedades; estoy opuesto cuando no están al servicio de la humanidad, cuando subyugan a legiones de hombres y mujeres de todas las edades y los constriñen a dialogar mediante el celular, omitiendo las miradas no obstante estar sentados en una misma mesa. O usando el SMS, mutilando las palabras a gusto o a disgusto. Pronto no seremos capaces ni siquiera de balbucir. Involución, deshumanización. Las nuevas generaciones serán informadas pero carentes de conocimiento.

La Palabra es término elegido que se envilece, voz jurídica y ética que decae o extenúa a merced de convencionalismos y falacias, práctica que genera comunicaciones genuinas lo mismo que instituye discrepancias y aniquila verdades inermes. Dominio e inutilidad se hallan en las fronteras de la palabra, y es ella, de acuerdo con la autenticidad, limpidez y grandeza de preceptos de quienes la pronuncian y de quienes la oyen y la despliegan, cuando se la aprecia en sí misma, en caso contrario, es demolida por obra de cualquier frívolo poder o severo significado aparente. Estamos ante una de las amenazas más ominosas y generales que enfrenta la especie humana pensante y las camarillas embusteras de los que aplican el uso espurio de la palabra y el comentario tergiversado y superfluo de su real significado.

Me refiero, por ejemplo, a los calificativos grotescos, irrisorios, ridículos que desde el poder se utilizan para humillar a propios o extraños. El insulto puede ser recurso válido, pero para ser insultador hay que tener talento en abundancia. Unamuno llamó a Montalvo “el gran insultador de América”, y lo fue; pero ciertos usos no pasan de ser sino míseras argucias que develan ignorancia, descaro o novelería. Y la construcción de postulaciones lingüísticas adefesiosas. Una perla: la moda introducida respecto de la utilización de los las, ellos ellas, nosotros nosotras, unos unas, malos malas… para abolir – mediante tamaña extravagancia- el machismo. El sonsonete estaba incorporándose al inefable imaginario de nuestro pueblo. Una mujer ilustre, Susana Cordero de Espinosa, mediante un editorial nos emplazó a comprender que el machismo es un estado del alma, todo lo demás es hojarasca pura y simple. Por cierto, los burócratas, incluidos los pocos intelectuales funcionales que nunca faltan, siguen con la cantaleta.

A propósito, no solo en nuestros países sino a nivel mundial, los intelectuales (sabios, escritores, científicos, artistas…) ya no están a la vanguardia de la historia, han cedido su voz a tecnócratas y marketineros, encuestadores y estadísticos, yuppies y magnates de la guerra o del cine. Léase De la cultura en América y Cultura Mainstream de Fredéric Martel y se constatará que descolonizar la cultura es una utopía miope y pasadista. Lo que sí podemos hacer los pueblos ambiguamente llamados tercermundistas es encarar nuestra constante superación. ¿Cómo lograr esa utopía?: mirando hacia y desde nuestras entrañas, no copiando, no plagiando, buscando afirmar nuestros valores y gestado paradigmas propios. La verdad es que a partir de los noventa del siglo que dejamos, las instituciones tradicionales o actores clásicos entraron –en estampida- a un período (vayamos a saber cuánto tiempo durará), en un espacio de cuidados intensivos. Así lo señalé, simple y escaso mortal como soy, en una publicación especial de Excélsior de México cuyo extracto se publicó en diario Hoy del Ecuador, el 1 de enero de 1993. “Estado, iglesias, democracias, imperialismos, fuerzas armadas, universidades, partidos políticos, sindicatos, intelectuales…”.Mi aserción, por cierto, no era original, valiosos pensadores ya lo habían afirmado con argumentos indesmentibles. ¿Qué hacer? Por allí han formulado propuestas imprecisas, no obstante sus saberes, filósofos y escritores de las dimensiones de Fuentes, Sánchez Vázquez, Bolívar Echeverría, Jorge Edwards, Sabato, Vargas Llosa, Gregorio Klomovsky… en nuestra América. Lista variopinta para no asustar a nuestros tardomarxistas.

 • * Fragmento del discurso “Palabra y Arte” de incorporación del Dr. Marco Antonio Rodríguez como Miembro de Número a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la institución cultural más antigua y con mayor prestigio del país. La ceremonia se cumplió el miércoles 18 de julio de 2012 en el vestíbulo del Teatro Nacional. La presentación del Académico de Número corrió a cargo de Hernán Rodríguez Castelo.

• Marco Antonio Rodríguez fue miembro correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua desde 1998, y pasó a ocupar el sillón C de Jorge Salvador Lara por una resolución del directorio de la institución, esto en reconocimiento por su aporte a la cultura ecuatoriana e hispanoamericana y sobre todo al idioma.

• Doctor en Jurisprudencia, el escritor Rodríguez ostenta también un doctorado en Filosofía y Letras y máster en Ciencias Políticas. Ha publicado Cuentos del Rincón, Historia de un intruso, Premio al mejor libro de habla hispana, Feria Internacional del Libro, Leipzig, Alemania, 1977; Un delfín y la luna, Premio Podestá, México, 1986; Jaula, 1992, los tres últimos con varios premios nacionales, traducidos a varios idiomas y considerados por la crítica nuevos clásicos de la literatura ecuatoriana y latinoamericana.

• En ensayo sus obras más representativas son: Palabra e Imagen, cuatro volúmenes sobre artistas plásticos ecuatorianos, Grandes del siglo XX (dos ediciones), Poetas nuestros de cada vida, doce ensayos sobre poetas ecuatorianos; Palabra de pintores Artistas de América (I); Palabra de Pintores Artistas del Ecuador (II); entre otras obras.

Nota del Director: La Academia Ecuatoriana tiene ciento treinta y ocho años de existencia, desde su fundación en 1874, pues es la segunda academia fundada en América, luego de la Academia Colombiana de la Lengua en 1871.

2012 EcuadorUniversitario.Com

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