¡Ya paren la corrupción!

Por: Dr. César Ulloa Tapia Ph.D

Vicerrector del Instituto de Altos Estudios Nacionales -IAEN- 

Ecuador ocupa el mismo lugar que Kenia y Angola en corrupción. Se ubica en el lugar 121 de 180 países según el ranking de Transparencia Internacional al 2024. Cayó dos puntos en relación al 2023. Esto quiere decir que un pequeño porcentaje de la población se roba lo poco que tenemos, otros llegan al Estado para ampliar sus negocios y tampoco faltan ciertos sectores privados que quieren ganar todo, a toda costa. La corrupción es de públicos y privados. La corrupción empieza en la niñez, en la astucia celebrada por los adultos cuando sus hijos obtienen algo con el más mínimo esfuerzo, saltando normas, atropellando todo y a todos.

Un país corrupto es un país miserable, porque privilegia la deshonestidad y naturaliza el quebranto de las reglas. En un país corrupto “progresan” las personas con dinero mal habido, fácil y con cualquier estrategia. Las oportunidades para los segmentos de la población más pobres son más reducidas, porque los sobreprecios en las obras, las coimas y la compra de conciencias disminuye y ausenta el número de escuelas, hospitales, guardería, medicina, parques, centros deportivos, seguridad. No se trata de robar y hacer, sino de hacer más sin robar.

La corrupción nos mata todos los días, porque la gente trabaja por nada y para complacencia de unos pocos. Como decía Ángel Felicísimo Rojas, donde se pone el dedo salta pus. En todo lado hay la sapada, la vuelta, la viveza criolla como manera de relacionamiento entre las personas, entre el Estado y la empresa. A propósito de la campaña electoral, este país necesita un giro ético. No debemos olvidar que un acto de corrupción también es poner en altas funciones a personas sin el más mínimo conocimiento.

Que la corrupción no nos paralice y nos deje desprevenidos. Ojalá y al igual que alentamos a nuestros equipos de fútbol, también logremos llenar estadios para repudiar la corrupción y los corruptos. Bueno, soñar no cuesta nada, pero sería maravilloso un Ecuador libre de sapos, vivos, deshonestos, ventajeros. El trabajo es duro y es desde ahí donde debemos iniciar el cambio de país. No solo libres de violencia y humo, sino con más integridad y transparencia.