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Carl Zimmer, divulgador científico:“Los virus son misteriosos por su naturaleza, es fácil llegar a teorías conspiratorias”

Virus y parásitos forman un extraño mundo de criaturas diminutas con gran impacto en nuestras vidas. Los conoce bien Zimmer, uno de los escritores de ciencia más reconocidos del planeta. Uno de sus libros, ‘Un planeta de virus’, acaba de ser traducido al castellano.
  

Carl Zimmer. / Foto cedida por él

La trayectoria de Carl Zimmer (EE UU, 1966) como divulgador científico es reconocida internacionalmente. Autor de uno de los blogs de ciencia más prestigiosos del planeta, The Loom, es también columnista semanal de The New York Times y colabora habitualmente con numerosas publicaciones científicas como ScienceWiredNational Geographic o Popular Science.

Ha escrito trece libros sobre neurociencia, medicina y biología, uno de ellos, Un planeta de virus, reeditado en 2015, ha sido traducido al español recientemente por la editorial Capitán Swing. En él relata el caos que pueden llegar a provocar estos seres invisibles al ojo humano, cuyo impacto no se limita al mundo animal sino que se extiende al clima, al agua, al suelo o a los océanos y cuya evolución supone un desafío. Hablamos con Zimmer sobre esta publicación y de cómo hemos llegado a la actual crisis de la COVID-19.

¿Cómo comienza su implicación en el proyecto Mundo de virus, que incluye este y otros libros?

Judy Diamond, una bióloga de la Universidad de Nebraska, tuvo la idea de crear materiales educativos para estudiantes sobre virus. Se le ocurrió un montón de maneras de hacer que los virus fueran convincentes para los jóvenes y uno de ellos fue hacerme escribir una serie de ensayos, que finalmente se convirtieron en mi libro, Un planeta de virus.

“Teníamos muy pocas estrategias para frenar la propagación de la COVID-19 y, desafortunadamente, esas estrategias son económicamente devastadoras”

– Antes de la crisis de la COVID-19, de forma reciente otros virus como la gripe aviar, el VIH o el Ébola han puesto en alerta a la humanidad. ¿Cómo es posible que un coronavirus, en principio, menos letal haya tenido un impacto de tanto alcance en una sociedad avanzada?  

Una enfermedad como el ébola tiene una tasa de mortalidad más alta entre las personas infectadas, pero no fue capaz de extenderse fuera de África Occidental durante el brote de 2015, debido a su biología particular. Para cuando el mundo reconoció el verdadero peligro de la COVID-19, el coronavirus se había extendido a varios países de todo el mundo. Debido a que era nuevo, teníamos muy pocas estrategias para frenar su propagación y, desafortunadamente, esas estrategias son económicamente devastadoras.

-Usted habla en su libro sobre el caso de la erradicación de la viruela y que años después de su destrucción, muestras pasadas por alto aparecieron en un laboratorio. ¿Por qué cree que todavía hay teorías conspiratorias sobre estos microorganismos?

Los virus son misteriosos por su naturaleza. Son tan pequeños, tan aparentemente simples y, sin embargo, son tan poderosos y sofisticados. Es fácil llegar a teorías conspiratorias sobre ellos.

-Si no se pueden prever las futuras pandemias, ¿cómo nos prepararemos?

Hay muchas cosas que podemos hacer que no son tan caras, particularmente en comparación con los miles de millones de dólares que hemos perdido al permitir que el nuevo coronavirus se salga de nuestro control. Podemos trabajar en vacunas universales y en antivirales, además de examinar todos los virus de los vertebrados salvajes y determinar cuáles son las mayores amenazas para nosotros.

También debemos establecer redes de monitoreo internacionales y robustas para descubrir eventos de contagio a los pocos días de que ocurran y tomar medidas inmediatas.

-¿Qué opina de los recelos que surgen hacia las vacunas?

Creo que es una tragedia. ¿Realmente la gente quiere retroceder 100 años, a una época en la que la viruela, la poliomielitis y otras enfermedades eran una amenaza constante para los niños?

¿Por qué debería preocuparnos el cambio climático y su conexión con la propagación de virus, más allá de esta crisis de la COVID-19?

El cambio climático podría tener una serie de impactos en las enfermedades. Por ejemplo, muchos virus como el dengue y el zika son transmitidos por mosquitos. Un clima más cálido podría permitir a estos insectos extender sus rangos más al norte y al sur del ecuador, trayendo enfermedades a millones de nuevas víctimas.

-En los océanos existen también millones de virus, la mayoría inofensivos para nosotros. ¿Qué ocurre con los que están atrapados en el hielo y que aflorarán con el calentamiento global? ¿Podrían ser perjudiciales?

Portada de 'Un planeta de virus'

Portada de ‘Un planeta de virus’

El cambio climático tiene el potencial de amenazar a nuestra civilización con tormentas, sequías y calor. Si el cambio climático descongela cualquier virus conservado durante miles de años, dudo que creen una nueva epidemia. Morirán en algún lugar del desierto siberiano mucho antes de que alguien entre en contacto con ellos.

-Supongo que escribió este ensayo pensando que, más tarde que pronto, una pandemia volvería a suceder. ¿Qué lección cree que la humanidad debería aprender de esta crisis? 

Debemos reconocer que se trataba de un desastre del que se nos había advertido durante más de 30 años. Tuvimos mucho tiempo para prepararnos y no nos lo tomamos en serio. Este es un solo virus, pero hay muchos otros en animales salvajes que podrían propagarse y causar el mismo daño o peor. Tenemos que tomar estas amenazas en serio.

-¿El avance científico actual es suficiente para abordar las futuras pandemias?

Solo si la gente está dispuesta a entender en qué consiste la investigación científica.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Manuel Serrano, bioquímico del IRB: “No hay un precio por vivir más: si se retrasa el envejecimiento, se retrasan las enfermedades”

Este investigador madrileño es un pionero en el estudio del cáncer. Descubridor del gen p16, su trabajo con células madre le ha valido el reconocimiento de la revista Nature. Dedica su atención a la reprogramación de las células viejas. Su objetivo es que el sistema inmunitario las detecte y mate.
  

Manuel Serrano / SINC

Manuel Serrano (Madrid, 1964) quiere entender el envejecimiento. O, más bien, retrasarlo. Este bioquímico del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB) investiga aquellas células viejas y dañadas que nuestro sistema inmune se encarga de eliminar, llamadas ‘senescentes’.

Esta ‘limpieza’ no siempre tiene éxito. Cuando falla aparecen enfermedades asociadas al envejecimiento —una lista que incluye desde alzhéimer a ateroesclerosis— y cáncer. En el otro lado del ring se encuentran los senolíticos, fármacos capaces de eliminar las células senescentes cuando el sistema inmune es incapaz de hacerlo. Por sus resultados en ratones, estos medicamentos han despertado el interés de muchos investigadores.

Serrano es un pionero en el estudio del envejecimiento. No solo identificó  en 1993 el gen p16, uno de los más importantes de los que nos defienden contra el cáncer, sino que ha estudiado la supresión tumoral y la senescencia celular. Su trabajo con células madre reprogramadas fue considerado por la revista Nature como el trabajo del año en 2013.

SINC habló con Serrano antes de la pandemia durante una visita a Valencia para asistir al congreso sobre longevidad y genómica Longevity World Forum. Hemos aprovechado para preguntarle por el futuro del estudio de la senescencia… y también por sus hábitos personales.

El estudio de células senescentes ha experimentado un bum en los últimos años. ¿A qué se debe?

No se habían tenido en cuenta hasta hace cinco años, cuando se vio que tras muchas enfermedades hay células senescentes que contribuyen a ellas. Se han encontrado fármacos experimentales que las matan y que tienen un efecto terapéutico en ratones. Los resultados son tan buenos que se han empezado a hacer ensayos clínicos en pacientes.

“Las revoluciones biomédicas hay que tomárselas como lo que son: un tipo de terapia que antes no existía y ahora es una herramienta más. Hay entusiasmo por que algo funcione en enfermedades humanas, pero tenemos que rebajar las expectativas”

¿Los resultados en pacientes son tan buenos como en ratones?

De momento parece que los ensayos no son negativos, vamos a decirlo así. En unos años se verá la efectividad que tiene este tipo de terapias.

¿Son estos senolíticos la nueva ‘revolución’ en el campo del envejecimiento?

Exacto, pero todas estas revoluciones hay que tomárselas como lo que son: un tipo de terapia que antes no existía y ahora es una herramienta más. Todo lo que sea una herramienta para ir alargando el envejecimiento saludable es bueno, de eso trata la medicina. Hay entusiasmo por que algo funcione en enfermedades humanas, pero tenemos que rebajar las expectativas. Con que tengan efecto en alguna de estas patologías, que son todas muy graves, ya sería un gran éxito.

Algo similar ha pasado en los últimos años con la inmunoterapia.

Ha sido una revolución que todavía está en el comienzo y a la que se ha sacado un partido muy pequeño. Queda mucho por entender, mejorar y refinar, pero ya hay grandes avances. El melanoma metastásico tenía una mortalidad del 90 % y ahora el 30 % de pacientes se curan. No es que vivan un poco más, no. Curado. ‘Eso’ es una revolución. El problema es que es muy reciente y aunque un 30 % de pacientes se curen, los médicos no saben predecir todavía quién va a responder, quién no, y por qué. Tiene que haber una causa y se está intentando entenderla. Si se supiera se podría llevar a cabo una terapia mucho más dirigida.

¿Se podrían usar las inmunoterapias que existen contra el cáncer en enfermedades asociadas al envejecimiento?

“El melanoma metastásico tenía una mortalidad del 90 % y ahora el 30 % de pacientes se curan. No es que vivan un poco más, no. Curado. ‘Eso’ es una revolución”

Claro que sí. No sabemos cómo, pero sospechamos que sí. Al fin y al cabo el problema de fondo en estas enfermedades es el sistema inmune, que no es capaz de detectar las células aberrantes dañadas que dan lugar a cáncer si proliferan mucho. Si supiéramos cómo reactivar el sistema inmune para que las matara sería una revolución. Todavía no se ha hecho, pero le estamos dando vueltas.

Voy un paso más allá: ¿y si no envejeciéramos?

Es legítimo e ilusionante especular, pero soy un poco cínico si me lo permites. Llevamos retrasando el envejecimiento unos 150 años. Ahora se envejece más tarde que hace un siglo, no es nada que no haya ocurrido ya en la historia. Logramos frenar el envejecimiento constantemente y lo que la medicina moderna intenta es retrasarlo más y más porque queremos vivir más y más. Es una aspiración legítima.

¿Y tiene algún límite?

Supongo que habrá límites. Si nos ponemos a especular los habrá.

Me refiero a si piensa que la esperanza de vida del ser humano ha alcanzado su óptimo.

Ese es un tema que se debate mucho. Muchos científicos piensan que estamos muy cerca. Otros que, por cerca que estemos, cada vez se vive más. Teóricamente estamos llegando al límite, pero por lo visto todavía no hemos llegado.

En ese sentido, ¿son las enfermedades asociadas al envejecimiento un ‘precio a pagar’ por vivir tanto?

[Resopla].

No está de acuerdo.

No. Cuando un animal envejece tiene todo tipo de enfermedades: los perros sufren alzhéimer y patologías cardiovasculares. También los gatos, caballos y las especies que viven en zoológicos. La principal característica de estar envejecido, para todos los animales, es tener muchas enfermedades. No hay un precio a pagar: si se retrasa el envejecimiento, se retrasan las enfermedades asociadas a él.

“Logramos frenar el envejecimiento constantemente y lo que la medicina moderna intenta es retrasarlo más y más porque queremos vivir más y más. Es una aspiración legítima”

Pero es verdad que la incidencia de enfermedades como el alzhéimer ha aumentado…

Sí, porque tarda muchos años en aparecer. Estaba oculta: cuando la esperanza de vida era de cuarenta o cincuenta años a nadie le daba tiempo de llegar al punto de desarrollar alzhéimer. Sí, gracias a que se vive más se ha puesto de manifiesto una enfermedad que antes era minoritaria y ahora es muy común. Hay quien dice que cuando la curemos aparecerá otra. Seguro. Y yo digo: ¿dónde está el problema? ¿Dónde está el problema de que llegues a los cien años y aparezca otra enfermedad? Ya la estudiaremos.

¿Qué nos recomienda para llegar más tarde y mejor a ese envejecimiento?

Hay tres cosas que se han demostrado una y otra vez que están asociadas a tener menos enfermedades y un envejecimiento más saludable: tener una dieta moderada, hacer ejercicio moderado y tener una vida social rica; es decir, estar feliz y contento.

Como investigador que está al día de los últimos descubrimientos científicos, ¿hay algo más que usted haga?

Yo lo intento cumplir [ríe], pero no tomo pastillas ni nada.

¿Cómo moriremos cuando ya no muramos de cáncer?

Las enfermedades cardiovasculares son ya una causa importante de muerte, y las neurodegenerativas lo serán conforme vivamos más. Piensa que las demencias empiezan a partir de los 70 años. Hoy no es raro tener algún tipo de demencia senil, y cuando todo el mundo alcance esa edad…

¿Qué podemos hacer para evitar las enfermedades neurodegenerativas?

“Hay tres cosas que están asociadas a tener menos enfermedades y un envejecimiento más saludable: tener una dieta moderada, hacer ejercicio moderado y tener una vida social rica; es decir, estar feliz y contento”

La gente con una vida activa tiene una incidencia algo menor de este tipo de enfermedades. Tener amistades, familia, ir al trabajo… En definitiva, no estar en casa sentado.

¿Cuál es el gran reto al que se enfrenta ahora el campo de la senescencia?

Entender cómo las células senescentes se esconden del sistema inmune. Si entendiéramos eso podríamos reactivar el sistema inmune para que las mate.

¿Cree que estas enfermedades se pueden curar?

[Piensa un rato] No lo sé. Con ratones se curan, pero las enfermedades que estudiamos en ellos están en un grado muy leve. En humanos todas ellas tardan mucho más en manifestarse y se desarrollan mucho más. Cuando una persona tiene fibrosis pulmonar, está en un estado muy avanzado. No sé si alcanzado ese punto se puede revertir. La respuesta es que no lo sé. Desde luego, cuanto antes se trata una enfermedad más probabilidades hay de que se pueda revertir.

¿Cómo cambió el descubrimiento de p16 la forma en la que se entendía e investigaba el cáncer?

P16 nos llevó a la senescencia, y la senescencia al envejecimiento. Es un gen protector del cáncer muy importante, pero no es el único. Complementó el conocimiento, pero tampoco quiero darle más importancia de la que tiene. A veces atribuimos inteligencia y personalidad a los genes. Estos responden a un daño para proteger, pero no saben si ese daño va a producir luego alzhéimer o cáncer. Responden, protegen y ya está. Por eso están implicados en muchas enfermedades, porque si no funcionan se producen los daños que las causan.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

José Alcamí, científico del Instituto de Salud Carlos III: “Hay mucha basura entre la literatura científica sobre el coronavirus”

Las investigaciones de este virólogo se centran en el VIH, pero estos días está echando una mano contra el SARS-CoV-2. En el Instituto de Salud Carlos III coordina un grupo encargado de revisar la actualidad de la pandemia para elaborar informes científicos y técnicos que, a través de la web coNprueba, se ponen a disposición de la sociedad.

El poeta e investigador José Alcamí a bordo de un barco en Tierra de Fuego. / Foto cortesía del entrevistado

Sus décadas investigando el VIH le han enseñado que nadie es culpable de la enfermedad que sufre y que todas las personas merecen respeto.

Dentro del Instituto de Salud Carlos III, José Alcamí Pertejo (Valencia, 1957) dirige la Unidad de Inmunopatología del SIDA en el Centro Nacional de Microbiología. Pero ahora, en plena pandemia global de COVID-19, también es el coordinador del Grupo de Análisis Científico sobre Coronavirus, encargado de redactar informes científicos y técnicos sobre prevención, diagnóstico, tratamiento y manejo del virus y de la enfermedad.

Los informes se publican en la página web del ISCIII y en la página web CoNprueba, creada el año pasado por el Gobierno para fomentar la información científica y luchar contra las pseudociencias.

“Debido a la gran cantidad de información que está generando la pandemia COVID-19 y también a la mala información y los bulos, es importante dar una información veraz y contrastada”

¿Cómo surge este proyecto y cuál es su objetivo?

Surge por iniciativa de la directora del ISCIII, Raquel Yotti. Debido a la gran cantidad de información que está generando la pandemia COVID-19 y también a la mala información y bulos, es importante dar una información veraz y contrastada. Esta misión la realizan otros colegas y plataformas, pero desde el Instituto de Salud Carlos III se consideró importante contribuir a este esfuerzo. Nos pareció que la mejor forma de hacerlo era elaborar informes, sobre temas que preocupan, con la evidencia científica existente en cada momento.

¿Qué proceso se sigue para elaborar y difundir los informes?

El grupo está formado por investigadores de distintos centros del ISCIII, pero también por expertos en comunicación y periodistas. Cada semana nos reunimos y seleccionamos los informes a partir de tres fuentes: lo que está comentándose en los medios y redes sociales, los temas que nos solicitan los gabinetes ministeriales y aquellos que nos parecen importantes a los componentes del grupo. Una vez definidos, uno o varios miembros del equipo los elaboran, en ocasiones con el apoyo de colaboradores externos. Luego los difundimos internamente en los gabinetes ministeriales y en las páginas web del ISCIII y CoNprueba, además de las redes sociales.

¿Cómo valora la divulgación de la ciencia en España?

Era y sigue siendo una asignatura pendiente. En los últimos años han surgido iniciativas muy interesantes, pero todavía somos pocos los que consideramos esta actividad como parte de nuestro trabajo. Somos servidores de la sociedad y hemos de contarles lo que hacemos y explicar por qué lo hacemos. Por otro lado, es cierto que disponemos de poco tiempo y deberíamos obtener una formación para comunicar de manera correcta, al igual que los medios deberían tenerla sobre el funcionamiento de la ciencia moderna.

“La ciencia es tan dinámica que el 50 % de lo que enseñamos en la universidad estará obsoleto en cinco años; hay que enseñar cómo aprender, cómo analizar los nuevos conocimientos con sentido crítico”

¿Y respecto a la educación científica en nuestro país?

Es variable y depende mucho de los profesores, de su formación y entusiasmo. Los textos que yo conozco de bachillerato, por ejemplo, son muy buenos aunque algo exhaustivos. Tratan demasiados temas, son un primero de biología condensado.

Quizás lo que más echo en falta a todos los niveles es la escasez de tecnologías docentes innovadoras: enseñar por proyectos, clases inversas, técnicas de role playing (juego de roles), debates y discusiones. La ciencia es tan dinámica que el 50 % de lo que enseñamos en la universidad estará obsoleto en cinco años. Hay que enseñar cómo aprender, cómo analizar los nuevos conocimientos con sentido crítico.

En su caso, lo vive codirigiendo el Máster Universitario en Microbiología aplicada a la Salud Pública e Investigación en Enfermedades Infecciosas, ¿no?

Sí, hacemos una docencia muy original y participativa. Nuestro máster tiene un enfoque muy original porque vinculamos la lucha contra las enfermedades infecciosas más importantes en salud con la investigación. Tiene prácticas y rotaciones en los laboratorios del Centro Nacional de Microbiologia y la valoración por parte de profesores y alumnos es muy buena. Es un máster muy solicitado, donde tenemos que hacer una selección del 30 % de las candidaturas. Vamos ya por la séptima edición.

“Como muchos investigadores, ahora estamos echando una mano contra el SARS-CoV-2, pero esta epidemia pasará y los problemas a investigar seguirán ahí”

Su especialidad es el VIH, ¿hacia dónde se enfocan las investigaciones actuales?

Como muchos investigadores, ahora estamos echando una mano contra el SARS-CoV-2, pero como digo siempre, esta epidemia pasará y los problemas a investigar seguirán ahí. En el sida todavía hay que resolver temas más aplicados, como el conseguir una vacuna y buscar fármacos que nos permitan la curación definitiva. Pero el VIH es una fuente de conocimiento que no se agota.

En estos momentos yo considero al virus una herramienta, un explorador que nos permite conocer cómo funcionan nuestras células y nuestro sistema inmune. El conocimiento en áreas muy importantes, como la regulación de las rutas de interferón, los factores genéticos de protección frente a virus o cómo se generan las respuestas de anticuerpos, no serían posible sin el VIH.

Quizá el tema del sida está un poco olvidado, incluso antes de la pandemia. ¿Cuál es la situación actual de esta enfermedad?

Es una historia muy dura pero con un final feliz. Lo más importante es que existe un tratamiento eficaz para los pacientes que les permite una esperanza y calidad de vida iguales a las de una persona sin infección VIH. Pero no es una historia que haya terminado. Sigue habiendo un continente, África, que necesita tratamientos, sigue habiendo preguntas abiertas, no tenemos una vacuna y persiste cierto grado de discriminación hacia los pacientes. El problema continúa y debemos seguir resolviéndolo desde la ciencia, la medicina y la sociedad.

“Comparar el SARS-CoV-2 con el VIH es una estupidez, especialmente en lo que se refiere a prevención. No nos contagiamos de VIH en un restaurante o en una reunión. Para el coronavirus hay que usar mascarillas siempre”

¿Cuáles son las diferencias entre el virus del VIH y el coronavirus?

Esencialmente tres: la vía de transmisión, aérea para el coronavirus y sexual para el VIH; el tipo de enfermedad que produce, aguda para el coronavirus y crónica para el VIH; y las poblaciones más susceptibles a la infección, personas mayores para el coronavirus y población joven preferentemente en el caso del VIH, y en África las mujeres. Por eso comparar ambos virus es una estupidez, especialmente en lo que se refiere a prevención.

No nos contagiamos de VIH en un restaurante, en un concierto o en una reunión. Sin embargo, las medidas de prevención han de ser muy estrictas para el coronavirus, que es mucho más contagioso que el VIH. Por eso hay que utilizar las mascarillas siempre.

Realiza revisiones semanales de la literatura científica sobre coronavirus y lo comenta en vídeos. ¿Cómo valora la calidad de los artículos que se publican sobre este tema?

Hay mucha literatura científica y la verdad es que hay mucha, muchísima, basura. El uso de plataformas prepublicación tiene muchas ventajas, pero no son estudios contrastados. El otro problema es que vamos demasiado rápido y te pueden marcar un gol, como le ha pasado a The Lancet o el New England Journal of Medicine.

Yo me fío mucho de los trabajos de los grupos que tienen una experiencia previa en el tema que tratan, porque hay muchos ‘paracaidistas’ en el panorama actual. A eso se suma el ego de los científicos que asumen un papel de tertulianos y estrellas del rock, como los que nos han prometido fármacos milagro. La ciencia tiene sus tiempos y sus caminos. Hemos de comunicarla, pero solo lo que es serio y está contrastado.

“Existen ‘poblaciones invisibles’, los vulnerables que estaban ya ahí, y con los que la epidemia se ensaña y a la vez trae a la luz: los colectivos LGTBI y África en el caso del SIDA, y nuestros mayores, tan olvidados, en la epidemia de coronavirus”

¿Qué lecciones nos enseñó la epidemia de VIH y ahora la del coronavirus?

Nos muestran nuestra ignorancia, porque hay un universo de cosas que desconocemos. Nos enseñan humildad, porque no estamos a salvo de los microbios que son amenazas permanentes, así como la capacidad del esfuerzo humano para comprender, curar y ser solidario. También nos desvelan ‘poblaciones invisibles’, los vulnerables que estaban ya ahí y con los que la epidemia se ensaña: los colectivos LGTBI y el continente africano en el caso del sida, y nuestros mayores, tan olvidados, en la epidemia de coronavirus.

En su cuenta de Twitter se define como “científico y poeta todo revuelto”. ¿De verdad no se siente más una cosa que otra? ¿Algún ejemplo de sus poesías?

Todo revuelto, todo revuelto. Ser poeta, como ser investigador, tiene un cierto grado de fatalidad. Son vocaciones que surgen de lugares profundos y oscuros que buscan luz y respuestas. Os he escrito una poesía sobre la marcha para vosotros…

Contar una historia

¿Qué puedo decir?

En este abril de mareas y silencios

en que los ancianos mueren solos

y el miedo repta por las calles.

 

¿Qué puedo decir?

Desde la soledad de las casas confinadas

por un enemigo invisible y asesino

que viaja en mis besos y caricias.

 

Solo puedo decir,

susurrando para no alertar al destino

 Que hay historias que deben contarse

para que su dolor quiebre el olvido,

que el llanto es un deber a veces

y la risa la red que nos salva.

 

Que hay dignidad en el dolor

de los cuerpos devastados,

compasión en las manos enguantadas

y risas rojas tras las máscaras azules.

 

Que habrá un nuevo tiempo

para abrazar los nietos,

para los besos furtivos,

para salvarnos de tanta soledad.

 

En estos días extraños,

de tanta inquietud por aquello que vendrá,

araño las sombras con rabia y con ternura

y busco esa palabra

 con que poder atravesar en cada noche

la noche que me alcanza

Pepe Alcamí (junio de 2020)

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Dr. José M. Castellano: “La nueva sociedad que se nos presenta en un futuro cercano vendrá combinada por una preeminencia de la inteligencia artificial y una humanización mecanizada”

“La figura profesional del docente pasará a convertirse en una profesión del pasado, en un oficio tradicional y en una pieza virtual de museo”. Dr. José M. Castellano

Por Mariela Barrera

José Manuel Castellano es Doctor en Historia por la Universidad de La Laguna (España), Profesor Titular de la Universidad Nacional de Educación; profesor de posgrado en la Universidad Tecnológica Indoamérica; docente de la Universidad Católica de Cuenca; miembro de la Academia Nacional de Historia de Ecuador; Editor de la Revista de Historia, Patrimonio, Arqueología y Antropología de América (REHPA); Editor-Jefe de la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina; y Director de la Cátedra “Guadalupe Larriva González” de la Universidad Católica de Cuenca (Ecuador).

El Dr. Castellano lidera un proyecto de investigación sobre “Educación universitaria ecuatoriana en tiempos de covid-19: Una mirada desde los estudiantes universitarios” y con la idea de acercarnos a conocer más de cerca el estado actual de ese trabajo y profundizar en ese aspecto clave en estos momentos ofrecemos a nuestros lectores la siguiente entrevista.

-Una de las frases más repetidas en la actualidad es que nada será como antes ¿Cuál es su opinión al respecto?

La Historia de la humanidad demuestra que en cada momento nada fue como antes, aunque también evidencia con total claridad que todo cambia para seguir igual, es decir, independientemente de los cambios producidos en las “formas” se mantiene un sustrato social, que está integrado por dominadores y dominados, en todos sus aspectos tanto en el escenario mundial como en los espacios locales.

-¿Usted cree que en los momentos actuales la tecnología podría desempeñar un elemento de cambio y de transformación?

Bueno, la tecnología siempre ha construido la historia de nuestra civilización, desde el uso del fuego y de los utensilios culturales en los primeros momentos, como la piedra, las puntas de lanzas, la cerámica, la invención de la rueda, la práctica agraria y un largo etc. hasta llegar a la actual revolución tecnológica de la información y comunicación. La tecnología es, sin duda, un instrumento de control y poder, de uno sobre los otros, de unos pocos sobre la inmensa mayoría. Por tanto, todo avance tecnológico nunca ha sido neutral y el campo educativo tampoco escapa a esa realidad.

-¿Usted cree que la tecnología ha supuesto un avance en la Educación en estos tiempos de Covid-19?

Real y rotundamente no. Esa migración de emergencia de una modalidad educativa presencial a otra “supuestamente” online tiene un corte más de ficción que de real. Además, encierra un mensaje engañoso. Se pretende trasladar a la sociedad en estos momentos una aparente “normalidad” académica, que está sustentada en una improvisación absoluta y que tiene múltiples afecciones negativas de todo tipo. Esta realidad, desde mi punto de vista, supone en sí el adelanto de un proceso de intervención y control educativo más estricto, que se veía venir y que las circunstancias derivadas por esta crisis sanitaria mundial han acelerado su proceso. Una dinámica impulsada por el dominio y control social de las grandes empresas multinacionales del sector. En definitiva, no es otra cosa que otro fuerte golpe globalizador al proceso educativo y, por tanto, una consolidación de las relaciones de dependencia, desigualdad y en la construcción de individuos a imagen y semejanza a los valores que propugna este sistema.

-¿Usted cree que esa modalidad online terminará por imponerse?

Sin duda alguna, como también creo que el papel del docente sufrirá una drástica reconversión laboral, abocada a su extinción. La figura profesional del docente, tal y como la concebimos en estos momentos, pasará a convertirse en una profesión del pasado en la próxima década, en un oficio tradicional y en una pieza virtual de museo. La nueva sociedad que se nos presenta en un futuro cercano vendrá combinada por una preeminencia de la inteligencia artificial y una humanización mecanizada. No es el fin de la historia pero si la entrada en una nueva fase deshumanizada.

-¿Esta crisis ha puesto de manifiesto que no se estaba preparado para afrontar un traslado a una educación online?

La verdad es que uno se sorprende cuando oye esos comentarios, porque responde más a una justificación que a un análisis. En primer lugar, porque parece como si el sistema educativo presencial dispusiera de unas óptimas condiciones, cuando en la realidad cuenta con graves deficiencias y desequilibrios. Creo que esos comentarios intentan desviar la atención real del problema educativo al destacar las grandes carencias tecnológicas, como si no fuera un elemento estructural de una sociedad en desigualdad. Evidentemente esa es una lectura muy superficial que descontextualiza la educación del hecho social real. Esa visión también recurre a señalar esas carencias de dispositivos y conectividad como responsables de una modalidad que atenta al Derecho Universal de la educación como si no estaba presente en la fase prepandémica. Creo que habría que preguntarse si la modalidad presencial ha sido valedera en garantizar ese derecho y con calidad. Desde mi perspectiva tampoco ha cumplido con ello, por el simple hecho que la educación no es más que un reflejo del mundo social y de sus profundas desigualdades. La verdad es que uno no llega a comprender esas voces que apuntan a que la pandemia ha puesto de relieve los déficits y carencias de dispositivos tecnológicos en la Educación, porque esas insuficiencias estaban presentes. Evidentemente no se puede descubrir la pólvora en pleno siglo XXI, a no ser que esos mensajes escondan intereses y fines alejados de transformar la educación y la sociedad. En definitiva, como señalaba anteriormente, pueden cambiar las formas aparentemente pero se mantiene el mismo sistema educativo desigual y clasista.

-Usted está liderando un proyecto de investigación sobre el impacto del Covid-19 en el contexto educativo universitario ecuatoriano

En efecto, llevamos trabajando prácticamente desde el comienzo de esta crisis en ese asunto. En un primer momento en las tareas propias de elaboración de un amplio cuestionario que tiene como principal objeto detectar e indagar la percepción de los estudiantes universitarios ante esta nueva situación. Una investigación que se está realizando de forma paralela en tres centros universitarios ecuatorianos (Universidad Católica de Cuenca, Universidad de Cuenca y en la Universidad Nacional de Educación) y también en la Universidad de Almería (España).

-¿Cuentan ya con resultados?

Esos cuatro proyectos se encuentran en distintas etapas. Uno de ellos ya ha concluido, el de la Universidad Católica de Cuenca. Mientras que los de la Universidad de Cuenca y la Universidad de Almería están en fase de culminación y el de la Universidad Nacional de Educación se acaba de concluir la recogida de datos e información. Con los datos disponibles podemos anunciar que existe una tendencia muy similar en estas tres universidades ecuatorianas, independientemente de su carácter jurídico, es decir, privado o público, y de su implantación en el territorio.

-¿Nos puede adelantar algunas conclusiones de esas investigaciones?

Resulta obvio, que no podemos detallar en esta conversación todos los resultados obtenidos. De modo, que solo vamos a señalar algunos aspectos genéricos y de forma también muy superficial. En primer lugar, desde una visión general debemos resaltar dos aspectos: que la crisis pandémica ha motivado una elevada producción científica, caracterizada por una emergencia investigadora, con un abordaje extremadamente superficial y, como derivación de ello, cuestionamos el rigor de las propias revistas científicas que publican artículos sin los filtros adecuados; y, en segundo lugar, consideramos, que esa migración de una modalidad presencial a otra “supuestamente” online, producto de la emergencia sanitaria, debe ser conceptualizado como un sistema híbrido, una enseñanza remota de emergencia.

En otro orden de cosas, esta investigación confirma la existencia de una brecha de acceso, uso y competencia con respecto a los dispositivos tecnológicos, constatado en las dificultades socioeconómicas que derivan en una carencia tanto de conexión de internet, déficit de apropiación material de dispositivos tecnológicos y debilidades formativas en el uso de plataformas y conocimientos en pedagogía digital.

-¿Y con respecto a la percepción de los estudiantes universitarios sobre este cambio de modalidad?

Se ha constatado que los estudiantes han mostrado una predisposición positiva ante este trasvase hacia esta “supuesta” enseñanza online y su valoración durante este período académico es calificada de buena, aunque consideran que esta Educación y su sistema de evaluación es más exigente que el sistema presencial y señalan, además, un cambio radical en las formas de enseñanza, para el que no se encontraban preparados tanto en el uso de plataformas como en conocimientos de pedagogía digital. En ese aspecto, muestran un interés formativo en participar en cursos de capacitación, aunque la mayoría de los estudiantes manifiestan su preferencia por la enseñanza presencial. Asimismo señalan una serie de deficiencias en las sesiones virtuales, como la existencia de más elementos de distracción frente a las clases presenciales y a los continuos problemas técnicos en las conexiones. Por otro lado, los datos obtenidos muestran que en el ámbito de las relaciones alumno/alumno y alumno/docente no se han producido alteraciones relevantes a pesar del cambio, aunque extrañan y añoran el contacto físico con sus compañeros, la dificultad en potenciar lazos de amistad, el poder compartir inquietudes académicas y la restricción física en la relación con el docente.

Desde otra perspectiva, la inmensa mayoría de los estudiantes universitarios manifiesta que se ha mantenido informado puntualmente sobre la crisis vírica, especialmente a través de las redes sociales, siendo Facebook el medio por excelencia y su estado emocional predominante durante esta crisis es calificado de regular. Otro aspecto de estudio sobre su visión de la situación actual  arroja que la gran mayoría se siente preocupado por la crisis, en sus distintas vertientes (crisis económica, crisis de subsistencia familiar, crisis sanitaria y desempleo familiar). En cuanto a su proyección sobre la situación universitaria pos-pandemia presenta una gran dispersión temática, aunque también relacionado con aspectos de crisis futuras.

-¿Para cuándo la publicación de esa primera investigación concluida sobre la Universidad Católica de Cuenca que usted ha señalado?

Ese primer trabajo saldrá a la luz pública la primera semana de julio en la Revista de Historia, Patrimonio, Arqueología y Antropología de América (REHPA) y en los siguientes meses de forma paulatina el resto de las investigaciones.

 

 

Guía

ENTREVISTA AL DR. JOSÉ MANUEL CASTELLANO SOBRE EDUCACIÓN UNIVERSITARIA EN TIEMPOS DE COVID-19

 

“La figura profesional del docente pasará a convertirse en una profesión del pasado, en un oficio tradicional y en una pieza virtual de museo”. Dr. José M. Castellano

Por Mariela Barrera

 

Dr. José Manuel Castellano (PhD)

José Manuel Castellano es Doctor en Historia por la Universidad de La Laguna (España), Profesor Titular de la Universidad Nacional de Ecuador; profesor de posgrado en la Universidad Tecnológica Indoamérica; docente de la Universidad Católica de Cuenca; miembro de la Academia Nacional de Historia de Ecuador; Editor de la Revista de Historia, Patrimonio, Arqueología y Antropología de América (REHPA); Editor-Jefe de la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina; y Director de la Cátedra “Guadalupe Larriva González” de la Universidad Católica de Cuenca (Ecuador).

El Dr. Castellano lidera un proyecto de investigación sobre “Educación universitaria ecuatoriana en tiempos de covid-19: Una mirada desde los estudiantes universitarios” y con la idea de acercarnos a conocer más de cerca el estado actual de ese trabajo y profundizar en ese aspecto clave en estos momentos ofrecemos a nuestros lectores la siguiente entrevista.

 

Una de las frases más repetidas en la actualidad es que nada será como antes ¿Cuál es su opinión al respecto?

La Historia de la humanidad demuestra que en cada momento nada fue como antes, aunque también evidencia con total claridad que todo cambia para seguir igual, es decir, independientemente de los cambios producidos en las “formas” se mantiene un sustrato social, que está integrado por dominadores y dominados, en todos sus aspectos tanto en el escenario mundial como en los espacios locales.

¿Usted cree que en los momentos actuales la tecnología podría desempeñar un elemento de cambio y de transformación?

Bueno, la tecnología siempre ha construido la historia de nuestra civilización, desde el uso del fuego y de los utensilios culturales en los primeros momentos, como la piedra, las puntas de lanzas, la cerámica, la invención de la rueda, la práctica agraria y un largo etc. hasta llegar a la actual revolución tecnológica de la información y comunicación. La tecnología es, sin duda, un instrumento de control y poder, de uno sobre los otros, de unos pocos sobre la inmensa mayoría. Por tanto, todo avance tecnológico nunca ha sido neutral y el campo educativo tampoco escapa a esa realidad.

¿Usted cree que la tecnología ha supuesto un avance en la Educación en estos tiempos de Covid-19?

Real y rotundamente no. Esa migración de emergencia de una modalidad educativa presencial a otra “supuestamente” online tiene un corte más de ficción que de real. Además, encierra un mensaje engañoso. Se pretende trasladar a la sociedad en estos momentos una aparente “normalidad” académica, que está sustentada en una improvisación absoluta y que tiene múltiples afecciones negativas de todo tipo. Esta realidad, desde mi punto de vista, supone en sí el adelanto de un proceso de intervención y control educativo más estricto, que se veía venir y que las circunstancias derivadas por esta crisis sanitaria mundial han acelerado su proceso. Una dinámica impulsada por el dominio y control social de las grandes empresas multinacionales del sector. En definitiva, no es otra cosa que otro fuerte golpe globalizador al proceso educativo y, por tanto, una consolidación de las relaciones de dependencia, desigualdad y en la construcción de individuos a imagen y semejanza a los valores que propugna este sistema.

¿Usted cree que esa modalidad online terminará por imponerse?

Sin duda alguna, como también creo que el papel del docente sufrirá una drástica reconversión laboral, abocada a su extinción. La figura profesional del docente, tal y como la concebimos en estos momentos, pasará a convertirse en una profesión del pasado en la próxima década, en un oficio tradicional y en una pieza virtual de museo. La nueva sociedad que se nos presenta en un futuro cercano vendrá combinada por una preeminencia de la inteligencia artificial y una humanización mecanizada. No es el fin de la historia pero si la entrada en una nueva fase deshumanizada.

¿Esta crisis ha puesto de manifiesto que no se estaba preparado para afrontar un traslado a una educación online?

La verdad es que uno se sorprende cuando oye esos comentarios, porque responde más a una justificación que a un análisis. En primer lugar, porque parece como si el sistema educativo presencial dispusiera de unas óptimas condiciones, cuando en la realidad cuenta con graves deficiencias y desequilibrios. Creo que esos comentarios intentan desviar la atención real del problema educativo al destacar las grandes carencias tecnológicas, como si no fuera un elemento estructural de una sociedad en desigualdad. Evidentemente esa es una lectura muy superficial que descontextualiza la educación del hecho social real. Esa visión también recurre a señalar esas carencias de dispositivos y conectividad como responsables de una modalidad que atenta al Derecho Universal de la educación como si no estaba presente en la fase prepandémica. Creo que habría que preguntarse si la modalidad presencial ha sido valedora en garantizar ese derecho y con calidad. Desde mi perspectiva tampoco ha cumplido con ello, por el simple hecho que la educación no es más que un reflejo del mundo social y de sus profundas desigualdades. La verdad es que uno no llega a comprender esas voces que apuntan a que la pandemia ha puesto de relieve los déficits y carencias de dispositivos tecnológicos en la Educación, porque esas insuficiencias estaban presentes. Evidentemente no se puede descubrir la pólvora en pleno siglo XXI, a no ser que esos mensajes escondan intereses y fines alejados de transformar la educación y la sociedad. En definitiva, como señalaba anteriormente, pueden cambiar las formas aparentemente pero se mantiene el mismo sistema educativo desigual y clasista.

Usted está liderando un proyecto de investigación sobre el impacto del Covid-19 en el contexto educativo universitario ecuatoriano

En efecto, llevamos trabajando prácticamente desde el comienzo de esta crisis en ese asunto. En un primer momento en las tareas propias de elaboración de un amplio cuestionario que tiene como principal objeto detectar e indagar la percepción de los estudiantes universitarios ante esta nueva situación. Una investigación que se está realizando de forma paralela en tres centros universitarios ecuatorianos (Universidad Católica de Cuenca, Universidad de Cuenca y en la Universidad Nacional de Educación) y también en la Universidad de Almería (España).

¿Cuentan ya con resultados?

Esos cuatro proyectos se encuentran en distintas etapas. Uno de ellos ya ha concluido, el de la Universidad Católica de Cuenca. Mientras que los de la Universidad de Cuenca y la Universidad de Almería están en fase de culminación y el de la Universidad Nacional de Educación se acaba de concluir la recogida de datos e información. Con los datos disponibles podemos anunciar que existe una tendencia muy similar en estas tres universidades ecuatorianas, independientemente de su carácter jurídico, es decir, privado o público, y de su implantación en el territorio.

¿Nos puede adelantar algunas conclusiones de esas investigaciones?

Resulta obvio, que no podemos detallar en esta conversación todos los resultados obtenidos. De modo, que solo vamos a señalar algunos aspectos genéricos y de forma también muy superficial. En primer lugar, desde una visión general debemos resaltar dos aspectos: que la crisis pandémica ha motivado una elevada producción científica, caracterizada por una emergencia investigadora, con un abordaje extremadamente superficial y, como derivación de ello, cuestionamos el rigor de las propias revistas científicas que publican artículos sin los filtros adecuados; y, en segundo lugar, consideramos, que esa migración de una modalidad presencial a otra “supuestamente” online, producto de la emergencia sanitaria, debe ser conceptualizado como un sistema híbrido, una enseñanza remota de emergencia.

En otro orden de cosas, esta investigación confirma la existencia de una brecha de acceso, uso y competencia con respecto a los dispositivos tecnológicos, constatado en las dificultades socioeconómicas que derivan en una carencia tanto de conexión de internet, déficit de apropiación material de dispositivos tecnológicos y debilidades formativas en el uso de plataformas y conocimientos en pedagogía digital.

¿Y con respecto a la percepción de los estudiantes universitarios sobre este cambio de modalidad?

Se ha constatado que los estudiantes han mostrado una predisposición positiva ante este trasvase hacia esta “supuesta” enseñanza online y su valoración durante este período académico es calificada de buena, aunque consideran que esta Educación y su sistema de evaluación es más exigente que el sistema presencial y señalan, además, un cambio radical en las formas de enseñanza, para el que no se encontraban preparados tanto en el uso de plataformas como en conocimientos de pedagogía digital. En ese aspecto, muestran un interés formativo en participar en cursos de capacitación, aunque la mayoría de los estudiantes manifiestan su preferencia por la enseñanza presencial. Asimismo señalan una serie de deficiencias en las sesiones virtuales, como la existencia de más elementos de distracción frente a las clases presenciales y a los continuos problemas técnicos en las conexiones. Por otro lado, los datos obtenidos muestran que en el ámbito de las relaciones alumno/alumno y alumno/docente no se han producido alteraciones relevantes a pesar del cambio, aunque extrañan y añoran el contacto físico con sus compañeros, la dificultad en potenciar lazos de amistad, el poder compartir inquietudes académicas y la restricción física en la relación con el docente.

Desde otra perspectiva, la inmensa mayoría de los estudiantes universitarios manifiestan que se han mantenido informado puntualmente sobre la crisis vírica, especialmente a través de las redes sociales, siendo Facebook el medio por excelencia y su estado emocional predominante durante esta crisis es calificado de regular. Otro aspecto de estudio sobre su visión de la situación actual  arroja que la gran mayoría se siente preocupado por la crisis, en sus distintas vertientes (crisis económica, crisis de subsistencia familiar, crisis sanitaria y desempleo familiar). En cuanto a su proyección sobre la situación universitaria pos-pandemia presenta una gran dispersión temática, aunque también relacionado con aspectos de crisis futuras.

¿Para cuándo la publicación de esa primera investigación concluida sobre la Universidad Católica de Cuenca que usted ha señalado?

Ese primer trabajo saldrá a la luz pública la primera semana de julio en la Revista de Historia, Patrimonio, Arqueología y Antropología de América (REHPA) y en los siguientes meses de forma paulatina el resto de las investigaciones.

 

“La mayor parte de la investigación contra la COVID-19 es pública: la vacuna debería ser universal”

Las medidas de distancia social serán imprescindibles hasta la disponibilidad masiva de una vacuna contra el coronavirus. Pero cuando llegue puede darse una disputa feroz entre países para conseguirla. Ahora es el momento de fijar las condiciones que permitan producir y distribuir tanto vacunas como tratamientos de forma universal y asequible. Hablamos con Vanessa López, directora ejecutiva de Salud por Derecho  sobre el tipo de inversiones que se están haciendo y los pasos que habría que dar para lograr un acceso equitativo.

La directora ejecutiva de Salud por Derecho. / Foto cedida por la institución

Todo el mundo está a la espera de tratamientos eficaces contra el coronavirus. Y, sobre todo, de la ansiada vacuna que permita recuperar la normalidad. Pero cuando se desarrolle y apruebeentraremos en una situación en la que todos los países la querrán para sí y en la que no sabemos qué precio podríamos tener que pagar. Ahora, mientras el mundo espera, es el momento de crear las condiciones para que pueda administrarse de forma asequible y universal.

La organización Salud por Derecho lleva años trabajando por un acceso global a los medicamentos y a los servicios sanitarios. Hace poco han publicado un informe sobre la inversión pública que se está haciendo contra la COVID-19. Además, firmaron junto con otras organizaciones una carta en protesta contra la petición de una aprobación acelerada del remdesivir, un antiviral que parece modestamente eficaz contra el nuevo coronavirus y que podría comercializarse en régimen de exclusividad. La compañía retiró a los pocos días la solicitud.

Hablamos con su directora ejecutiva Vanessa López sobre quién está invirtiendo en la investigación contra la COVID-19, sobre los pasos que convendría dar para garantizar el acceso a la vacuna y a los tratamientos y sobre un modelo de patentes cada vez más cuestionado.

“Si queremos que los resultados sean bienes para todo el mundo, necesitaremos no solo precios asequibles, sino que haya varios productores. Si se concede una licencia exclusiva para una compañía que sea la única que puede fabricar y comercializar una vacuna, eso será imposible”

– Muchos de los proyectos para conseguir vacunas o medicamentos contra el coronavirus están liderados por compañías privadas. ¿Qué puede suponer esto respecto al acceso universal cuando estén disponibles?

Lo primero que creo que debemos tener claro es que la gran mayoría de la inversión que se está haciendo en la investigación, tanto de medicamentos como de vacunas contra el nuevo coronavirus, es pública. Puede parecer que las empresas están trabajando solo con sus propios recursos, pero no es así. Dicho esto, si queremos que los resultados sean bienes para todo el mundo, necesitaremos no solo precios asequibles, sino que haya varios productores que puedan elaborarlos. Si se concede una licencia exclusiva para una compañía que sea la única que puede fabricar y comercializar una vacuna, eso será imposible.

– Hubo un ejemplo reciente cuando Gilead solicitó la aprobación de remdesivir por procedimiento acelerado y, aunque lo consiguieron y eso podría darles exclusividad, renunciaron por la presión popular. ¿El hecho de que ahora el mundo esté tan pendiente puede frenar este tipo de movimientos?

Sí, la presión popular es fundamental. Nosotros mismos como organización firmamos una carta junto con más de 150 organizaciones y personalidades pidiendo que se retirara la solicitud. ¡Nos dedicamos a eso! [sonríe]. Pero creo que no debemos dejar que estas cosas sucedan y después reaccionar para ver si una compañía se echa atrás. Son los Gobiernos, que además están invirtiendo el dinero, los que tienen que crear las condiciones para que esto no pase. Y eso implica establecerlas por contrato.

-¿Cómo deberían regular la situación los Gobiernos?

Aquí podrían diferenciarse dos líneas. Cómo actúa un país a nivel nacional e internacional. Cuando un país decide dar fondos a grupos de investigación puede introducir cláusulas que obliguen a esos equipos, ya sean públicos o privados, para que si se obtiene un producto exitoso, se cumplan ciertos requisitos. Por ejemplo, que el precio sea asequible y que el Estado se reserve la facultad de regularlo. También que las licencias que puedan resultar sean abiertas para evitar monopolios y que pueda haber varios comercializadores.

En el caso actual es más necesario que nunca porque si no será imposible abastecer a toda la población. Eso es lo que estamos pidiendo a los Gobiernos, y en el fondo es la misma lógica que debería operar a nivel internacional. Por ejemplo, la CEPI [Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias] lleva recaudados más de 800 millones de euros para financiar el desarrollo de una vacuna –pretenden llegar hasta 2.000 millones– y la mayor parte son públicos. Si la vacuna es exitosa deberían seguirse las mismas premisas.

“Cuando un país financia a un equipo puede introducir cláusulas para que si se obtiene un producto exitoso, se cumplan ciertos requisitos, como que el precio sea asequible y que el Estado se reserve la facultad de regularlo. También que las licencias sean abiertas para evitar monopolios”

-¿Cómo debería fijarse entonces el precio?

Habría que considerar la parte de inversión que ha sido pública y privada. A partir de ahí, deberían cubrirse los costes que han supuesto a las compañías más un beneficio razonable, que podría ser de un 10 %. De esta manera, obtienen ganancias, pero no a través de la exclusividad y el monopolio.

-Mariana Mazzucato lleva años reclamando que se tenga en cuenta la inversión pública previa en investigación al negociar los precios. Según su tesis, los Estados hacen mucha inversión de riesgo, pero luego suelen desmarcarse de ese esfuerzo en la fase de negociación final.

Sí, la lógica debería ser esa, la cuestión es que nunca lo hemos hecho así. Se podría hacer perfectamente, pero no ha habido voluntad ni transparencia. Las compañías se benefician de todo lo invertido por los Estados en investigación básica, pero no solo, también de lo que se invierte en las fases finales y más aplicadas. En España, por ejemplo, más del 60% de la investigación médica está financiada por el Estado.

También en ensayos clínicos hay ejemplos en el mundo como el del trastuzumab [un fármaco contra el cáncer de mama] donde el 50 % de los ensayos se realizaron con presupuesto de universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro. O el del alemtuzumab [contra la esclerosis múltiple] en más de un 70 %.

-Pero a la hora de fijar los precios, las empresas sostienen que desarrollar un medicamento es muy caro y que hay muchos proyectos que se empiezan y fracasan. Suelen hablar de una media de 1.000 millones de dólares por fármaco aprobado.

Sí, incluso se habló de hasta 2.500 millones, pero esas cifras cada vez están más discutidas por muchas razones. Primero, porque las publica un grupo de investigación que paga la industria farmacéutica. Segundo, porque no hay ninguna transparencia en esos números, no sabemos de dónde vienen, es un acto de fe. Y tercero, porque cada vez están saliendo más investigaciones que las refutan y que las sitúan muy por debajo, aun incluyendo en los costes los proyectos que fracasan. No sabemos lo que supuso desarrollar el remdesivir, por ejemplo, pero sí que los costes de producción son únicamente de 0,93 dólares por día de tratamiento.

Vanessa López, en el centro, durante la presentación de una campaña de Salud por Derecho. / Foto cedida por la institución

-Volviendo a la COVID-19 y a los posibles medicamentos y vacunas. Los países que más han invertido en alguno de ellos, ¿no podrían reclamar a otros una compensación por su inversión de riesgo? ¿No podrían tratar de hacer negocio ellos también?

Sí, pero vuelve a ser un problema de voluntad que se podría resolver. Por ejemplo, se podrían fijar acuerdos para que el precio en países diferentes al que ha hecho la inversión fuera superior, pero razonable. Y también habría que tener en cuenta las posibilidades de cada uno de ellos porque no todos van a poder pagar esas cantidades.

-Algunos ejemplos ponen difícil ser optimistas. En la pandemia de gripe A, en 2009, Australia retardó la comercialización de su vacuna para vacunar antes a su población. Y Trump dice que va a priorizar a la población de EE UU si la vacuna se desarrollaba allí…

Es cierto. Por eso necesitamos acuerdos globales y evitar medidas proteccionistas que serían absolutamente indeseables.

-Hace poco, la OMS hizo una llamada a la acción buscando la unión y la colaboración entre Estados, instituciones y empresas. Pero de momento unirse a ella es solo algo voluntario. ¿Hasta qué punto tiene relevancia? 

Desde Salud por Derecho damos la bienvenida a esta iniciativa que busca crear un fondo común tecnológico sobre productos de salud futuros y existentes contra la COVID-19. Sin embargo no es suficiente, ya que como dices el fondo será voluntario. Hacen falta compromisos más firmes y vinculantes por parte de todos los Gobiernos. Por eso nos parece tan importante que España se sume, pero lamentablemente no ha sido así hasta la fecha.

“El papel de GAVI es importante para ayudar a financiar parte de los planes de inmunización de países con pocos recursos en la compra de vacunas. Su función en la COVID-19 va a ser fundamental”

-En los últimos días ha habido bastante polémica con el papel de GAVI, la alianza mundial para las vacunas. ¿Podrías explicarnos el papel de este tipo de organziaciones y su valor? ¿Esconden alguna amenaza por intereses particulares, como se ha sugerido?

GAVI es un partenariado o asociación global para impulsar la inmunización en los países empobrecidos. Es una iniciativa fruto de la solidaridad global en la que participan Gobiernos, sector privado y organismos internacionales como la OMS o UNICEF. Su papel es importante para financiar parte de los planes de inmunización de países con pocos recursos que necesitan el apoyo de la comunidad internacional para la compra de vacunas y el refuerzo de sus sistemas sanitarios.

Su función en la COVID-19 va a ser fundamental, por lo que es necesario que esta organización sirva para impulsar la capacidad de producción de futuras vacunas y asegurar un precio asequible y, en este sentido, es muy importante que en GAVI los Gobiernos fijen con las compañías un precio adecuado de la posible vacuna desde el principio.

-Una opción de la que se habla, en caso de que la situación no sea la deseable, es que los países acudan a las licencias obligatorias y así facilitar el acceso a los tratamientos. ¿Es posible? ¿En qué consisten exactamente?

Sí, eso es algo que también estamos pidiendo, junto con la sociedad civil con la que estamos trabajando. Es una salvaguarda recogida en el acuerdo de los TRIPs o ADPIC [Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio] que permitiría a los Estados, en situaciones como la actual, suspender temporalmente la exclusividad de una patente y producir un medicamento como genérico. En contraprestación, la compañía que posee la patente recibiría unos royalties. O incluso, si un país no puede hacerlo, tendría la posibilidad de importarlo a otro país que lo ha producido bajo una licencia de este tipo. El problema es que hay algunos países, como España, que dijeron que nunca se acogerían a esta última cláusula.

-Las patentes nacieron para estimular la innovación, pero de la conversación subyace que estáis en contra de este modelo.

Sí, nosotros somos de esa opinión. En lugar de estimular la innovación, las patentes la frenan por varias razones. Por ejemplo, pueden alargar artificialmente su vigencia por varios mecanismos, como introducir nuevas indicaciones o sacar al mercado pequeñas modificaciones. Es lo que se llama ‘reverdecimiento’Si pueden seguir explotándola, no tienen estímulo para innovar.

Por otro lado, todo lo relacionado con la propiedad intelectual supone un freno para compartir el conocimiento. Se pueden usar otros incentivos para estimular la innovación que no sean tan perversos y que no tengan tantos efectos negativos. El objetivo de los investigadores nunca fue el de obtener una patente, hasta que se pidió como requisito en los currículums.

Además, tal y como está montado el sistema hace que solo se desarrollen los medicamentos que van a ser muy rentables desde el punto de vista económico, pero no siempre los más necesarios en cuestiones de salud. Un claro ejemplo de esto son los antibióticos, en los que las compañías no están interesadas en invertir.

“Las licencias obligatorias permitirían a los Estados, en situaciones como la actual, suspender temporalmente la exclusividad de una patente y producir un medicamento como genérico”

-¿Cuáles podrían ser otros mecanismos o incentivos?

Para empezar, los Estados deberían poner suficiente dinero en el sector y desarrollar los mecanismos necesarios para poder trasladar un producto de salud hasta el mercado. Además, se pueden incentivar modelos de negocio con compañías interesadas, hay múltiples formas. Por ejemplo, se puede determinar qué tipo de producto se necesita y poner premios económicos a la innovación [como sugiere el premio Nobel en Economía Joseph Stiglitz]. Y luego debe haber competencia entre los fabricantes, el sistema no puede estar basado en el monopolio. ¡De hecho, hay pocos productos regulados así! Los márgenes de beneficio de las grandes compañías farmacéuticas son hasta tres veces mayores que en cualquier otro sector.

-Sin embargo, ni Mazzucato ni Stiglitz están a favor de abolir las patentes por completo. Este último sostiene que en algunos ámbitos, incluso sanitarios, pueden seguir teniendo un papel.

Bueno, Mazzucato fue muy clara respecto a la situación actual hace poco en su intervención durante la llamada la acción de la OMS contra la COVID-19 [que propone compartir la propiedad intelectual, regular los precios y distribuir la fabricación de los medicamentos. Mazzucato lo resumió en un: “No hay otra opción”].

En teoría, las patentes se crearon para que aquellos que innovan obtuvieran una compensación por sus esfuerzos económicos y un incentivo para invertir e investigar. Sin embargo, los 20 años de exclusividad tienen consecuencias desastrosas que se derivan del monopolio, entre ellas, los altos precios de los fármacos y las limitaciones para compartir conocimiento.

Las empresas recuperan sus inversiones muy pronto y, además, gran parte del dinero invertido es público. Compensar e incentivar a los actores públicos y privados que hacen innovación biomédica podría hacerse de otro modo, sin la exclusividad que conceden las patentes. La cuestión es que las tecnologías sanitarias no pueden ser un producto de consumo cualquiera porque de ellos depende nuestra vida.

Fuente:

SINC
Derechos: Creative Commons

Diálogo con CLAUDIA SÁNCHEZ autora del libro «El Derecho a la Seguridad Social y el principio de Solidaridad en Ecuador»

“ Considero que la academia juega un papel transcendente en la identificación, estudio y aporte de hechos y circunstancias que marcan el desarrollo de un país y su gente. ” (Mg.Claudia Sánchez).

Por Mariela Barrera

La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina conjuntamente con la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede en Ecuador, anuncian la próxima publicación de la obra EL DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL Y EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD EN ECUADOR, autoría de la Mg. Claudia Sánchez Vera, quien manifiesta su profunda convicción social por la investigación.

Claudia es Abogada de los Tribunales de Justicia de la República por la Universidad del Azuay (2017), Magíster en Derecho por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, (2019) becaria por méritos académicos en las fases: docente y de investigación para el programa de Maestría Internacional en Derecho, durante el período (2017-2019); investigadora, ganadora del Primer Premio Nacional “Jóvenes Investigadores 2019”. Docente investigadora a tiempo completo de la Carrera de Derecho de la Universidad de Otavalo, a cargo de las asignaturas: Derecho Laboral Individual y Derecho Laboral Colectivo.

¿Qué le llevó a investigar sobre el Derecho a la Seguridad Social?

La inclinación por el estudio de la Seguridad Social, latente en mí, inclusive antes de  iniciar mi formación de tercer nivel en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Azuay, surge de una profunda convicción social y pasión por la investigación, ya que considero que la academia juega un papel transcendente en la identificación, estudio y aporte de hechos y circunstancias que marcan el desarrollo de un país y su gente. En este contexto, con esta pretendo aportar y fortalecer dogmáticamente un aspecto poco explorada, a nivel nacional,  en la esfera del Derecho.

¿El Estado ecuatoriano garantiza el derecho a la seguridad social?

El Estado ecuatoriano en teoría garantiza el derecho a la Seguridad Social en general, sin importar las condiciones socio-económicas y laborales que los diferencien. En esta línea, la Constitución de la República, considerada como la norma suprema dentro del ordenamiento jurídico ecuatoriano, en su artículo 34 dispone que la seguridad social, es un derecho irrenunciable de todas las personas, y será deber y responsabilidad primordial del Estado.

¿Seguridad social y seguro social es lo mismo?

Los términos Seguridad Social Seguro social son distintos. Por un lado, la Seguridad Social es definida como un derecho humano, cuyo objetivo es proteger a todos los habitantes (sin considerar si tienen o no una relación de dependencia o si carecen de los recursos suficientes para aportar al sistema de seguridad social), frente a las contingencias que puedan presentarse a lo largo de su vida. Por otro lado, se encuentra el Seguro Social, ejecutor que permite que la Seguridad Social como derecho se materialice; mismo que está conformado por instituciones, cada una con su propia normativa y presupuesto, como el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS); que forma parte del sistema de Seguridad Social ecuatoriano.

¿El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) cumple con el concepto de universalidad?

La Seguridad Social se rige por principios fundamentales, entre ellos, universalidad. Aquel que consiste en que todos los individuos deberán acceder a todas las prestaciones que brinda el IESS a sus afiliados y beneficiarios en igualdad de condiciones. Sin embargo, existe un grupo de la población afiliada, como son las personas que realizan trabajo no remunerado del hogar, quienes por limitaciones impuestas por normativa inferior a la Constitución y a la Ley de Seguridad Social, no están protegidas, entre otros, frente a los riesgos del trabajo. En conclusión, el IESS, limita el principio de universalidad.

¿Cuál es la situación actual del trabajo doméstico no remunerado? ¿Existe alguna ley que reconozca ese desempeño?

Al respecto, las labores de auto sustento y cuidado humano están reconocidas por la Constitución como una modalidad de trabajo. A la vez, el 20 de abril del 2015, entró en vigencia la Ley Orgánica para la justicia laboral y reconocimiento del trabajo en el hogar, misma que reformó el artículo 2 de la Ley de Seguridad Social incluyendo dentro de los sujetos protegidos por el Seguro General Obligatorio a las personas que realizan trabajo no remunerado del hogar.

¿Las trabajadoras de hogar están reconocidas en el Seguro General Obligatorio?

Las trabajadoras y trabajadores —debemos dejar claro que el género no es  condicionante—, que realizan trabajo no remunerado en el hogar, se encuentran inmersos en normativa vigente del IESS, como se deja señalado en el numeral anterior.

¿Cuáles son los aspectos esenciales que aborda en su libro?

Los aspectos relevantes de la obra son el análisis minucioso, crítico, interdisciplinario y sustentado del sistema de Seguridad Social ecuatoriano, desde la situación de las personas que realizan trabajo no remunerado del hogar; enfocándome en la limitación al pleno derecho de este grupo de la población afiliada; vulnerándose los principios de igualdad y no discriminación; progresividad y prohibición de regresividad. El artículo 3 del Reglamento del Seguro General de Riesgos del Trabajo, contenido en la Resolución CD 513 —normativa interna del IESS—, impone una condición no prevista en la Constitución ni en la Ley de Seguridad Social, para el goce del pleno derecho a la seguridad social.

¿Cuáles son las principales conclusiones de su investigación?

Entre las dos principales conclusiones de esta investigación se pueden señalar: 1) Al contener la Resolución CD 513 una disposición que involucra la renuncia al pleno derecho a la seguridad social, se duda de su constitucionalidad y ameritaría su reforma; y 2) La administración del gasto público no se ha guiado por el principio de equidad, sin respetar el vínculo correlacional entre ingresos y egresos, sin priorizar, como debe ser, los derechos constitucionales de los afiliados; por tanto, dista de ser una herramienta para la ejecución de una verdadera igualdad social.

Para finalizar ¿Qué opinión le merece el trabajo y la filosofía de la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina?  

Desde mi experiencia, como joven investigadora, quiero expresar a la Editorial del Centro de Estudios Sociales de América Latina, conformada por un grupo de profesionales con un alto nivel académico, comprometidos con la cultura, la ciencia y la difusión de la investigación, mi sincero agradecimiento por la oportunidad y apoyo brindado.  Es una institución sólida e innovadora, que cree en el talento de la comunidad académica en las diversas áreas del conocimiento, resaltando la responsabilidad de la primera editorial digital ecuatoriana de acceso abierto, con principios claros para la democratización de estudios académicos que aportan a la colectividad.

 

 

Sagrario Ortega, jefa de la Unidad de Edición Genómica en Ratón en el CNIO: “Los primeros ratones ‘humanizados’ para ensayos con coronavirus nacerán este verano”

Esta doctora en Bioquímica desarrolla modelos de roedor genéticamente modificados para probar tratamientos y vacunas contra el SARS-CoV-2. A estos animales se les introducirá, mediante tecnología CRISPR, el gen humano que produce la puerta de entrada para el virus. Su proyecto ha recibido financiación del Instituto de Salud Carlos III.

Ana Hernando 

4/6/2020

Sagrario Ortega lleva al frente de la la Unidad de Edición Genómica en Ratón en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas desde 2002. / CNIO

Sagrario Ortega (Toledo- España, 1959) lleva al frente de la Unidad de Edición Genómica en Ratón en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) desde 2002. Su departamento ha sido pionero mundial en el desarrollo de ratones modificados genéticamente para visualizar la formación de metástasis y ha contribuido al descubrimiento de nuevas estrategias terapéuticas para distintos tipos de cáncer.

Ahora, ella y su equipo están centrados en el desarrollo de ratones ‘humanizados’ que se puedan usar en ensayos preclínicos de tratamientos y vacunas contra el coronavirus y en el estudio de la enfermedad y sus consecuencias. Para su puesta en marcha, han recibido financiación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).

“Generaremos los primeros modelos de ratón que reproduzcan fielmente la infección humana en los que testar nuevos fármacos y estudiar procesos moleculares que nos puedan dar claves para avanzar contra la COVID-19”

¿Puedes explicar qué es un ratón ‘humanizado’ para que la gente lo entienda?

Utilizamos este término para describir ratones que contienen algún componente biológico funcional de origen humano, por ejemplo, unas pocas células, un fragmento de ADN, tejidos, tumores o incluso un sistema inmunitario procedente o idéntico al humano.

¿En qué consiste y en qué fase está el proyecto de generar ratones modificados para estudios preclínicos de la COVID-19?

Con este proyecto, generaremos los primeros modelos de ratón que reproduzcan fielmente la infección humana, donde testar nuevos fármacos y estudiar procesos moleculares que nos puedan dar claves para avanzar contra la COVID-19. Se ha iniciado oficialmente este mes de mayo, aunque ya veníamos trabajando en el diseño de los ratones humanizados para la enfermedad desde marzo.

La producción de ratones modificados genéticamente es un proceso largo que comienza con el montaje de las construcciones genéticas que necesitamos introducir en su genoma. Y esta es la fase en la que estamos ahora. Si todo va bien, los primeros ratones humanizados susceptibles de ser infectados por el virus SARS-CoV-2 nacerán antes de que finalice el verano.

¿Cómo es el proceso de modificación de estos ratones?

Lo que estamos haciendo es introducir en ratones el gen humano que produce la proteína ACE-2 [Enzima que Convierte la Angiotensina-2], que actúa como puerta de entrada para el virus SARS-CoV-2.

“Necesitamos que sus células expresen la versión humana de la proteína ACE-2, puerta de entrada para el virus. Para ello, utilizamos herramientas de edición CRISPR Cas 9”

Aunque los ratones también tienen su propia versión de la ACE-2, esta es lo suficientemente diferente de la proteína humana para que el virus no la reconozca. Así que un ratón no humanizado no puede ser infectado por el SARS-CoV-2. Por lo tanto, si queremos modelar la COVID-19 en ratones, necesitamos que sus células expresen la versión humana de la proteína ACE-2. Para esta modificación, estamos utilizando herramientas de edición CRISPR Cas 9, que nos permiten hacer una edición precisa y dirigida.

¿Qué aportarán estos modelos animales?

El ratón es el modelo animal más ampliamente utilizado en investigación biomédica porque es versátil, económico y muy semejante a los humanos genéticamente. Estos ratones humanizados se utilizarán para estudiar la COVID-19 y para probar la eficacia de vacunas y de fármacos contra el virus a nivel preclínico.

Una vez creados, estarán disponibles para toda la comunidad científica, aunque inicialmente colaboraremos con el grupo de Luis Enjuanes en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, en Madrid, donde infectaremos a los ratones con el virus SARS-CoV-2.

Vuestro proyecto ha recibido financiación del ISCIII

Sí, el ISCIII nos ha otorgado el 100 % de lo que solicitamos para la realización del proyecto, que es de 80.000 euros. Esta financiación es por un año para crear estos ratones humanizados y hacer su primera validación. Posteriormente, serán necesarias otras fuentes de financiación para seguir trabajando con estos modelos.

“Una vez creados, estarán disponibles para toda la comunidad científica, aunque inicialmente colaboraremos con el grupo de Luis Enjuanes en el CNB, donde infectaremos a los ratones”

¿De qué manera ha contribuido la unidad que diriges en los estudios de cáncer de tu institución?

Nuestra Unidad lleva más de 20 años dedicada a la generación de ratones modificados genéticamente como modelos para el estudio del cáncer, en colaboración con distintos grupos del CNIO. Gracias a estos modelos ha sido posible, entre otros, el descubrimiento de nuevas estrategias terapéuticas para el cáncer de páncreas, uno de los más letales y para los que no existe ningún tratamiento en la actualidad; y para el de pulmón, que sigue siendo una de las primeras causas de muerte en el mundo.

Hemos sido pioneros en el desarrollo de ratones modificados genéticamente para visualizar la formación de metástasis primero en los ganglios centinelas cercanos al tumor y después en otros órganos, como hígado o pulmón, mediante técnicas de imagen no invasivas que han sido claves para identificar algunos de los mecanismos implicados en este proceso.

Sería imposible llevar a cabo estas investigaciones sobre el cáncer si no dispusiéramos de buenos modelos animales con los que avanzar en el conocimiento de los tumores y evaluar nuevas estrategias terapéuticas antes de pasar a la fase clínica.

“Si algo nos ha enseñado esta pandemia es la importancia de dar apoyo y soporte constante a la investigación básica para estar preparados y poder reaccionar rápidamente cuando se presenta una situación similar”

¿Cómo crees que va a cambiar la ciencia tras esta pandemia? La sensación es de mucha incertidumbre con multitud de anuncios de tratamientos sin eficacia probada o de vacunas con plazos irreales.

Estamos viviendo una situación de emergencia en la que cada día cuenta para encontrar una vacuna o dar con un tratamiento efectivo que salve vidas humanas. Es lógico que en esta situación se aceleren algunos protocolos o se salten algunas fases que, en circunstancias normales, sí se aplicarían al desarrollo de nuevos fármacos o vacunas, siempre salvaguardando los protocolos de seguridad.

Pero creo que si algo nos ha enseñado esta pandemia es la importancia de dar apoyo y soporte constante a la investigación básica para estar preparados y poder reaccionar rápidamente cuando se presenta una situación similar. Si la comunidad científica ha podido avanzar tan rápidamente, abordando desde distintas disciplinas el estudio de esta pandemia, es gracias a la aplicación de los conocimientos y tecnologías previamente desarrolladas durante años de investigación básica sólida.

Fuente: SINC

Derechos: Creative Commons

Trabajar desde la oficina podría convertirse en una reliquia del pasado en el mundo post-COVID-19

La pandemia de COVID-19 ha provocado un involuntario auge del teletrabajo para millones de personas. El espectacular crecimiento de esta tendencia hace que los expertos se pregunten si tenemos ante nosotros una revolución que podría repercutir en el futuro inmediato de los trabajadores, o, al menos, en el de aquellas personas cuyo trabajo no requiere estar ligado a una ubicación física concreta.

Para intentar encontrar una respuesta a este interrogante, Noticias ONU habló con Susan Hayter, asesora técnica de la Organización Internacional del Trabajo. La especialidad de Hayler es analizar la evolución futura del trabajo y en la siguiente entrevista nos explica cómo la COVID-19 puede cambiar nuestra vida laboral.

Cuando finalice la crisis, ¿qué efectos a largo plazo prevé que pueda tener la pandemia en el lugar de trabajo de los países desarrollados?

Antes de iniciarse la pandemia ya se hablaba mucho sobre las consecuencias de la tecnología para el futuro del empleo. El mensaje era claro: el futuro del trabajo no está predeterminado, nos corresponde a nosotros moldearlo.

Pero ya que muchos países, empresas y trabajadores optaron por trabajar a distancia para contener la transmisión de la COVID-19, ese futuro ha llegado antes de lo previsto, cambiando radicalmente nuestra forma de trabajar. Las reuniones virtuales se han transformado en algo común y ha aumentado la actividad económica en una amplia gama de plataformas digitales.

Conforme se levantan las restricciones, la pregunta que está en la mente de todos es si esta forma de trabajar se convertirá en la «nueva normalidad». Algunas de las grandes empresas en las economías desarrolladas ya han dicho que lo que era un gran proyecto piloto sin un plan específico, el teletrabajo, se convertirá en la forma habitual de organizar el mercado laboral. La vuelta al trabajo de los empleados no implicará que tengan que desplazarse, a menos que decidan lo contrario.

¿Es una buena noticia para ellos?

Podría ser motivo de celebración, para la gente y el planeta, pero la idea de que ha llegado el fin de la oficina es ciertamente exagerada. La Organización Internacional del Trabajo estima que el 27% de los trabajadores en los países de altos ingresos podrían teletrabajar desde su casa. Esto no significa necesariamente que seguirán trabajando a distancia.

El interrogante que se nos plantea, para los empleadores y los trabajadores, es cómo adaptar las prácticas de trabajo y aprovechar los beneficios que genera el teletrabajo sin perder el valor social y económico del espacio físico de empleo.

Cuando aplaudimos las innovaciones en la gestión laboral que permitieron la continuidad de las empresas durante la crisis sanitaria, no debemos olvidar que muchas personas han perdido sus empleos o que, debido a los efectos de la pandemia en algunas industrias, muchas empresas han quebrado. Una cuestión clave para las personas que regresen a su lugar de trabajo será la calidad de éste, en concreto los empleos seguros y saludables.

¿Qué debe suceder a continuación? ¿Cuál es el siguiente paso entonces?

Sin duda, las medidas adoptadas por los empleadores para convertir los lugares de trabajo en sitios seguros tendrán un gran impacto en el nivel de confianza de los trabajadores. También se necesita entablar un diálogo con los representantes sindicales, cuando éstos existan.

Para que este planteamiento funcione se debe examinar todo: desde los planes de distanciamiento social, las medidas de control y las pruebas de detección del coronavirus, hasta la disponibilidad de equipos de protección personal.

Para las personas con trabajos esporádicos, como los repartidores de alimentos y los transportistas, el trabajo no está ligado a un lugar, sino en realizar una actividad concreta para obtener ingresos. La pandemia ha revelado la falsa dicotomía entre la flexibilidad laboral y la garantía de ingresos. Estos trabajadores pueden carecer o tener un acceso inadecuado a las bajas por enfermedad y a los beneficios que otorga el seguro de desempleo. Necesitamos aprovechar la nueva realidad para garantizar que su trabajo se realiza en condiciones seguras.

En los países en desarrollo, ¿cuán diferente espera que sea el aspecto del lugar de trabajo?

La Organización Internacional del Trabajo calcula que los ingresos de los casi 1600 millones de trabajadores de la economía informal disminuyeron un 60% durante el primer mes de la crisis. Estos trabajadores no pueden trabajar a distancia y se enfrentan a la horrible elección de arriesgar su vida o sus medios de subsistencia. Algunos países han adoptado medidas para apuntalar estos ingresos básicos y, al mismo tiempo, garantizar la higiene y los equipos de protección personal adecuados para los empleados y clientes, las empresas y los trabajadores de los sectores no regulados o informales.

A medida que las empresas empiezan a evaluar la eficacia de cambiar al trabajo a distancia y la posibilidad de solucionar los problemas de seguridad de sus datos, y si disponen de la infraestructura necesaria, para los países en desarrollo pueden surgir nuevas oportunidades en el sector de servicios.

Sin embargo, en actividades como el desarrollo de programas informáticos y la prestación de servicios a los sectores financieros, las oportunidades de reubicación pueden ir acompañadas de la reconversión de otros puestos de trabajo a medida que las empresas intentan mejorar la gestión de los inventarios y la capacidad de las redes de suministro.

Esta situación repercutirá a más largo plazo en el empleo de las economías en desarrollo y emergentes. El problema es que, como tomará tiempo el desarrollo de los nuevos sectores de servicios, se haga sentir de inmediato el impacto negativo del aumento del desempleo. Las desigualdades en la capacidad de preparación digital pueden frenar aún más a los países a la hora de aprovechar estas oportunidades.

¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes del trabajo a distancia?

El teletrabajo ha permitido seguir operando y garantizar la salud y la seguridad de sus empleados a muchas empresas. Las personas que pueden trabajar a distancia durante la crisis sanitaria tienen la oportunidad de compartir las comidas con sus familias. El trabajo se ha orientado hacia el ser humano acomodando la educación en el hogar y el cuidado de niños y ancianos.

Sin embargo, para estas personas se han desdibujado las líneas entre su jornada laboral y su tiempo libre causando un aumento de estrés y la posibilidad de riesgos para la salud mental.

Ante la grave recesión económica causada por la pandemia y el aumento de las cifras de desempleo, se presentan oportunidades para aprovechar los cambios en la organización del trabajo a fin de diseñar nuevos planes de empleo compartido que permitan la flexibilidad y salven los puestos de trabajo. Esto puede suponer semanas laborales más cortas o acuerdos de trabajo compartido para evitar despidos en periodos de escasez, al tiempo que se reestructuran los acuerdos sobre el horario de trabajo que logren un mejor equilibrio a largo plazo entre la vida laboral y la vida privada.

La transformación digital del trabajo y la posibilidad de teletrabajar también se ha visto acompañada de otros beneficios. Por ejemplo, conforme a sus circunstancias, ofrece la posibilidad de extender la vida laboral a los trabajadores de más edad y experimentados y brinda oportunidades de trabajo a los de las comunidades rurales.

Sin embargo, para otra gran cantidad de trabajadores agravó su sensación de aislamiento y la pérdida de su identidad y objetivos. El reconocimiento social del trabajo y la importancia y pertenencia que se deriva de él no puede cambiarse por los salones virtuales, por muy informal que sea nuestra indumentaria mientras los ocupemos.

¿Hasta qué punto la pandemia afianzará la creciente desigualdad?

Aunque la pandemia puede representar un punto de inflexión para la transformación digital del lugar de trabajo, también ha revelado profundas deficiencias. Las personas encuadradas en los tramos de ingresos más altos son los que tienen más probabilidades de elegir trabajar a distancia, mientras que los que están en los segmentos más bajos carecen de esa posibilidad; tendrán que desplazarse a diario y es más probable que, como resultado de ello, tengan menos capacidad de gestionar su tiempo.

A medida que el trabajo digital y en línea se conviertan en la «nueva realidad», es probable que de cara al futuro aumente la demanda de trabajadores cualificados a la par que sus salarios. Se valorarán más que antes las aportaciones de los profesionales de la salud y otros trabajadores (por ejemplo, los maestros y el personal de las tiendas de comestibles). Sin embargo, también es probable que muchos trabajadores con sueldos bajos y cuyos salarios se estancaron debido a la pérdida de poder de los sindicatos y el cambio de situación laboral, vean una mayor erosión de sus ingresos a medida que aumenten las listas de desempleados.

Históricamente, las crisis económicas, las pandemias y las guerras han agudizado las desigualdades. La pregunta que nos queda por responder es si se trata de un cambio tectónico ligado a la creciente inestabilidad política y social, o de una crisis que nos lleve a consolidar los cimientos de unas sociedades justas ligadas a los principios de solidaridad y de toma de decisiones democráticas que impulsan a las sociedades, los mercados laborales y los lugares de trabajo a la igualdad.

FUENTE; ONU

1 Junio 2020

Asuntos económicos

“Tenemos que aplanar también la curva de las consecuencias económicas de la pandemia”

Así lo afirma Beatriz González López-Valcárcel, asesora del ministerio de Ciencia e Innovación para la COVID-19. Para esta economista, el “principal reto” al que nos enfrentamos es mantener el equilibrio entre economía y salud. Perderlo supondrá o bien caer en un abismo económico, o bien colapsar las UCI. Avanzar por el filo de ese cuchillo requerirá un “ajuste muy fino” de medidas que eviten desde la masificación en el metro hasta el avance de la desigualdad.

Licencia Creative Commons 4.0

Mónica G. Salomone

5/5/2020

Beatriz González López-Valcárcel es catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Es una de las asesoras del Gobierno de Canarias desde el inicio de la pandemia y también forma parte del Grupo de Trabajo Multidisciplinar del Ministerio de Ciencia e Innovación, creado más recientemente. “Hay que aplanar la curva de contagios en la epidemia, pero también la de sus consecuencias económicas”, dice.

“En la salida de esta crisis viral deben atenderse tanto las vidas amenazadas ahora por la epidemia, como las que lo serán a medio y largo plazo por desatender excesivamente los medios de vida”, escribía junto con otros autores en el blog de la Asociación Economía de la Salud.

El inicio del estado de alarma la pilló recién llegada a Boston, en EE UU, y volvió a Las Palmas sin ni siquiera pisar el centro donde debía pasar mes y medio investigando. “Tenía el vuelo el 11 de marzo y ni me planteé no tomarlo; lo que estamos viviendo ahora era inimaginable”, dice.

Autora de numerosas publicaciones de alto impacto, González López-Valcárcel ha llevado a cabo tareas de asesoría en México, Brasil, Costa Rica, Chile, Uruguay y Mozambique. Ha trabajado en diversas universidades, entre ellas el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y ha presidido el área de Economía de la Salud Pública de la Asociación Europea de Salud Pública, entre otros cargos.

– Hay ahora mucha gente enfadada que busca culpables. ¿Los hay?

Ahora sentimos dolor y preocupación, y es lógico mirar hacia arriba y poner el foco en los políticos, como un ente indiscriminado. Desde luego no me gustaría nada estar ahora en el lugar de quienes deben tomar decisiones. Ahora es momento de contribuir cada uno con nuestro granito de arena a salir de esta situación.

– De acuerdo. Solo una última pregunta sobre lo ya ocurrido. La OMS alertó a principios de febrero de la posibilidad de que infectados asintomáticos pudieran contagiar, pero solo semanas después en España se empezó a buscar el virus en neumonías de origen desconocido (se detectó entonces un fallecido por coronavirus en Valencia el 13 de febrero). ¿Debería haberse asumido antes que el riesgo era mayor?

Probablemente sí. Pero no somos Corea del Sur ni Singapur, donde ya habían sufrido el ataque de un virus respiratorio nuevo. Nosotros teníamos la experiencia contraria, la de comprar grandes cantidades de Tamiflu contra la gripe A en 2009, que al final no hizo falta. Seguramente nos influyó un sesgo cognitivo bien estudiado, el sesgo de disponibilidad, que nos hace evaluar las situaciones según la última información disponible. Además los datos de China indicaban una letalidad mucho menor y eso nos hizo pensar lo de que era como una gripe. Yo misma lo dije.

– ¿Cree que el Gobierno ha tenido lo bastante en cuenta el conocimiento de los expertos en sus decisiones, sobre todo al inicio de la crisis?

No tengo información suficiente para responder, me falta visión global. En Canarias somos cuatro científicos en el comité asesor y la experiencia está siendo enormemente positiva. Lo que sí me parece importantísimo es que no haya mezcla entre nuestro trabajo y el de los gobernantes. Nuestra misión debe ser trabajar con datos y con rigor, solo así podemos ser útiles y generar confianza.

– A veces la línea entre el asesoramiento científico y las decisiones parece desdibujarse. ¿Fernando Simón debe ser visto como científico o como político?

En mi opinión, como científico. Su papel no es político. Solo que está ahí, en primera línea… Es lógico que las críticas se concentren en él.

– Quizás a los ciudadanos nos cuesta aceptar que la ciencia no lo sabe todo, no toleramos la incertidumbre.

Sí, esto es cierto, y hay mucho que no sabemos sobre la pandemia y que no podemos saber porque aún no ha pasado tiempo suficiente. Pero yo prefiero resaltar lo contrario, lo mucho que hemos avanzado en el conocimiento de este virus en solo unas semanas. Nunca antes hemos aprendido tan rápido, nunca antes el talento de toda la humanidad se ha concentrado en un único problema. Al ritmo que vamos, los días parecen meses.

– ¿Cómo están trabajando en el Grupo de Trabajo Multidisciplinar de 16 expertos creado por el Ministerio de Ciencia?

Es muy satisfactorio formar parte de un grupo de personas con tanto prestigio en áreas tan diversas. Estamos trabajando mucho. Para empezar nos han planteado una serie de preguntas, como la influencia de la meteorología en el contagio. Yo a veces tengo la impresión de que puedo aportar menos que otros expertos más experimentales, como virólogos o genetistas, pero si algo está claro es que esto no es cuestión de egos, sino de trabajar en equipo.

– Dice que cree poder aportar menos que los científicos experimentales, pero en una situación tan compleja las ciencias sociales son fundamentales, ¿no?

Sí, desde luego. De hecho, en el grupo somos tres economistas y hay también una psicóloga.

– Sobre la pregunta de la meteorología que os ha hecho el ministerio a los expertos, ¿hay respuesta ya?

Hemos revisado la evidencia disponible hasta ahora, basada en el comportamiento estacional de otros virus similares cuando irrumpieron, en la física de la transmisión (comportamiento de las gotículas ante distintas condiciones de temperatura y humedad), y en los datos de velocidad de transmisión y letalidad de este virus desde que empezó a infectar en diciembre, buscando correlaciones con las condiciones atmosféricas en distintos lugares del mundo. No hay una respuesta cierta porque el virus es nuevo y no ha vivido ningún verano. La hipótesis de una ralentización estacional en verano es posible, aunque no segura.

– Como economista, ¿realmente tenemos que poner en un lado de la balanza la pobreza, y en el otro la enfermedad?

Sí, para mí este es el principal reto. Hasta ahora nos hemos concentrado en evitar decenas de miles de muertos por falta de UCI. Pero para aplanar la curva epidemiológica hemos tomado medidas muy duras, que también han aplanado la curva de la actividad económica. Y el impacto será muy superior al de la crisis de 2008. Por eso desde que se pueda tendremos que ir reabriendo la economía para que circule sangre, dinero, por el tejido productivo. Si tardamos mucho habrá empresas que no podrán reabrir, y los ERTES se convertirán en ERES.

– O sea, que tendremos que asumir un cierto número de contagios.

Mientras no se desarrolle una vacuna o un tratamiento eficaz tenemos que buscar un equilibrio entre los contagios, sin saturar las UCI, y la actividad económica. Ojalá que logremos hacerlo protegiendo a los más vulnerables, a los mayores y a quienes tengan patologías previas.

– ¿Cómo se logra eso?

Con un ajuste muy fino, con movimientos precisos. Es una situación delicadísima. Hay países como EE UU, con una economía muy liberal, donde tienen mucha prisa porque millones de personas viven al día sin seguro de desempleo, de salud, que se han quedado en la calle de un día para otro. Aquí tenemos el colchón del estado de bienestar, pero ahora el propio Estado está en peligro. O Europa interviene con un plan de ayudas muy ambicioso, o tendremos un problema muy grave de finanzas públicas.

– Todo apunta a un aumento de la desigualdad.

La desigualdad es uno de los grandes problemas que ya teníamos y que ahora se acentúa, en España y en los países del entorno. Por ejemplo, el confinamiento trae cambios en el uso de la tecnología con impacto económico a largo plazo. Consumidores que eran reacios a comprar por internet ahora han aprendido a hacerlo, y eso hará que se resienta el pequeño comercio.

– ¿Qué dicen los modelos sobre cómo lograr ese ajuste fino entre economía y salud?

Es que no sabemos cómo se comportará el virus. Es una situación sin precedentes, nunca nos hemos enfrentado a una pandemia teniendo una economía globalizada. No sabemos qué efecto tendrá. ¿Cuándo habrá una vacuna? ¿Dentro año y medio? No lo sabemos. Sí sabemos que no podemos parar la economía año y medio.

– ¿Puede poner un ejemplo de medidas que se pueden tomar para abrir la economía controlando los contagios?

Una prioridad en las ciudades será evitar la hora punta en el transporte colectivo, que ha resultado ser mortífero. Un estudio reciente, interesantísimo, de un colega mío ha demostrado que en Nueva York el metro ha tenido un papel crucial en la transmisión de la epidemia. En Madrid seguramente pasó algo parecido en febrero, cuando íbamos todos apretaditos en los vagones. También habrá que aplanar el reloj, no nos podremos permitir esas horas punta.

– Evitarlo en ciudades como Madrid será difícil.

Tendremos que trabajar a turnos. También la entrada de los colegios: los de primero a una hora, los de segundo a otra… Nos movemos en un escenario absolutamente nuevo en el que economía, comportamiento social y salud están completamente interconectados.

– Usted vive en Gran Canaria. La economía de las islas depende directamente del tráfico de millones de turistas. ¿Cómo se afrontará eso?

Es un reto enorme, monumental. Está claro que no podemos volver a tener el flujo de turistas que teníamos. Pero hay que pensar en reabrir, quizás haciendo test en el mismo aeropuerto. El problema es que no valdría con los test rápidos, porque los anticuerpos tardan unos siete días en aparecer una vez se contrae la enfermedad, y por tanto hay una ventana ciega en la que puedes dar negativo pero estás infectado e infectando. Harían falta PCR y hoy por hoy no tenemos forma de hacer PCR en menos de cuatro horas ni estamos preparados para montar laboratorios en aeropuertos, que requieren equipamiento y recursos humanos muy cualificados, pero pensando en el medio plazo no sería descabellado pensar en esa posibilidad.

– La OMS sigue recomendando la estrategia de hacer test, aislar a los positivos y seguir sus contactos. ¿Es eso posible con cientos de miles de infectados? ¿Cómo puede hacerse?

¡Habrá que hacerlo! Hace unos días se anunció que en Nueva York contratarían a miles de personas para hacerlo. Nosotros tendremos que idear una estrategia reforzando la atención primaria.

Fuente: SINC

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Encuentro con Claudia Neira Rodas, autora de la obra “ Quejas desde la línea imaginaria”

«En general, muy pocas personas tienen un verdadero criterio político en nuestro país y a la mayor parte de las personas que están en ese tipo de cargos, les mueve la codicia o la conveniencia. Los políticos en el Ecuador, como en todo el mundo, dejan mucho qué desear, con muy pocas y honrosas excepciones.» (Claudia Neira).

Por: Mariela Barrera

La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina acaba de publicar Quejas desde la línea imaginaria, de la joven escritora cuencana Claudia Neira. Una obra que nace desde la necesidad de denunciar distintas situaciones por medio de la narrativa y la metáfora. Un texto que estimula la reflexión abierta hacia determinadas temáticas, como gestión política, religión, homofobia, violencia familiar, explotación infantil y maltrato animal.

Claudia Neira Rodas nace en Cuenca (Ecuador), un 11 de diciembre de 1992, y es licenciada en Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad Estatal de Cuenca, donde ejerció como docente en el departamento de Idiomas. Posteriormente cursó el Máster Oficial de Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla y actualmente está realizando su tesis de doctorado en Estudios Filológicos, especialidad de Literatura Hispanoamericana en la Escuela Internacional de doctorado de la Universidad de Sevilla.

– ¿Cómo nace esta la obra?

Este grupo de relatos fue creado originalmente para la asignatura “Literatura actual” de mi máster en Escritura Creativa. El profesor nos dio la libertad de entregar una obra en cualquier formato, con tal de que fuéramos capaces de mostrar nuestro propio estilo narrativo. Decidí plantear un grupo de relatos cortos que tuviera una línea de unión. En este caso, fueron las “quejas” que tengo con respecto a algunos temas delicados y polémicos en mi país.

– ¿Cuál es la intención de este libro?

Mostrar las cosas con las que no estoy de acuerdo. A pesar de que hablo desde mi realidad, los temas que trato son mundiales. Son situaciones que resultan problemáticas en todas partes. Realmente, intento mostrar una realidad que está presente todos los días y que muchos no toman en cuenta porque no les afecta directamente.

– Desde su perspectiva ¿Cómo es la cultura política del Ecuador?

Es una pregunta bastante difícil. No sé si se podría llamar una “cultura” política, sino más bien las prácticas políticas en el Ecuador. En general, muy pocas personas tienen un verdadero criterio político en nuestro país y a la mayor parte de las personas que están en ese tipo de cargos, les mueve la codicia o la conveniencia. Los políticos en el Ecuador, como en todo el mundo, dejan mucho qué desear, con muy pocas y honrosas excepciones.

– En su obra manifiesta cierta indignación sobre un hecho ocurrido en 1999. ¿Qué nos puede contar sobre ello?

La crisis del 99 en el Ecuador todavía tiene terribles consecuencias en el presente. Creo que si conoces lo que pasó y no estás indignado, es porque eres parte de los que se beneficiaron, o una persona con nula consciencia y memoria histórica. Algo muy triste, porque esa es la razón por la que los corruptos que hundieron al Ecuador en una de las tragedias económicas más grandes de nuestra historia, todavía pueden andar por las calles pidiendo votos para ser presidente. A pesar de que no me gusta hablar de política en general, me pareció un tema interesante para hacer un relato.

– ¿Qué influencia tiene la iglesia en el pueblo ecuatoriano?

En mi opinión es una influencia nefasta, como en todo el mundo. No tengo nada en contra de las creencias religiosas y la necesidad emocional que tiene mucha gente de sentir que hay un ser supremo, eso es completamente subjetivo. A mí me molesta la iglesia como institución. La iglesia corrupta que roba, que manipula, que miente y que usa esa misma necesidad emocional para mantener a la gente ignorante y sumisa. No podría estar jamás a favor de una organización que ayuda a violadores, que fomenta guerras y que defiende dictadores. De nuevo menciono la memoria histórica. Si la gente supiera y entendiera todo lo que la iglesia católica ha hecho en nuestro país y en el mundo, probablemente dejarían de apoyarlos.

– ¿Considera que en Ecuador se respetan o se cumplen los derechos de la comunidad LGTBI?

Creo que hemos mejorado. Sigue siendo un tema tabú, pero existen más leyes que apoyan a la comunidad, tanto que se aceptó hace poco el matrimonio civil igualitario. Pero eso no quiere decir que la homofobia se haya erradicado y todavía hay grandes grupos que persiguen a los homosexuales. Aquí la iglesia también juega un papel muy importante, todos los temas que traté en el libro están relacionados de una u otra forma. Por ejemplo, se sigue considerando un “pecado”, mucha gente va a atacar a la comunidad LGTBI. Pero, tengo la esperanza de que con el tiempo, la gente empiece adarse cuenta que las tendencias sexuales son algo absolutamente personal y que no tiene nada que ver con ningún otro aspecto de la vida de una persona. Cuando aprendamos eso como sociedad, las cosas mejorarán increíblemente.

– En el tercer capítulo hace énfasis sobre la discriminación que sufren las personas homosexuales por sus familias ¿Qué puede añadir sobre esta situación?

Es una situación muy triste. Muchas personas esconden sus tendencias sólo a sus familias, porque saben que jamás van a ser aceptados, incluso si el resto de sus grupos sociales no los juzgan. Me gustaría pensar que hay una solución o una forma de ayudar a esas personas, pero es complicado ya que cada caso es distinto. De todas formas, me alegra saber que hay grupos que acogen a quienes son atacadas por sus tendencias sexuales y eso ya es un gran comienzo.

– En el Ecuador el índice de violencia doméstica es alto ¿Qué puede decir acerca de esta realidad?

Que me siento muy impotente al respecto. Cada caso es distinto y su posible solución va a depender de muchos aspectos. Pero algo que considero muy importante es la educación. Todos los niños, sin importar el género, deben saber que no pueden abusar ni ser abusados. El problema es que muchas víctimas son cómplices de su abusador, justamente por la ignorancia. Todavía queda un largo, larguísimo camino en ese aspecto. Y no sólo en el Ecuador, en todo el mundo. Por ejemplo, uno de los países que más me duele con respecto a este tema es México. Espero que nuestro país jamás llegue a ese extremo.

– En relación a lo mencionado en el cuarto capítulo del libro, ¿Cómo esta narrativa manifiesta la realidad de muchas mujeres?

Lamento mucho pensar que hay muchas mujeres que se puedan sentir identificadas con este relato y que esté basado en una dura realidad. Si bien son bajísimos los casos de mujeres que matan a sus maridos por defensa propia, ya que es normalmente el abusador el que termina asesinando a su víctima, es una realidad mucho más frecuente de lo que pensamos. Mi relato muestra un caso extremo, pero los abusos en algunos hogares son a diario, y los hijos también se convierten en víctimas.

– ¿Cuáles son las principales causas de la explotación infantil en Ecuador?

Hay muchas razones y no creo que se puedan mencionar todas. Pero, creo que entre las primeras están la inestabilidad laboral. Padres con empleo estable no mandan a sus hijos a trabajar. La pobreza extrema, la ignorancia y en algunos casos la desesperación. Cada caso es diferente, no podemos juzgar sin antes saber cuáles son las razones que llevan a las personas a tomar una decisión tan terrible como mandar a niños pequeños a trabajar. No se puede dejar a la irresponsabilidad de lado, pero hay que entender que hay personas que realmente no tienen que comer.

– En la obra manifiesta que una de las causas del trabajo infantil es el abandono familiar, ¿qué puede señalar acerca de ello?

El relato sobre el trabajo infantil es muy puntual. En este caso yo hablo de una mujer abandonada, embarazada de nuevo que manda a sus hijos a vender caramelos para así poder comer. A pesar de que los niños  forzados a trabajar son los protagonistas, entran muchos otros aspectos como la falta de educación sexual, la mendicidad, problemas sociales, problemas económicos. El abandono familiar es una de las tantas causas que pueden tener como consecuencia el trabajo infantil.

– ¿Cree que en el país existe respeto por la vida animal?

Existen muchos grupos y he visto personalmente gente ayudar a animales cuando lo necesitan. Creo que del grupo de relatos, es el único con un final feliz, pero que de todas formas refleja las injusticias que muchos animales viven día a día. A diferencia de lo que muchos piensan, somos los humanos los que invadimos sus hábitats y los convertimos en “plagas”. Lo terrible es que creamos que como especie somos superior o tenemos más derechos que el resto de animales. Creo que al Ecuador, y al mundo en general, le falta mucho por aprender con respecto a la convivencia con otros animales.

– En su libro señala una situación común sobre el maltrato animal ¿cómo  se podría trabajar contra el mismo?

Bueno, no creo que pueda dar una solución a un problema tan grande como el maltrato animal en términos generales. De todas formas, establecer ciertas leyes ayudaría mucho para respetar a otras especies. Creación de santuarios y parques naturales podría ser una gran forma de contribuir no sólo a los animales sino al ambiente, pero no es algo que se pueda hacer de un día para el otro. Creo que un experto en ecosistemas y manejo responsable de los recursos naturales podría dar una opción mucho más certera.

– ¿Qué tan sensibilizados nos encontramos con cada una de las problemáticas señaladas en esta obra?

Creo que ninguno de los temas abordados tiene un trato adecuado en nuestra sociedad y es justamente por eso que he decidido “quejarme” al respecto. Son problemas que están latentes en nuestro país, en mayor medida unos y menor medida otros, pero creo que todos han sido descuidados de una u otra forma. Aun así, creo que la mejor forma de combatir la corrupción, la homofobia o la violencia de género es enseñando. Una generación consciente de los problemas y empática no va a permitir que las injusticias se sigan dando. Pero eso es casi una utopía. La sensibilidad con respecto a estos temas es muy personal.

– ¿Qué mensaje le gustaría dar a la comunidad cuencana sobre los temas tratados en este libro?

Lo que quiero decir con este grupo de relatos es que somos egoístas. Situaciones así pasan todos los días y la mayor parte de nosotros sólo juzga sin dar una solución. Yo mismo estoy juzgando en este momento. Es importante ser empáticos con los demás. No deberíamos ser parte de los grupos abusivos y, si tenemos la posibilidad, ayudar a los que están pasando por un momento tan difícil.

– Para finalizar ¿qué opinión le merece la filosofía de la Editorial Centro de Estudios Social de América Latina?

Creo que el trabajo que está realizando para promover la literatura y la divulgación científica es una excelente iniciativa. La mayor parte de los autores queremos que la gente lea lo que escribimos, que se conozca el trabajo que tanto nos ha costado crear. Sinceramente espero que todos los proyectos que tienen en mente se realicen de la mejor manera.