Día del Maestro

Por: Fernando Naranjo-Villacís
fnaranjo@gye.satnet.net

Recordar particularmente, al educador ecuatoriano, constituye para mí, una de las más hermosas expresiones de gratitud, por eso el 13 de abril, el calendario nos trae este día tan especial como justo homenaje a su amorosa entrega, a su guía intelectual y espiritual para tantos niños y jóvenes que reciben sus sabias enseñanzas en las escuelas, colegios y universidades.

Puntualizo que no todos poseen esa mística de la noble misión encomendada, hay quienes acuden a las aulas simplemente como parte de su rutina de supervivencia: llegan, hablan y se van. Esta sentida pleitesía, es para los maestros comprometidos con el saber humano. Aquellos que responsablemente preparan sus clases, acuden a compartir conocimientos y experiencias, hacen de la cátedra auténtico apostolado y al tomar exámenes, revisan hasta la última palabra para conocer el alcance de los conocimientos asimilados y luego poner la justa calificación. Hay quienes incluso, anotan alguna observación o recomendación especial. Es el maestro que trasciende.

En mis personales recuerdos, conservo algunos de mis queridos profesores, quienes se daban tiempo, fuera de las horas de clase y hasta en los recreos para referir alguna de las inquietudes planteadas. Ahora, en esta sociedad de las prisas, alumnos y algunos profesores “light” andan afanados con el reloj que los angustia o tal vez presurosos por revisar las redes sociales que muchas veces son pura novelería e inútil pérdida del valioso tiempo.

Pienso que muchos alumnos, fuimos afortunados por los gratificantes momentos que tuvimos para dialogar con nuestros maestros. Conversaciones de amena sabiduría, allí con sus rostros serenos, las damas y caballeros de privilegiada inteligencia quienes nos otorgaron el precioso legado de su tiempo para atendernos y entendernos. Un verdadero educador es todo aquel que se da cuenta de que su vida influye sobre otra vida, lo asume responsablemente y lo vive como misión.

La vida continúa y el aprendizaje también. Ahora ya jubilosamente jubilado, tengo maestros universales, en libros y ediciones virtuales, de quienes, a diario recibo nuevas y magníficas enseñanzas. Aquellas que en estos momentos me son muy saludables para entrenar y enriquecer el pensamiento, para estar alerta, evitar la impaciencia y tranquilizar la mente. Maestros espirituales que nos guían para alcanzar altos propósitos. De ellos aprendo la importancia de mantenerse ocupado, en constante actividad. Ser personas estables, equilibradas, serenas. La mente ociosa es peligrosa; la mente activa es creativa y por lo tanto, altamente productiva. Buena vida, a todos los maestros y muy especialmente a mis recordados Educadores Ecuatorianos.