La verdad en la historia de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero

Por: Dr. Jorge Enríquez Páez

Ex Rector de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero.

 

Señores y señoras:

Jubilado de la Universidad Central, luego de 35 años de cátedra, fui propuesto para trabajar en el Instituto Superior Tecnológico Americano como su rector; hecho que me permitió soñar y pensar en la creación de una Universidad que llevara el nombre de Alfredo Pérez Guerrero, para así, honrar la memoria del más ilustre Maestro ecuatoriano del siglo XX.

Con el aporte de ilustres ecuatorianos como: Ángel Felicísimo Rojas, Benjamín Terán Varea, Juan Isaac Lovato, Gonzalo Abad Grijalva, Oswaldo Guayasamín y Plutarco Naranjo, que formaron el Comité Especial, se inició la estructura y planificación de la Universidad.

El 15 de abril de 1998 envié al Congreso Nacional todos los documentos exigidos por la Ley de Universidades y Escuelas Politécnicas, vigentes a la fecha, para la creación de la Universidad.

Esta documentación recogía lo mejor de nuestro esfuerzo de estudiar y planificar con un nuevo y moderno concepto de educación superior, orientada de modo especial a la formación integral, profesional y humanista de la juventud, con altos valores.

Crear una universidad moderna era un reto de gran importancia, si la vocación para ello tenía que ver con el cumplimiento de un ideal de servicio a la comunidad. En nuestro ánimo destacaba la disposición de hacer de esta institución una de las mejores del país, y así lo estábamos haciendo paso a paso, caminando sobre piso firme.

La Universidad Alfredo Pérez Guerrero nació luego de un proceso de tres años, período en que hubo dos Constituciones y dos Leyes de Educación Superior. Se cumplieron todos los requisitos exigidos por las leyes y reglamentos que regían la educación universitaria y politécnica del país a través del Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas CONUEP y luego por el H. Congreso Nacional. La aprobación vino luego de un exigente proceso en el que se cumplieron todos los requisitos.

El Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas, en sesión del 17 de agosto de 1999, acogió el pronunciamiento de su Comisión Académica y resolvió informar favorablemente sobre la creación de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero al Congreso Nacional, organismo que expidió su Ley Constitutiva N. 201-34, el 12 de diciembre de 2000, siendo promulgada en el Registro Oficial N. 244, el 15 de enero de 2001.

Desde entonces, en esos once años demostramos seriedad y vocación de servicio al país preparando a la juventud, graduando a 650 profesionales que buscaron la excelencia en el conocimiento, la comprensión y la afirmación de su personalidad y responsabilidad que les acompañe en el diario vivir, como sello de identidad de este valor impalpable de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero. Hoy se encuentran en diferentes ámbitos trabajando para el desarrollo del Ecuador. Por eso lamento y rechazo las penosas declaraciones de René Ramírez, que fungía de secretario de la SENECYT, repetidas por el señor Long, del CEAACES, de calificar de “la mayor estafa académica” a la obra realizada. Esas declaraciones demostraron un total desconocimiento de la realidad universitaria del país y de nuestra universidad en particular. Laceraron a las diferentes universidades con calumnias, agresiones e insultos en base al autoritarismo que poseían; podrían derrumbar puertas y paredes, apropiarse de bienes, laboratorios y libros, pero jamás secuestrar la Obra del Espíritu.

Fuimos una Universidad particular con fin social. Siempre lo entendimos así y en esos parámetros actuamos. Tuvimos el orgullo de que se nos reconociera internacionalmente por las investigaciones realizadas en nuestro Centro de Investigación de Orquídeas de los Andes, cuyas publicaciones están en las más grandes bibliotecas especializadas del mundo y sus artículos científicos publicados conjuntamente con los de las universidades de HARVARD Y COSTA RICA, en las mejores revistas especializadas de Estados Unidos, Europa, Asia y Latinoamérica.

Realizamos investigaciones y publicaciones sobre el rol de la universidad, sobre literatura, emprendimiento, historia, economía, delincuencia e inseguridad y sobre la planificación en el Ecuador, cuyo libro se quedó en la imprenta, pero que posteriormente lo publicamos, gracias a la colaboración del Produbanco.

Por la labor cultural y editorial realizada se nos conoció como la Universidad de la Cultura, porque siempre creímos que la preparación profesional no puede estar separada de la preparación humanística para que los jóvenes tengan una formación integral. Más de cincuenta títulos publicamos en cinco años, con el pensamiento de los verdaderos maestros, intelectuales y catedráticos del país que han enriquecido y ampliado la mente de los estudiantes.

El espacio físico de nuestro campus estaba acorde con el número de alumnos que recibía cada año. Las aulas se proyectaban para albergar a 15 alumnos como máximo; contaba con espacios agradables y confortables, tanto en aulas y laboratorios, como en la biblioteca, la administración, los patios y jardines. Espacios que permitieron, en forma natural y espontánea, el intercambio estudiantil que promovió el desarrollo humano, factor que consintió el encuentro entre los alumnos de diferentes especialidades y que implicó para cada alumno la oportunidad de autodefinirse y autoconocerse a través del espejo de lo diferente y similar a la vez.

Sin embargo, por el incremento de nuevas carreras académicas y por lo tanto de alumnos, se planificó un nuevo campus. Nuestra Universidad fue un esfuerzo privado, no tuvimos capitales nacionales o extranjeros y menos asignaciones gubernamentales. Por ello presentamos un proyecto de construcción de un nuevo campus al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, dentro del gran proyecto habitacional Plan Victoria, con un nuevo concepto de Universidad Comunitaria, que ampliara los servicios comunitarios, educacionales y culturales a la población, como lo venía haciendo.

Así, trabajamos con ahínco y el proyecto arquitectónico estuvo prácticamente terminado. Pero todo quedó trunco cuando el 12 de abril de 2012, a medianoche, por orden de funcionarios públicos del CEAACES y de la SENECYT se intervino, conjuntamente con la policía, las instalaciones de la Universidad, en un acto sin precedentes que no se vio ni en las dictaduras militares de los sesenta y setenta, y confiscaron todos los bienes materiales.

EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN

La Asamblea Constituyente, en la primera disposición transitoria del Mandato Constituyente Nº14 expedido en julio de 2008, obliga al Consejo Nacional de Educación Superior (CONESUP) a que “en el plazo de un año, deberá determinar la situación académica y jurídica de todas las entidades jurídicas bajo su control…”.

Nuestra universidad fue la primera en informar al país en forma clara y precisa sobre su situación. Se desarrolló ciñéndose al marco académico y jurídico.

Dijimos en ese entonces, frente a la aprobación de la Ley Orgánica de Educación Superior y demás instrumentos legales y la creación de los organismos que rigen la educación universitaria y politécnica del país, que la Universidad Alfredo Pérez Guerrero, como lo hacía desde su creación, funcionaba bajo estricto cumplimiento de todas las disposiciones de ordenamiento jurídico ecuatoriano y sometida a los mandatos que del mismo provenían.

Dos aspectos principales emanan del Mandato 14, que se refieren a la evaluación y luego a la acreditación de las Universidades, proceso que la UNAP tuvo que suspenderlo al aprobarse la nueva ley y que lo reinició alcanzando un avance significativo en el proceso.

Pero el proceso de ‘depuración’ de las universidades fue planificado y ejecutado desde la posesión del señor Arturo Villavicencio como presidente del CONEA, con la participación de una asesora extranjera, y en contra del Mandato 14 de la Asamblea de Montecristi se hizo una seudo evaluación que concluyó con una inventada categorización en la que se incluyó a las universidades y politécnicas, más con un criterio político que técnico. Luego, saltándose el debido proceso, se realizó un show cuando con la mayor irresponsabilidad se anunció, en rueda de prensa, el establecimiento de cinco categorías, colocando en la «E» a todas las universidades creadas después del año 2000. El informe debía ser aprobado por el directorio del CONEA, luego pasar al Consejo Nacional de Educación Superior y luego a la Asamblea. Nada de eso se cumplió, lo que llevó a que los más distinguidos juristas y académicos lo rechazaran; más aún, la Comisión de Educación de la Asamblea hizo lo propio.

Este fue un duro golpe para las Universidades de esa categoría que recibieron el impacto de este gratuito descrédito. Pero el plan continuó cuando el señor Augusto Espinosa, en su calidad de Subsecretario de Educación Superior, envió un oficio mediante el cual se prohibía que las universidades matricularan a nuevos estudiantes aduciendo que la Ley prohibía la creación de nuevos ‘programas académicos’. Esta interpretación y arbitrariedad jurídica fue rechazada por la Universidad Ecuatoriana con amenaza de juicio penal al funcionario, lo que le obligó a presentar la renuncia.

Sin embargo, posesionado nuevamente del cargo con el señor René Ramírez, emiten un reglamento a la Ley que entra en vigencia el 2 de septiembre de 2011, en el que, inconstitucional e ilegalmente, se prohíbe abrir el proceso de matrículas en primer curso, aduciendo que este es un nuevo programa académico. Y el Presidente de la República Rafael Correa lo aprueba. El primer curso no era un programa académico, era un período académico que tenía programas vigentes desde hace once años en algunas carreras.

Esta prohibición fue el tiro de gracia cuando la Universidad estaba en plena recuperación, con 250 nuevos estudiantes inscritos y matriculados. La Universidad Alfredo Pérez Guerrero levantó su voz de protesta con una acción legal; sin embargo, tanto el rector como la Institución, fieles cumplidores de la ley, acataron la disposición y devolvieron los valores a los jóvenes inscritos, lo cual ocasionó una pérdida para el semestre de más de 270 mil dólares y un grave perjuicio para los estudiantes.

Para la apertura del semestre abril – agosto, ya no contábamos con estudiantes ni en primero ni en segundo semestre.

Pero en todo este proceso veníamos preparándonos para la evaluación con catedráticos destinados exclusivamente para el proceso, contábamos, además, con asesoría especializada externa a la Universidad. La Universidad cumplió cabalmente en los campos legal, académico y administrativo, por ello nos encontramos sorprendidos y defraudados con la supresión ilegal de que fuimos objeto.

Concluida la evaluación in situ, el CEAACES remitió a la Universidad el informe preliminar de observaciones, las que fueron rebatidas documentadamente. Luego enviaron los resultados de las observaciones que fueron apelados por la Universidad Alfredo Pérez Guerrero con todos los documentos de respaldo, en los puntos que supuestamente no se cumplían. De acuerdo al respectivo reglamento del CEAACES, esta apelación debía ser contestada, cosa que nunca ocurrió, con lo que se violó el debido proceso dejando a la Universidad en la indefensión, pues esta tenía todavía derecho a la audiencia pública a la que nunca se llegó, porque los tiempos no fueron debidamente programados por ese organismo gubernamental.

Además, los estudiantes fueron sorprendidos con exámenes cuyas matrices aplicadas por el Instituto de México CENEVAL, para el 2011, fueron copiadas hasta en sus modismos mexicanos, con el pretexto de que la educación es universal, desconociendo que como país, y en el modo de impartir la educación y los programas académicos, somos diferentes.

Aquí conviene señalar que funcionarios del CEAACES y la SENECYT convocaban a los estudiantes de la Universidad para desprestigiarla e informarles sobre el plan de emergencia. Infamemente se llegó a solicitar a los jóvenes estudiantes procedan a demandar a las autoridades de la Universidad, por estafa académica.

El CEAACES resolvió el 11 de abril de 2012, textualmente: “Suspender de manera definitiva a la Universidad Alfredo Pérez Guerrero, por haber obtenido un dictamen técnico de NO ACEPTABLE en el cumplimiento de los parámetros de calidad de la educación superior establecidos por el CEAACES para la presente evaluación”.

Firmaron esta ilegal resolución los miembros del Consejo: Guillaume Long, Mariana Lima Bandeira, Holger Capa Santos, Fernando Espinoza Fuentes, María Luisa Granda Kuffo, José Antonio Figueroa. Suscribe el Secretario General (e) Eduardo Koppel V.

El plan se ejecutaba y el 12 de abril a medianoche, con guardias policiales, se apoderaban de la Universidad.

Allí quedaron como testimonio material dos oficinas en el edificio Quito, ubicado en 12 de Octubre y Veintimilla, que el rector entregó a la Universidad. Una biblioteca que acababa de ser inaugurada con los mejores adelantos técnicos, con fondos tan importantes como el Juan Isaac Lovato, el Raquel Verdesoto de Romo Dávila, toda la documentación técnica que la UNAP rescató de la ex Junta de Planificación, entre otros documentos, una reserva de alrededor de 3.000 libros editados por la Universidad que respaldaba la designación de la ‘Universidad de la Cultura’; un moderno laboratorio de idiomas, gran cantidad de computadoras, pupitres, obras de arte, un piano y tantos otros muebles y equipos; en definitiva, bienes materiales que sobrepasaban su valor en el millón de dólares.

Durante estos seis años han administrado estos bienes, sin beneficio de inventario, más de diez funcionarios designados por el Consejo de Educación Superior, en calidad de administradores temporales, como la única autoridad y representante legal de la Universidad suspendida.

De los bienes confiscados sabemos que las bodegas donde se depositaron fueron asaltadas, que algunos bienes fueron trasladados a otras Universidades y que fueron liquidados los haberes de los señores profesores y del personal administrativo, hasta mayo de ese año. Sin embargo, hasta la fecha no se han pagado al Seguro Social los aportes adeudados que debían haberlos cubierto oportunamente de acuerdo con la ley, lo que ha causado graves perjuicios para lo señores docentes y empleados.

Esta falta de pago de los aportes me ha perjudicado notablemente, pues se mantiene una orden de arraigo en el país, que atenta contra mis derechos.

Pero más allá de todo esto y, por cierto, lo más doloroso, ha sido la campaña de descredito contra las Autoridades: en un verdadero programa de desprestigio, atacaron mi honra aduciendo ESTAFA ACADÉMICA.

En efecto, en esos días, la fiscalía General del Estado, fiscalía especializada de soluciones rápidas de Pichincha, aceptó la denuncia presentada por el CES por presunto delito de ESTAFA ACADÉMICA.

El perito designado, con acreditación al Consejo de la Judicatura No. 1328 y legalmente posesionado dentro de la indagación previa, descarta mi incumplimiento a la Ley Orgánica de Educación Superior y a su Reglamento, determinando que no se ocasionó ningún perjuicio en contra de los estudiantes, ya que inclusive se procedió a la devolución de los valores cobrados por concepto de nuevas matrículas receptadas antes del 2 de septiembre de 2011.

El informe tiene fecha 28 de noviembre de 2012. Por su parte, el fiscal designado, con fecha 25 de julio de 2013, a las 10 am, acoge dicho informe, desestima la denuncia presentada y dispone el archivo definitivo de las investigaciones. Fueron siete meses de sufrimiento, meses de angustia y de tomar las previsiones del caso para evitar una captura. Mi libertad, como expresé oportunamente, no la compré como en varias oportunidades pretendieron.

En este proceso, vergonzoso y odioso, cabe señalar la patriótica intervención de la señora asambleísta doctora Lourdes Tibán y de César Rodríguez, quienes patrióticamente salieron a defender los intereses de las universidades intervenidas y cuestionaron a René Ramírez como presidente del Consejo de Educación Superior y secretario de la SENECYT y a Guillermo Long, presidente del CEAACES, a fin de que explicaran por qué se tomó una decisión tan drástica con dichas Universidades, enviándoles un cuestionario de 17 preguntas claves.

Como respuesta, el jueves 24 de mayo de 2012, el presidente del CEAACES, Guillermo Long, denuncia que cinco delincuentes sometieron a los guardias del Consejo de evaluación y se sustrajeron 14 computadoras que contenían información del proceso de evaluación de las Universidades cerradas con categoría.

Un robo oportuno y una investigación inexistente.

El 12 de abril de 2013, como dice el Decreto, debía terminarse el plazo para que la Asamblea suprima la Universidad. Sin embargo han tenido que pasar más de cinco años para que la Asamblea Nacional expida la “Ley Orgánica de EXTINCIÓN de las Universidades y Escuelas Politécnicas suspendidas por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la calidad de Educación Superior, CEAACES”, Ley Orgánica que se publicó en el Registro Oficial No 913 del 20 de diciembre de 2016.

Al respecto cabe observar que la creación de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero, de conformidad con la Constitución de la República y la Ley de Educación Superior, se efectuó mediante Ley Constitutiva. Hay que notar que en derecho público las cosas se deshacen como se hacen. Sin embargo, se dicta una Ley Orgánica para suprimirla, ¿Cuál fue el objeto?…

Simplemente para desvirtuar todas las incongruencias jurídicas y atropellos a las disposiciones legales, nos corresponde ahora rechazar públicamente la inconstitucionalidad de dicha Ley Orgánica.

Así se terminó con una gran obra de la juventud ecuatoriana.

Qué pasó con los estudiantes, profesores y empleados. Qué pasó con los bienes de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero y de las otras 15 universidades cerradas. Según informe aprobado de la Contraloría General de la Nación DA-0013-2012 del 22 de agosto de 2012, es decir a los 6 meses de ser intervenida la Universidad Alfredo Pérez Guerrero, ésta tenía un patrimonio de $ 1’242.420,27 (de donaciones), sin incluir los bienes propios de la UNAP, que ascendían a $ 1’000.000, sin embargo en el Informe de Evaluación del CEAACES del 11 de abril de 2012 solamente se anota que el valor del patrimonio total es de $ 918.145. Cabe señalar que solo por nuestra Universidad han pasado más de nueve administradores sin juicio de inventario.

A los 83 años de edad y 60 de servicio al país, no me lamento por haber perdido todos los bienes materiales ganados con honradez y mi dilatada vida académica y profesional, sino de haber truncado un gran proyecto, roto un sueño por el único pecado de servir a la juventud y querer mejores días para ellos y para el país.

En todas partes hay estudiantes que fueron mis alumnos, en quienes sembré una simiente de amor para su pueblo y su país, pues la enseñanza, eso es solamente conocimiento. Los maestros tienen que dar esos instrumentos, como son la ley, como aplicarla, etc, etc. Pero más que todo, deben dar su corazón, su amor, y tienen que dar, sobre todo, su ejemplo, para que el estudiante se mire en su maestro, para que el maestro pueda dirigir la vida del estudiante que está formando, con un ejemplo de moral, de integridad, de honor. Para ello no se necesita ser un PhD. Un sabio, un erudito, no podrá ser verdadero maestro si no es capaz de sembrar en el alma de los estudiantes el honor, la dignidad, la integridad espiritual, principios estos que son lo único que enaltece al hombre. Todas las riquezas, las dignidades, los nombramientos, los honores, no valen nada cuando no se posee el único tesoro que importa: ser leal a ciertos principios: el honor, la libertad, la dignidad humana y la lealtad.

Hay que mantener la lucha; hay que estar en forma; hay que pensar que vale la pena ser universitario pero de una Universidad autónoma y libre, y que vale la pena ser hombre si es que el hombre conserva su honor y su personalidad, y como dijo sabiamente nuestro maestro: “Si se quiebra, que no se doble”.

Jóvenes estudiantes, por ustedes tiene que hacerse la verdadera transformación del país; ustedes son la única esperanza de la Patria. Esta Patria que siempre ha sido cuna de rebeldes, creadora, libre. Ustedes representan esa Patria y no pueden traicionarla.

La juventud debe llevar siempre por delante esa bandera y esa antorcha, marchando y señalando el camino al pueblo ecuatoriano.

Permítanme hablar sobre la autonomía. Esta no fue un DON gracioso de los legisladores o autoridades. Fue derecho conquistado después de años de dura lucha de profesores y estudiantes. La autonomía es la esencia de la Universidad si consideramos que ella es la esencia de la Patria; sin ella no hay Universidad. Universidad sin autonomía, sin libertad, será entidad deformada y humillada como en esta última década. No debe haber amenaza a fin de que solamente piensen y digan lo que no disgusta al gobierno de turno.

Por último, debo dejar constancia de mi profundo agradecimiento al señor doctor Gustavo Vega Delgado, orgullo nacional, maestro de juventudes e intelectual sin tacha, que hizo honor a la Educación Superior del Ecuador cuando Presidente del Consejo Nacional de Educación Superior, por su valioso y real comentario a la obra que hoy presentamos La verdad en la historia de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero.

El libro para mí no tiene plan ni programa. Le acompaña la canción de la esperanza en la juventud. Canción que hará fácil el camino pedregoso y con espinas, y permitirá que el caminante se levante después de sus desfallecimientos y caídas. Una canción de esperanza.

Igualmente mi reconocimiento a la Universidad Andina Simón Bolívar, a la Casa de la Cultura Ecuatoriana y a todas las personas que han hecho posible la edición del libro y su difusión con la verdad sobre inconstitucional, ilegal y arbitraria ocupación de la Universidad el 12 de abril de 2012 y su posterior eliminación.

Quiero hacer también una profesión de fe en los grandes valores del hombre, la libertad, la justicia, el amor, y que quede demostrado, a través de estas páginas, la única verdad que importa, la verdad de que el destino y la esencia del hombre es la libertad. Libertad para su pensamiento, para su corazón, para la búsqueda de su destino. Libertad para amar, luchar y morir por una fe, por un ideal, por un principio.

Mis agradecimientos a todos y cada uno de los que formaron parte de la Universidad; profesores, estudiantes y personal administrativo.

 

No hemos tenido justicia, no hemos tenido un tribunal al que recurrir, por eso nuestra denuncia es ante el pueblo y en especial ante los universitarios del País.

 

He seguido las enseñanzas de mi maestro, he servido al país y su juventud con vocación y fe, y he mantenido mi honor por sobre todas las cosas, porque ello, como dijo Pérez Guerrero “vale más que la salud, la riqueza y la misma vida”. La honra es por esto sagrada.

Lo que soy, lo que pienso, lo que hay en mi vida lo debo a la Universidad y al pueblo ecuatoriano.

Una obra, un libro, una esperanza.

Nota del Director:

Este discurso fue pronunciado la noche del jueves 12 de abril de 2018, en el Paraninfo de la Universidad Andina Simón Bolívar, por el  Dr. Jorge Enríquez Páez, Ex Rector de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero. Los comentarios los realizó en forma brillante ¡como siempre! el doctor Gustavo Vega Delgado, ex Presidente del Consejo de Educación Superior –CONESUP-. Asistieron  ex embajadores, personalidades del mundo académico y cultural, entre los que destacamos al doctor  Blasco Peñaherrera Padilla, ex- Vicepresidente de la República, al doctor Simón Espinosa, miembro de la Comisión Anticorrupción, al doctor Camilo Restrepo, Presidente Nacional de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, al doctor  Patricio Moncayo,  docentes, estudiantes y trabajadores de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero, y  muchísimos amigos,  quienes se solidarizaron con el  Dr. Jorge Enríquez Páez y le felicitaron por la publicación del libro La verdad.

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