Por: Eduardo F: Naranjo C.
Hay cientos de preguntas por hacernos cuando pensamos como parte de un país y entre esas la que aflora siempre es, por qué no somos grandes si tenemos recursos y belleza. Contrastando con otros lugares del mundo, observamos que pequeños países en territorio y población, son mucho más prósperos y relucientes que nosotros.
En el análisis encontramos numerosos factores potenciales que podrían explicarnos algo; sin embargo, se puede entrar en la discusión que hoy han dado en llamar modelo y que antes se conoció como ideología, frente a lo que solo hay un camino, el liderazgo capacitado y honesto que pueda construir una unidad sólida como nación, pese a que hoy esta definición ya no contiene los elementos iniciales y menos Ecuador.
La realidad enseña: Singapur, pequeño territorio con rígidas e implacables leyes ha prosperado de forma increíble. Igualmente Finlandia, allá cerca del frio, es otro ejemplo de país próspero en el cual también las leyes son inteligentes, severas y se cumplen sin contemplación. Podemos mencionar también la recuperación y consolidación que tuvo Turquía al sobrevivir del derrumbado imperio Otomano, gracias a un líder como Ataturk. Aquí cerca está Uruguay, pequeño y con una cuarta parte de nuestra población, un tanto venido a menos por las maquinaciones políticas, pero en su momento fue un modelo impulsor de la educación en Latinoamérica, siguiendo los ideales de los libertadores.
Ecuador tiene muchos escollos que salvar para lograrse como país moderno. En parte, pese a todos las furias desatadas, alcanzó un paso a la modernización, en la última década, en cuanto a leyes e infraestructura. Pese a quedar muchas cosas sueltas, fue un buen paso, pero ahí nos topamos con la gran fragmentación nacional debida a los orígenes de la nacionalidad, ya que este territorio desde siglos atrás fue ocupado por al menos 30 grupos poblacionales diferentes que comerciaban entre sí , pero nunca hasta hoy se integraron. Según Vasconcelos, el mestizaje sería la salvación, pero aquí ni en ninguna otra parte ha funcionado como elemento unificador, más bien es perturbador, ahora que los líderes de las poblaciones nativas sueñan con los viejos imperios.
En este reciente escenario que acaba de pasar nuestra Latinoamérica con un paso hacia una nueva forma de democracia, donde los beneficios tendieron a llegar a los más necesitados, volvemos a ver retornar al gran “hermano”, con sus chupetes y atrás el garrote para que todos los descarriados vuelvan a redil de servidumbre, olvidando, quienes traicionaron al visionario Bolívar quien desde el Chimborazo vio un Continente poderoso para surgir en el mundo. Desde aquel tiempo las oscuras ambiciones de las élites fueron azuzadas para fraccionar la América, en lugar de unirla. Y mediaron acciones de todo tipo, incluido asesinatos como el de Sucre realizado por sicarios colombianos, vecindad donde también nació la traición de Santander a Bolívar, igual que siempre.
La educación y la salud son bienes que se requieren para el desarrollo armónico de la vida, pero es donde surgen nuevas preguntas, entre ellas, qué tipo de educación es la adecuada; además, se debe brindar la atención a la salud con mejor tecnología y médicos honestos. De ahí para adelante solo hacen falta líderes honestos que trabajen por su gente y empiecen a consolidar un país donde las leyes se cumplan y la justicia sea para todos.