El Presidente Guilermno Lasso Mendoza ofreciò en la campaña electoral, a travès de un documento pùblico, «Educaciòn diversa y de calidad».
El documento dice textualmente:
El conocimiento es dinámico y está en constante evolución. Por eso es importante que los sistemas educativos marchen al ritmo de esta evolución. De lo contrario, fracasarán en su objetivo de preparar a las nuevas generaciones para los desafíos intelectuales, profesionales y personales de su vida.
En Ecuador sucede todo lo contrario. El sistema educativo es, en general, cada vez más rígido. A pesar de la diversidad cultural de nuestra sociedad, la administración central y control estatal son cada vez más agresivos. Existe poco o ningún espacio para la innovación y diversidad.
Esta situación ha provocado un deterioro en nuestro sistema educativo que se evidencia desde la educación inicial hasta la superior. Desde asuntos administrativos hasta académicos, la excesiva intrusión estatal merma la calidad de
la educación que reciben nuestros hijos.
Un ejemplo de ineficiencia e ineficacia es el Programa de Alimentación Escolar. En 2019, el Gobierno destinó $153 millones al Ministerio de Educación para financiar la alimentación de aproximadamente 2,9 millones de estudiantes. El programa ni siquiera cubre la totalidad de estudiantes que debería.
Otra falla lamentable de administración fue la decisión de cerrar las escuelas rurales, donde se encuentran un cuarto de los estudiantes de todo el país. El cierre de aproximadamente 5.000 escuelas rurales excluyó a muchos niños y jóvenes del sistema educativo.
Pero los problemas administrativos no son los únicos. La pobreza y falta de empleo también impactan en el acceso a la educación. Muchos jóvenes deben interrumpir sus estudios para empezar a trabajar y ayudar económicamente a sus familias.
Esto causó que, en promedio, los ecuatorianos a duras penas completen diez años de educación en la zona urbana y siete en la zona rural. A nivel nacional la tasa de abandono en la educación básica es de 2,1% y en bachillerato de 5,3%. Únicamente, dos de cada diez avanzan hasta la universidad e institutos técnicos.
Y aunque no todos los jóvenes buscan acceder a la universidad, los cupos para postulación son insuficientes. Actualmente, las Instituciones de Educación Superior (IES) públicas tan solo ofrecen cupos a seis de cada diez estudiantes. En el primer semestre de 2020 fueron 173.000 jóvenes quienes postularon para obtener un cupo
de los 113.000 ofertados por las IES públicas. En consecuencia, aproximadamente el 40% de los postulantes no podrán acceder a la universidad por la falta de cupos ofertados.
A esto se suma la insuficiencia de la educación dual. La falta de incentivos y apoyo para la educación técnica ha limitado la oferta de institutos técnicos en el país, que además sufre de desconfianza en la calidad como consecuencia del desprestigio que sufrió por parte de administraciones pasadas. Entre 2007 y 2018, por ejemplo,
los graduados de las universidades ecuatorianas crecieron 30%, mientras que los graduados de la educación dual tan solo 4%. Por otra parte, entre 2018 y 2019, fueron 46 los institutos técnicos que desaparecieron.
Sorprendentemente, la mayoría de estos obstáculos y retrasos en los estudios de tercer nivel se dieron a partir de la aprobación de la Ley Orgánica de Educación Superior que se ha vuelto en una traba para el desarrollo de las Instituciones de Educación Superior.
Los Institutos de Educación Superior (IES) han perdido libertades fundamentales. La actual ley, no garantiza la autonomía de las universidades, escuelas politécnicas e institutos técnicos. Por el contrario, fomenta la politización de la educación. Así, se imposibilita el correcto crecimiento, desarrollo e innovación académica.
A todo esto se suman los desafíos logísticos a causa de la pandemia del COVID-19. Las posibilidades de adaptación son limitadas debido a la falta de flexibilidad y excesivo centralismo. Asimismo, se evidencia la falta de desarrollo y acceso tecnológico, que se complica en un sistema donde se norma hasta el uso de los recursos e inversiones. Debemos transitar a un modelo educativo moderno y que propicie la calidad.
Un modelo educativo que nos involucre a todos
La situación actual del sistema educativo nos muestra una dura realidad, en la que los niños se registran en la educación básica y eventualmente la completan, pero no continúan el resto de su formación.
Por otro lado, la desvinculación de los padres respecto del proceso educativo de sus hijos se va dando de manera paulatina, trasladando a los educadores y al centro educativo mayor responsabilidad de la que les corresponde en la educación de sus hijos.
Es imprescindible que los padres se concienticen de su rol como primeros educadores y verdaderos responsables de la educación de nuestros niños, y a la familia como núcleo formativo y modelo a seguir.
Asimismo, es indispensable que la nueva visión de la educación contemple la diversidad como un fundamento básico para su desarrollo. No podemos insistir en la visión fallida del centralismo. La educación se transforma constantemente y nuestro sistema educativo debe estar listo para adaptarse en todo momento.
A todo esto hay que sumar las ayudas e incentivos para que los más vulnerables no abandonen la educación. Debemos fortalecer los programas de alimentación escolar, la educación rural, y facilitar la oferta de modalidades de educación superior.
La calidad se logra con diversidad
En educación diversidad es sinónimo de libertad. La educación del futuro demanda de diversidad en todos sus niveles. Desde la educación inicial hasta la superior realizaremos reformas normativas a fin de lograr un sistema educativo diverso y no centralizado. Que involucre a todos y no solo la visión del Estado.
Plantearemos una reforma a la Ley de Educación Intercultural, para que las escuelas y colegios logren ser libres y competitivos tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo, eliminaremos toda aquella normativa de menor jerarquía que distorsiona el correcto funcionamiento de la educación primaria, secundaria y superior.
Reconstruiremos la educación rural en el país. Reabriremos y fortaleceremos al menos 900 escuelas rurales en todo el país. Las dotaremos de los insumos necesarios para los estudiantes e implementaremos metodologías educativas
innovadoras para que estén a la par con el área urbana. De igual manera, no descuidaremos la conectividad a internet de cada una de estas escuelas (urbano y rural) tanto para sus estudiantes como para los docentes.
Del mismo modo impulsaremos los programas de alimentación escolar y de educación para niños y jóvenes con necesidades educativas especiales. Ellos no se quedarán atrás en esta nueva visión educativa.
De igual manera, nuestros profesores y las futuras generaciones de docentes no estarán solos. Implementaremos programas de excelencia para las futuras generaciones de educadores. Crearemos la escuela digital de capacitación docente, para llevar al máximo el nivel académico y de dominio de las TICs de nuestros profesores. Así, devolveremos el respeto y prestigio que merecen todos los educadores del Ecuador.
No podemos ignorar que nuestro sistema educativo es ineficiente y obsoleto. Es por esto que vamos a incorporar al Ecuador al Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) y no a PISA-Desarrollo. Así, nuestro sistema educativo estará enfocado en cubrir las capacidades y aptitudes enseñadas en los mejores sistemas educativos del mundo.
Educación superior libre y de nivel mundial
La educación superior debe ser autónoma, libre y generadora de conocimiento, mas no una herramienta de adoctrinamiento político. Del mismo modo, la acreditación de universidades debe responder verdaderamente a la calidad y no a afinidades con el gobierno de turno.
Para conseguirlo presentaremos un proyecto de ley reformatorio a la Ley de Educación Superior. El objetivo será encaminar la universidad ecuatoriana hacia la educación del futuro y lograr una educación de altos estándares de calidad, para que nuestras universidades públicas y particulares compitan con las mejores de la región.
Además, mejoraremos el proceso de acceso a la universidad y garantizaremos la independencia académica de las universidades de sus entes reguladores. Nunca más los jóvenes verán truncados sus sueños de acceder a la universidad. Generaremos los incentivos adecuados para la creación de nuevos y mejores programas a nivel de grado y posgrado en modalidades presenciales y no presenciales.
Por otro lado, trabajaremos junto al sector de las telecomunicaciones para mejorar la conectividad de estudiantes tanto a nivel de educación básica, intermedia como superior y el acceso a plataformas tecnológicas para educación virtual y a distancia.
Por último, no escatimaremos esfuerzos para fortalecer la formación técnica y tecnológica que permita a los jóvenes capacitarse y estar listos para trabajar y emprender en 2 o 3 años y, si así lo desea, continuar su carrera retomando sus estudios. De esta manera, no sólo apoyaremos a mejorar la calidad de vida de los jóvenes ecuatorianos y de sus familias, sino también sus posibilidades de conseguir un empleo adecuado.
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