Por: Luisenrique Coloma
En el Centro Colonial de Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad y sitio obligado en el itinerario que cumplen turistas nacionales y extranjeros, no todo es hermoso, no todo es acogedor. Por desidia, quienes están en la obligación de cuidar de ciertos detalles para que la ciudad luzca como se merece y pueda ser admirada y respetada por sus visitantes y la gente que en ella vive, no cumplen con esta misión.
Personeros municipales, con el alcalde Mauricio Rodas a la cabeza, han descuidado algo tan importante como el caso de los indigentes que pululan en la Plaza Grande, convirtiendo a ésta en un sitio confortable para consumir bebidas alcohólicas. A toda hora del día se puede observar cómo, esta gente enferma de alcoholismo, a vista y paciencia de los policías metropolitanos, se dedica a libar con las consecuencias que pueden ser observadas por habitúes y personas que solamente están de paso.
Se les puede observar, botella en mano, repartiendo licor entre sus compañeros de infortunio, hasta que la bebida hace sus dañinos efectos. Es cuando se les mira dando espectáculos ridículos y escandalosos, peleas incluidas, ante los asombrados ojos de turistas nacionales y extranjeros, empleando el vocabulario vulgar y soez propio de quienes han perdido las buenas costumbres y formas de buen vivir.
Lo malo del caso es que esto sucede en un entorno en el que se encuentran edificios símbolos de nuestra gran urbe como son, el Palacio de Carondelet, la Catedral, el Palacio Arzobispal y el Municipio Metropolitano de Quito. La estatua de la Independencia y el gallito de la Catedral, también.
Otro de los graves y “eternos” problemas del hermoso centro de la ciudad, es el que se refiere a la prostitución callejera, verdadera lacra social que afea los sitios en los que puede verse a mujeres y hombres “vendiendo amor”. Es hora de que a estas y estos compatriotas se les preste atención y puedan ejercer “la profesión más antigua del mundo”, en sitios cerrados y con las debidas medidas de seguridad y salubridad.
También existen lugares que desaprensivos ciudadanos ocupan para hacer sus necesidades biológicas, lo que da un triste, anti higiénico y lamentable espectáculo. Además, varios espacios del bulevar de la 24 de Mayo se han convertido prácticamente en viviendas de drogadictos, alcohólicos y vagabundos, como son los espacios bajo los pasos a desnivel cercanos a los túneles de San Juan y otros recovecos de ese sector.
Es hora que las autoridades tomen las medidas necesarias para que estos problemas sean erradicados de raíz de nuestro monumental Centro Histórico, para que este siga siendo uno de los sitios más hermosos y llamativos de todo el Planeta.
Labor difícil, pero no imposible.