Por: René López Villamar
La apertura de la carrera de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México invita a reflexionar sobre la posibilidad de enseñar a escribir.
El joven mexicano interesado en la escritura suele elegir una carrera afín –en humanidades o comunicación- mientras aprende los rudimentos de la escritura en talleres o por su cuenta. Puede aspirar a becas de instituciones públicas o privadas que, además de su apoyo económico, habitualmente incluyen tutorías de escritores, así como la oportunidad de asistir a encuentros y congresos que lo proveen de contactos y relaciones. Esas instituciones se encargan también de publicar su primer libro y lo invitan a participar en los premios que organizan, siempre y cuando tenga una edad menor a 36 años, el límite para ser considerado un joven creador por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA). Si ha acumulado un currículo suficiente, podrá entonces aspirar a formar parte del Sistema Nacional de Creadores, cuyos miembros en muchas ocasiones son los autores, dictaminadores y jueces de las nuevas generaciones.
En muchos sentidos, este sistema da a los escritores las mismas ventajas y recursos que los estudios profesionales. Sin embargo, esto podría comenzar a cambiar, conforme aparezcan carreras como la de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), la primera en nuestro país. Hay argumentos para elegir un grado universitario en escritura creativa por encima de los apoyos públicos o privados. La enseñanza de la escritura a nivel profesional, por ejemplo, ha tenido un impacto profundo en la calidad y originalidad de las letras en el mundo anglosajón. Tal es la tesis deMarc McGurl en The Program Era (Havard University Press, 2009).
De acuerdo con McGurl, la profesionalización de la enseñanza de la escritura no sólo ha ayudado a que los escritores dominen mejor la técnica, sino que ha permitido, a través de la disciplina universitaria, abordar con mayor profundidad y originalidad la materia literaria. La visión de The Program Era, sin embargo, tiene opositores. Algunos argumentan que los programas de escritura creativa uniforman los estilos y no fomentan la imaginación. Otros señalan que la única beneficiada es la universidad: es más barato contratar como maestros a un grupo de escritores que invertir en un laboratorio de electrónica.
Gabriel Zaid ha señalado en varias ocasiones que “los títulos universitarios dan ingresos privilegiados cuando permiten excluir”. Cabe preguntarse qué sucederá en los años por venir, cuando becarios y licenciados compitan por los escasos espacios de difusión y publicación, es decir, cuánto tiempo más los escritores podrán mantenerse al margen de la dinámica –injusta o no- de los grados académicos si desean ser tomados en serio. También cabe preguntarse qué porcentaje de la desconfianza a la enseñanza universitaria de la escritura se debe al miedo de ser excluido.
Algunos de los críticos más ácidos de esta tendencia dicen que la única ventaja del sistema radica en que los jóvenes cuenten durante algunos años con la atención de escritores serios, para luego darse cuenta de que no tienen futuro en la literatura y buscar una opción más provechosa. Lo cierto es que, ya sean becarios de alguna institución cultural o licenciados en escritura creativa, nada asegura que una editorial comercial vaya a interesarse en publicar al aspirante a escritor, que ha sido educado en las técnicas y las expectativas de la Alta Cultura, no del entretenimiento.
Nota: Este artículo fue tomado de la Revista mexicana “LA TEMPESTAD” Nº 79 de Julio-Agosto de 2011.
El autor, René López Villamar (México DF,1979) es escritor. teoría – del – caos – blospost.com
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