Akiba Rubistein es un virtuoso de los finales

Por: Wilson Zapata Bustamante / Maestro Nacional

Hasta ahora los estudios ajedrecísticos se han encaminado hacia el progreso técnico, examinando y sometiendo a cálculos prolijos situaciones y tendencias o escuelas para aquilatar las probabilidades de victoria que se traducen finalmente en esa jugada perseguida más tenazmente que la piedra filosofal en la Edad Media y que constituye por sí sola en la sinfonía de la partida un acorde triunfal que rima con la palabra mate.

Considerando al ajedrez un juego de trascendencia social como temple de la voluntad, disciplina del raciocinio, sedante espiritual en el orden de las preocupaciones reales y al mismo tiempo instrumento de aproximación y comprensión recíproca de las diversas clases acostumbrándolas a una lucha inteligente en la que hay que respetar la victoria de las ideas, ya no cabe admitir sin crítica un exclusivismo técnico que pretende convertir el estudio y práctica del noble juego en el descifrado de un anonadante logogrifo.

Por eso, sin renegar de la técnica que es necesaria en ajedrez como en todas las artes, creo que debe rectificarse la excesiva supeditación a ella que muestran los aficionados jóvenes, quienes pretenden aprenderlo todo en los libros y aspiran a copiar fielmente en sus partidas, de serles posible, lo que en otra época y ocasión hicieran, por ejemplo, Morphy, Lasker o Capablanca. Con ello, sólo se conseguirá convertir la lucha ajedrecista, que es sobre todo poesía y creación, en el arte subalterno del recitador.

Hoy día la ciencia ajedrecista se proyecta casi exclusivamente sobre los planteos y finales, que son las partes relativamente pequeñas del juego que mejor se prestan a un agotamiento teórico de posibilidades. Y el maestro de los finales es Akiba Rubistein, de quien vamos a hablar ahora.

Un consumado artista del ajedrez

Akiba Rubistein (12 de eiciembre de 1882- 15 demarzo de 1961), es un soberbio técnico y consumado artista del ajedrez, especialmente renombrado por su virtuosismo en los finales. Un entrenador de ajedrez y todo aquel que piense ser un gran jugador, tienen que necesariamente revisar las partidas jugadas por Akiba Rubistein.

Rubinstein no sólo fue un gran jugador de ataque, también dominaba el juego posicional (de hecho fue discípulo de Tarrasch). Fue un experto en el desarrollo de la apertura, pero donde se manifestaba  invencible era en los finales (sobre todo los de torre). Aun siendo un excepcional teórico, Rubinstein prefería rematar sus partidas de una forma brillante y el único camino para lograrlo eran las combinaciones, que realizó con asiduidad a lo largo de toda su carrera.

Akiba Rubinstein (12 de diciembre de 1882 – 15 de marzo de 1961) fue un gran jugador de ajedrez de principios del siglo XX. A pesar de que no llegó a ser campeón del mundo, sus partidas se estudian aún hoy, y tienen una gran influencia en el ajedrez actual. Existen muchos esquemas, planes y aperturas que provienen directamente de sus partidas.Su combinación en la partida contra Rotlewi sigue siendo una de las más famosas de la historia del ajedrez.

El juego de Rubinstein floreció especialmente entre 1909 y 1912. Comenzando con un un primer puesto compartido con Lasker, al que derrotó en una partida hoy clásica, en el torneo de San Petersburgo de 1909; siguió con un segundo puesto en el torneo de San Sebastián de 1911, famoso por ser la primera gran victoria de un debutante José Raúl Capablanca al que, sin embargo, Rubinstein derrotó en su encuentro individual.

En 1912 alcanzó una racha récord de victorias, alcanzando la victoria en cinco grandes torneos consecutivos: San Sebastián, Piešťany, Wrocław (campeonato germano), Varsovia y Vilna.

En la época de Rubinstein no existía un ciclo por el título de campeón del mundo ni nada parecido, sino que un jugador tenía que reunir cierta cantidad de dinero y patrocinadores para conseguir disputar un match por la corona. Rubinstein nunca tuvo la posibilidad de enfrentarse al entonces campeón Emanuel Lasker ya que nunca pudo reunir este dinero. Además sus posibilidades disminuyeron tras un pobre resultado en San Petersburgo en 1914, y finalmente por el estallido de la I Guerra Mundial y la aparición del nuevo talento José Raúl Capablanca.

Tras la guerra, Rubinstein continuó siendo un gran jugador, aunque sus resultados no volvieron a ser los mismos que en el período 1907-1912. Aun así, siguió cosechando excelentes resultados: en 1920 derrotó en un match celebrado en Suecia a Bogoljubov por 6,5-5,5 (+5 −4 =3), y venció un importante torneo en Viena en 1922 por delante del futuro campeón mundial Alexander Alekhine. Más tarde fue el líder de la selección polaca que venció en las Olimpíadas de ajedrez de Hamburgo en 1930. En esta competición consiguió la gran marca de 13 victorias y 4 tablas. Un año más tarde, ganó la medalla de plata olímpica.

La carrera ajedrecística de Rubistein representa, no el triunfo del talento fácil que se lo encuentra todo hecho sin trabajo, sino el de un entendimiento recio que, a fuerza de perseverancia y aplicación, llega a escalar las más altas cimas. Estos casos bien generales de floración espléndida del esfuerzo encierran en su ejemplaridad dos verdades muy aleccionadoras: el poder creador de la voluntad, que llega con el tiempo a crear inteligencia en un imperativo fiat fux, y el acierto de sus facultades orientadoras en el orden de la aptitud profesional, superior al que consiguen las complicadas pruebas de la técnica moderna, cuando se manifiesta rotundamente en forma de vocación.

El maestro polaco tenía ya más de veinte años cuando se trasladó a Lods a continuar sus estudios, y allí empezó a frecuentar una peña ajedrecista de café, donde el gran jugador  George Salwe  actuaba de pontífice máximo. Durante algún tiempo jugó con él recibiendo una torre de ventaja sin que se le advirtiera ningún progreso, hasta que un día se ausentó del café durante algunas semanas, que sin duda empleó en el estudio y meditación, y al reaparecer produjo la gran sorpresa de desafiar a Salwe mano a mano y ganarle. Desde entonces sus conocimientos y su estilo fueron mejorando hasta llegar al más alto grado de perfección artística y sus éxitos en los torneos fueron verdaderamente notables, ganando muchos primeros premios, aunque en algunas temporadas la falta de salud le apartase del tablero y en otras la hiciese quedar muy por bajo de su fuerza real.

Su memoria analítica le hizo progresar con rapidez, en pocos meses ya conocía de memoria todas las partidas del libro y además conseguía recordar la mayoría de partidas de sus dos ídolos, Morphy y Anderssen (cuantos jugadores se han inspirado en el juego de los dos pilares de la época romántica).

Rubinstein mantenía una progresión constante y buena prueba de ello fue un match contra Salwe, jugador que poco tiempo atrás le daba una torre de ventaja, y con el que logró empatar, ante el asombro de todo los expertos.

En 1905 consiguió derrotar a Salwe en un nuevo encuentro, logro por el cual le fue concedido el título de Maestro. A partir de aquí, y a pesar de su inexperiencia, comienza a cosechar grandes resultados en los torneos europeos.

1907 fue el año de su explosión, obteniendo la victoria en varios torneos, siendo 1912 el año de su consagración, alcanzando la plenitud de su juego al triunfar en los 5 torneos donde participó .

Pero Rubinstein no sólo obtenía buenos resultados, lo hacía desplegando un juego exquisito, en ocasiones agresivo, disputando partidas espectaculares que eran galardonadas con premios de belleza. Su estilo estaba marcado por la precisión, como la maquinaria de un reloj, se puede decir que alguna de sus partidas rozaban la perfección.

La opinión de Capablanca sobre la partida Rubinstein-Schlechter resulta esclarecedora: «Pocas partidas me han impresionado tanto. Para mí es una obra maestra, completa, un monumento de grandiosa precisión. Por si sola sirve para demostrar como debe jugarse al ajedrez».

Rubinstein si tenía capacidad para disputar matches largos, no como otros jugadores de ataque (Blackburne, Marshall, Janowski…) a los que le faltaba cierta consistencia para afrontar una prueba tan dura. De hecho, Rubinstein ganó todos los matches que jugó (salvo con Salwe con el que empató cuando tenía 21 años), pocos jugadores pueden presumir de algo parecido. Su juego era sólido y diverso, Rubinstein podía jugar la partida según le convenía, de forma posicional o combinando como un romántico.

La vida de Rubinstein giraba en torno al ajedrez, dedicaba 6 horas al día al estudio de la teoría y lo hacía durante 300 días al año, otros 60 días los dedicaba a jugar torneos y los últimos 5 eran utilizados para descansar.

Durante su larga práctica Rubistein enriqueció la teoría de las aperturas con numerosas variantes que hoy sostienen incólume su crédito en los torneos y matchs de maestros, y en ellos se fundó Reti para afirmar que Rubistein había dicho la última palabra en la técnica del ajedrez científico y en el procedimiento de desarrollar las piezas en posiciones cerradas.

• Escribió Ricardo Reti sobre Akiba: «Rubinstein está considerado un jugador frío y, sin embargo, de sus partidas se puede sacar una mayor y más rica colección de bonitas combinaciones que de los otros maestros que gozan de gran fama por su juego combinatorio».

Pero no vaya a creerse que en Rubinstein ha predominado el teórico buscador de variantes en análisis de gabinete, tipo Kmoch, Becker y Grumfeld, y el mismo Tartakower, sino que ha creado siempre en plena lucha, o sea en la partida, poniendo la profundidad al servicio del buen sentido e inventando planteos de arquitectura imponente que han dejado suspensa la crítica y callada la murmuración. Además fue un maravilloso finalista, terreno en el que no lo aventajó ninguno de los grandes campeones mundiales, incluyendo a Lasker, Capablanca y Alekhine.

Veamos ahora un ejemplo del maestro y procuremos destacar, en el conjunto armonioso de su belleza, el rasgo más característico.

Lógica en el planteo y energía en el medio juego.

BLANCAS: Rubistein

NEGRAS : Lasker

Apertura de la dama.

(Utilizamos el sistema descriptivo de anotación de la partida)

1.P4D , P4D

2.CR3A , CR3A

3.P4A , P3R

4.C3A , A2R

5.A5C , P4A

6.PAXP, PRXP

7. P3R , C3A

8.A5C , CXP

9.CXP

Lasker se despreocupa de continuar sosteniendo el débil peón dama y lo abandona para apresurar su desarrollo, y, caso de que el blanco lo tome, lanzarse a un terrible contraataque, que pocos jugadores, en el caso de Rubistein, se hubiesen arriesgado a soportar. Pero en esta situación la idea posicional de las blancas es precisamente el ataque del peón dama aislado negro. Renunciar a su captura equivalía a falsear la doctrina, a negar al verdad, por miedo, como Pedro negó a Cristo. Así Rubistein acepta el reto y marcha de frente al peligro, confiando en que la pureza de los principios debe prevalecer contra los embates de la pasión.

9…, A2D

10.AXCR , AXA

11.CXP , AXC

12.PXA , D4C

13.AXC , AXA

14.C3R. (Véase el diagrama)

Las negras han obtenido, por el peón sacrificado, una espléndida posición de ataque. Sus dos fichas en juego, dama y alfil, admirablemente situadas, conjugan sus efectos y el adelanto del enroque va a aumentar las amenazas que se ciernen sobre el costado del rey de las blancas.

14…, 0-0-0

15.0-0

La tranquila sencillez de este enroque bajo la metralla enemiga tiene algo de impresionante.

15…, TR1R

Con esta amenaza al caballo blanco que defiende el mate, la tensión llega al máximo, pues si ahora 16. P3CR, las debilidades del enroque blanco se acentuarían aún más. Pero sin duda Rubinstein no cree en la gravedad del instante o espera lo imprevisto, porque efectúa, con serenidad inalterable, una jugada de desarrollo y contraataque.

16.T1A! , TXC

17. TXA + , PXT

18. D1A!!

El milagro esperado llegó, trayendo la salvación. El negro tuvo que devolver el peón recuperado y con esta ventaja material y mejor posición, el blanco ganó la partida.

Rubinstein decia: “No existe un misterio en diez asesinatos como en una partida de Ajedrez”.

APORTES A LA TEORÍA DE LAS APERTURAS

1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 dxe4 Variante Rubisntein de la Defensa Francesa

1.d4 Cf6 2.c4 e6. 3.Cc3 Ab4 4.e3 Variante Rubinstein de la Defensa Nimzoindia

1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cc3 c5 4.cxd5 exd5 5.Cf3 Cc6 6.g3 Variante Rubisntein Schlechter de la Defensa Tarrasch

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Cc3 Cf6 4.Ab5 Cd4

1.e4 c5 2.Cf3 Cf6 Variante Nimzovich Rubinstein de la Defensa Siciliana

Sus estadísticas en partidas oficiales son: 348 victorias, 140 derrotas y 237 tablas; con un promedio de 64,30% .Ostenta el record (en promedio) en el primer tablero de las Olimpiadas: 88,20%.

No se pierda mañana: «Grandes batallas del ajedrez ecuatoriano».

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