Fragmento del discurso pronunciado por el Presidente Camilo Ponce Enríquez, el 19 de Mayo de 1959, con motivo de la inauguración de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL).
( …) Al Ecuador, en Quito, en Cuenca, en Guayaquil y en Loja, y en todas partes, le hace muchísima falta diversificar sus disciplinas universitarias. Bien está el bachillerato, bien está que el país cuente con médicos, con abogados. Las profesiones liberales siempre serán un signo de categoría personal y servirán, en suma, para engrandecer el prestigio intelectual de la Patria. Pero no es suficiente y no todos podemos ser médicos, ni todos podemos ser abogados, ni todos podemos ser militares, ni podemos ser sacerdotes; todos tenemos, en conjunto, que contribuir al engrandecimiento del bien colectivo, escogiendo, desde los ángulos de nuestra vocación espiritual, la disciplina que mejor nos convenga; pero para que ello sea factible, el Estado tiene que abrir nuevos cauces, tiene que abrir nuevos canales. Yo abrigo fundada y firme esperanza en que en esta selección que se practica en la República para ir a la diversificación del bachillerato, para conseguir que la vocación individual se aplique, aparte de las profesiones liberales, al estudio de disciplinas científicas y técnicas; yo abrigo la seguridad de que los Colegios Técnicos, de que los Institutos Superiores Politécnicos, van a causar una revolución, revolución que no es sólo necesaria sino indispensable. Sólo cuando el Ecuador tenga, dentro de sus fronteras, capacidades técnicas para explotar sus propias riquezas y confrontar la totalidad de sus problemas, podremos hablar con orgullo de la integración total de la Patria.
Estamos acudiendo al auxilio del crédito exterior para procurar el desarrollo del progreso, para procurar salir de esta etapa que hemos venido a llamar de sub-desarrollo económico y social y alcanzar grados más altos de desarrollo superior. Pero esos auxilios del crédito externo, esos consejos técnicos, esa asistencia técnica que recibimos, son medidas supletorias, necesarias hasta que el Ecuador consiga la plenitud de su madurez y esa plenitud de su madurez habrá de salir de las Universidades y habrá de salir de los Institutos Politécnicos.
El Instituto Politécnico de Guayaquil, consagrando sus energías, sus recursos y su vitalidad a las disciplinas de las Ciencias Exactas, de las Matemáticas, de la Ingeniería Naval, de la Ingeniería de Petróleos, de aquello que es menester cultivar, este Instituto Politécnico Nacional, en bien pocos años empezará a dar frutos dignos del reconocimiento de la Historia y del aplauso de la sociedad. Por eso es para mi Gobierno un motivo de orgullo inaugurarlo; por eso es motivo de orgullo, al agradecer el auspicio del señor Rector de la Universidad (se refiere a la Universidad Estatal de Guayaquil), poner el Instituto naciente en manos de un profesional joven, inteligente, distinguido y enérgico como el señor Ingeniero Camacho Navarro. En manos de él queda el futuro inicial del Instituto Politécnico del Litoral. Él, con su solvencia y su categoría, acompañado del Cuerpo Docente, tendrá que responder ante Guayaquil y el Ecuador del éxito que, no dudo, habrá de conseguir. Porque así sea, expreso mis deseos más sinceros y mis anhelos más formales.
El afán de mi Gobierno, ya en trance de terminar, es un afán integrador y creador. Creo que tengo derecho como exprofesor de una Universidad ecuatoriana, a dejar constancia de mi respeto por la vida universitaria, desde todos los ángulos del ejercicio del Poder. Ceo que debo dejar constancia de que este clima de paz de que ha sido menester rodear a la República, no sólo por la acción del Gobierno, sino por el concurso de la voluntad e inteligencia de los ecuatorianos, es un grandioso marco en que se desarrolla el progreso con mayor intensidad, para que busquemos con mayor ahínco, desde todos los rincones, el fortalecimiento integral de esta subjetividad internacional que se llama el Estado Nacional Ecuatoriano.
Vosotros ecuatorianos; vosotros, hombres de disciplinas científicas y técnicas, tenéis que comprender la trascendencia de la etapa que estamos viviendo; tenéis que ayudarme a compartir la inquietud que vive el Ecuador en este momento, porque el Ecuador o va a seguir ascendiendo y superándose para llegar a la plenitud de su perfeccionamiento como Estado, o va a tener que sacudirse dentro de sí mismo y volver a las viejas épocas de la vorágine, que no crearon nada positivamente bueno para el engrandecimiento de la Patria.
Hombres de pensamiento, hombres de negocios, hombres de acción, rectores de la vida pública, rectores de la vida intelectual, acompañadme todos a formular votos por la grandeza de la Patria y porque este paso que hoy damos, al inaugurar el Instituto Politécnico de Guayaquil, sea un paso de fecundos resultados, que algún día se recuerde como la cooperación del Gobierno a esto que lleva tan dentro de su entraña creadora: al deseo de que el Ecuador sea grade en su totalidad, como Patria y como Estado, como resultado de la grandeza de sus secciones. Yo creo que el paso que ahora damos, es parte de la grandeza de Guayaquil y, siéndolo, es parte de la grandeza de la Patria ecuatoriana.
Consigno mi fe, en que esta tarde, bajo los auspicios de la Universidad de Guayaquil, hemos dado un paso verdaderamente creador para las Instituciones Culturales del País.
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