El 4 de noviembre del 2009 el extinto Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (CONEA) entregó el informe de evalaución de desempeño de las universidades y escuelas politécnicas del Ecuador.
En una de sus pates, el informe del CONEA dice : «Las universidades de tercer nivel ofrecen, en total, 871 programas de posgrado bajo los niveles de diplomados, cursos de especialización y maestrías. Estos programas son dictados por 50 universidades. En el área de posgrados las diferencias son aún más acentuadas, en la ya heterogénea universidad ecuatoriana. Por una parte, se tiene un conjunto de universidades cuyos posgrados, en sus modalidades, entornos académicos y contenidos se enmarcan dentro de los programas que la LOES define como estudios de cuarto nivel; es decir, “una especialización científica o entrenamiento profesional avanzado”. La exigencia horaria, los requerimientos académicos (aprobación de módulos y presentación de monografías para su aprobación) y la elaboración de una tesis, sumados a un entorno de aprendizaje serio (tutores, bibliotecas, laboratorios), son elementos que, en principio, garantizan la calidad de los programas que estas instituciones ofrecen.
Por otra parte, se tiene un número de universidades (especialmente aquellas clasificadas en la categoría «E» cuyos programas de posgrado adolecen de deficiencias similares a las anteriormente señaladas: planta docente insuficiente y sin el nivel requerido para una especialización o entrenamiento avanzado; una infraestructura académica precaria; oferta de títulos, diplomado, especialista, magister, “en combo”; oferta enfocada a carreras que demandan (según los oferentes) mínima inversión; niveles de exigencia muy cuestionables y en definitiva, una calidad académica que ha llevado al desprestigio y devaluación de la enseñanza de cuarto nivel.
Es necesario insistir que es en el área de posgrados donde se ha manifestado con mayor intensidad el fenómeno de la comercialización de la educación superior. Al estar orientada a cubrir un segmento de la “demanda solvente” de la educación universitaria (profesionales jóvenes que perciben un salario y, por consiguiente, con capacidad de pago), las instituciones superiores se lanzaron a una carrera desenfrenada por captar “clientes”. De esta manera, al igual que con la oferta académica de tercer nivel, se ofertan especialidades que van desde maestrías en “gestión de la formación emprendedora”, pasando por maestrías en “networking y redes distribuidas”, maestrías en “gestión turística”, en “seguridad privada” hasta completar con un abanico de títulos de cuarto nivel en ciencias de la educación, como maestría en “educación superior” (sic), diplomado en “liderazgo educativo” o diplomados en “investigación educativa”. Todo este baratillo de carreras al amparo de una ley, que explícitamente establece que “la difusión y promoción de carreras o programas académicos que realicen los centros de educación superior deben ser claras y precisas, de manera tal que no generen falsas expectativas ni induzcan a confusión entre los diferentes niveles de formación”; y con el visto bueno del órgano planificador, regulador y coordinador del Sistema Nacional de Educación Superior que está obligado a “normar el funcionamiento de los cursos de posgrado”.
En general, se trata de las universidades pertenecientes a las categorías A y B definidas en el marco del presente estudio. El 50% de las carreras de posgrado ofertadas son en administración y negocios y en educacación y gestión de la educación .
El sistema nacional de posgrados cuenta con más de 21 mil estudiantes de los cuales únicamente el 27% cursan sus estudios bajo la modalidad presencial; el 73% restante lo hacen bajo la modalidad semi-presencial o a distancia. La modalidad semi-presencial de educación (52% del total de estudiantes de posgrado), generalmente impartida durante los fines de semana, exige menor profundidad y dedicación académica, en comparación con la modalidad presencial, y, por lo tanto, tiene una mayor demanda. De ahí que esta modalidad sea la modalidad preferida, especialmente por aquellas universidades anteriormente cuestionadas (categoría D), de las cuales 13 instituciones concentran su oferta de programas únicamente en la modalidad semi-presencial; un elemento adicional que plantea muy serias dudas sobre la calidad de la enseñanza».
Recomendación
El Informe del CONEA señala: «El fortalecimiento del sistema de posgrados requiere acciones urgentes. Se recomienda a la Asamblea Nacional considerar las siguientes medidas en el marco de la nueva Ley Orgánica de Educación Superior:
- Suspensión de los cursos de posgrado de las universidades que se encuentran dentro de las categorías D y E;
- Autorización para impartir cursos de maestría únicamente a aquellas universidades que hayan alcanzado una mención superior (por ejemplo, de calidad) en los procesos de evaluación y acreditación; y
- Introducir categorías de maestrías con grados diferentes; por ejemplo, una maestría de tipo ‘ejecutivo’ dictada bajo la modalidad semi-presencial, orientada hacia la actualización y especialización profesional y otra de tipo académico, de modalidad presencial y orientada hacia la investigación.»
Fuente: Informe del CONEA 2009
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