Uno de cada 8 inmigrantes que viven en Europa no puede obtener el reconocimiento de sus cualificaciones

Un nuevo documento elaborado por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO, la Fundación Education Above All y el ACNUR, titulado “Qué desperdicio: garantizar el reconocimiento de las cualificaciones y el aprendizaje previo de los migrantes y refugiados” y publicado coincidiendo con el Día Internacional del Migrante, muestra que más de una tercera parte de los inmigrantes con un alto nivel de educación tienen una cualificación excesiva para su puesto de trabajo, frente a una cuarta parte de los no migrantes.

Los sistemas de reconocimiento de sus cualificaciones y aprendizaje anterior son inadecuados, a pesar de las necesidades: 1 de cada 8 inmigrantes que viven en Europa considera que el hecho de no poder obtener el reconocimiento de sus cualificaciones es el principal problema al que se enfrenta, muy por encima del conocimiento insuficiente del idioma, la discriminación o las restricciones para la obtención del visado.

Según Ita Sheehy, asesora superior sobre educación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), “las historias de inmigrantes que son médicos o profesores y que trabajan como taxistas sacan a la luz todo el potencial que se está desperdiciando en todo el mundo. Para algunos migrantes y refugiados, los procedimientos para obtener el reconocimiento de sus cualificaciones son tan complejos que no pueden encontrar trabajo en absoluto. Imaginemos hasta qué punto la sociedad podría ser mejor si estas personas ocuparan puestos que correspondan a sus aptitudes”.

En el documento se calcula que solo el 30% de los migrantes y refugiados que viven en países de la OCDE y poseen títulos de educación superior obtenidos fuera de Europa y América del Norte ocupan puestos de alta cualificación. Menos del 15% de ellos consideran que su puesto de trabajo está a la altura de su nivel de educación.

En el documento se menciona especialmente el caso de los Estados Unidos de América, donde casi 1 de cada 4 inmigrantes con títulos de educación postsecundaria ocupan puestos de baja cualificación o están desempleados. Esto se traduce en un costo anual de 39.000 millones de dólares de salarios no percibidos y 10.200 millones de dólares de impuestos que se pierden.

Existen numerosas convenciones y leyes creadas para hacer frente a este problema, pero la mayoría se enfrentan a dificultades. La ASEAN tiene múltiples acuerdos de reconocimiento que abarcan siete ocupaciones, pero hasta 2017 solo siete ingenieros se habían beneficiado de este sistema. En el Convenio de Reconocimiento de Lisboa se pedía a los signatarios que adoptaran medidas para reconocer las cualificaciones de los refugiados que no pueden ser plenamente documentadas, pero hasta 2016 más de dos terceras partes de los signatarios habían adoptado pocas medidas o ninguna, lo que dio lugar a una nueva recomendación en noviembre de 2017.

Además, los sistemas nacionales suelen estar fragmentados o no son suficientemente conocidos, lo cual reduce su utilidad: por ejemplo, los sistemas del Canadá cuentan con no menos de 400 órganos reguladores. Polonia estableció un proceso para evaluar las cualificaciones de los migrantes, pero en el primer año no se trató ningún caso.

Y tan solo una tercera parte de los países europeos cuentan con proyectos para validar el aprendizaje previo dirigidos específicamente a los inmigrantes. Francia, por ejemplo, no aborda específicamente la situación de los inmigrantes en su sistema para reconocer el aprendizaje previo, puesto en marcha en 2002.

Según Manos Antoninis, Director del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, “en el caso de los refugiados es aún menos probable que dispongan de pruebas de sus cualificaciones. Cuando huyen de un conflicto, llevarse consigo un diploma seguramente no es lo primero en lo que piensan. Los sistemas deben ser más sencillos y deben reducir los obstáculos administrativos que se está pidiendo que superen los refugiados”.

Algunos países están adoptando medidas positivas. Alemania cuenta con un sitio web sobre el reconocimiento de las cualificaciones, disponible en nueve idiomas, que recibe un millón de visitas al año. En Flandes (Bélgica), las personas desplazadas están exentas de pagar las tasas de los trámites de reconocimiento, y disponen de un procedimiento adaptado cuando no tienen pruebas de las calificaciones. Varios países, entre ellos Noruega, han colaborado con el Consejo de Europa en la elaboración de un Pasaporte Europeo de Cualificaciones para Refugiados, que actualmente se está implantando en Grecia, Italia, Noruega y el Reino Unido y tiene posibilidades de ser utilizado a escala mundial.

Los niños y los estudiantes también tienen dificultades para ser inscritos en los niveles de educación adecuados sin trámites oficiales. Se observan iniciativas positivas en Costa Rica, Iraq, el Líbano, Sudáfrica, Suecia y Turquía, como la realización de pruebas de nivel o de conocimientos generales, entrevistas o programas de transición. La Ley de Educación de Suecia permite que los menores no acompañados sean evaluados e inscritos en el nivel adecuado dentro de los dos meses siguientes a su llegada.

Según explica la Dra. Mary Joy Pigozzi, directora ejecutiva del programa “Educa a un niño” de la Fundación Education Above, “está previsto que el próximo año se apruebe una nueva convención mundial sobre el reconocimiento de las cualificaciones de la educación superior, redactada por la UNESCO. Sin embargo, aunque se está haciendo mucho hincapié en perfeccionar nuestros instrumentos relativos a la educación superior, no debemos olvidar los problemas de reconocimiento que existen en los niveles de la educación primaria y secundaria”.

Los mecanismos de reconocimiento deben:

  1. Incluir disposiciones dirigidas a los migrantes y los refugiados
  2. Ser más sencillos, más flexibles y menos costosos
  3. Establecer marcos claros, transparentes y coherentes para reconocer el aprendizaje previo;
  4. Aumentar la difusión de los procedimientos de reconocimiento existentes;
  5. Combinarse con servicios que ayuden en la transición al trabajo;
  6. Evaluar los conocimientos y las competencias de los niños para inscribirlos en los niveles adecuados unas semanas después de su llegada, como máximo;
  7. Usar la tecnología cuando proceda.

Colaboración de OREAL/UNESCO,Santiago