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Las Ciencias Sociales como (falsa) experiencia mística

Por: Dr. Adrián Bonilla

El propósito de esta intervención es saludar a nombre del conjunto de las Unidades Académicas y de los países que constituyen FLACSO a las personas que participan en este Congreso y, para hacerlo, enunciar tres ideas. Primero, las disciplinas que conocemos como Ciencias Sociales se encuentran vigorosas en la región pero permeadas por debates que se remiten a órdenes regulatorios que eventualmente se asientan más en la fe que en el conocimiento. Segundo, la producción de conocimiento y pensamiento social contemporáneo en América Latina puede ser muy rica si se sustentara el diálogo y superposición de distintas tradiciones teóricas. Tercero, la posibilidad de generar conocimiento requiere de espacios libres de deliberación, los mismos que son limitados por lógicas normativas y por interpretaciones unívocas del saber.

Primera idea.

Hace ocho años, cuando se inauguró el Primer Congreso de Ciencias Sociales en este mismo escenario, la ceremonia estuvo marcada por una presentación admonitiva que partió de la suposición de que las Ciencias Sociales latinoamericanas estaban en crisis y caracterizó esa crisis como política, pero también de pertinencia por el “atraso” percibido en la representación de América Latina en índices científicos globales.

Aquella crítica plantea una pregunta recurrente a propósito del rol de las ciencias sociales y el de los científicos sociales en el entorno en el que viven. La pregunta no puede resolverse en una sola respuesta a menos que esta sea el producto de las creencias o valores de la persona que intenta esa respuesta; ese cuestionamiento suscita otro interrogante que es: ¿cuál es la legitimidad que un actor académico o político tiene para imponer a una comunidad creencias o valores y un determinado tipo de prácticas? Una preocupación de esa trascendencia, no puede ser resuelta sin asumir el debate acerca de si las disciplinas que estudian la sociedad son o no “ciencias” en el sentido “positivo” de la palabra, sujetas a la demostración de evidencias según normas estandarizadas, sobre todo luego de que las teorías críticas y aquellas que cuestionaron la dimensión teleológica de las aproximaciones omnicomprensivas hegemónicas en el siglo XX, cuestionaran la relevancia misma de la categoría “ciencias” para referirse a las disciplinas que estudian los fenómenos sociales.

En todos los casos la legitimación del saber pasa por el reconocimiento de una comunidad epistémica (la misma que expresa relaciones de poder y no necesariamente de sabiduría) que certifica la evidencia de algún descubrimiento, por ejemplo, en las ciencias físicas y naturales. Es la evidencia lo que permite certificar una conclusión en aquel campo, pero en el de las disciplinas que estudian la sociedad, esa certificación está inevitablemente asociada a formas institucionales que construyen la imagen de sentido “científico”. Sin embargo, las normas que otorgan ese estatus, sobre todo en nuestro campo de trabajo, son en sí mismas materia de discusión, naturalmente cuestionables, y no verdades reveladas.

Al plantearnos la pregunta ¿Qué son las Ciencias Sociales latinoamericanas? (y porqué están o no en crisis) Nos encontramos con varios problemas. ¿Qué otorga a una práctica investigativa identidad latinoamericana? ¿Quién determina la existencia, relevancia o pertinencia de esa identidad? ¿Qué vamos a entender por “ciencias”? No hay fronteras absolutamente precisas en el pensamiento social sobre esta discusión. Las que existen son construcciones políticas que no eluden cierta dosis de autoritarismo. Cómo clasificarlas es otro problema. ¿Son instituciones burocráticas gubernamentales quienes otorgan patente de relevancia a la discusión social? ¿Son Consejos de expertos quienes sostienen el Canon del saber? ¿Es la autoridad máxima de un centro de estudios? En todos los casos el estatus científico es más el resultado del ejercicio del Poder que de la evidencia.

Ninguna tradición científica, por otra parte, -y éste es un dato de la realidad- puede escapar a la posibilidad de ser instrumental a intereses sociales o políticos. De ahí que también es muy común que la salida a esta necesidad sea concebir a las disciplinas sociales como ideologías cuasi religiosas: como revelaciones místicas sustentadas en la fe o la creencia: Se alcanzaría la trascendencia, por ejemplo, cuando el saber se encarna en acción política útil para alguna causa; o cuando, desde el otro lado, un Journal en Inglés publica un texto sobre la región. Cuando la tradición científica se convierte en un acto de fe entonces para el practicante –hierofante en realidad-, la ciencia social se convierte en un instrumento de prédica y conversión. Si el objeto declarado de la actividad científica es la redención de los paganos y la transformación del mundo terrenal en la imagen celestial que invocan los preceptos, el conocimiento es una guía para la acción. Otra posibilidad, cuasi religiosa también, aunque más pedestre, es creer ciegamente que la ciencia es el resultado de formas: la transfiguración de lo natural en producto científico se produce a través de un hecho adjetivo vinculado a la liturgia, por ejemplo la métrica de impacto formulada por empresas de alcance global. En este caso incluso el rito se vuelve más importante que la doctrina, en realidad la construye.

Segunda idea.

Los ejemplos mencionados nos remiten a la vieja discusión sobre el papel de los las científicos(as) sociales en las sociedades latinoamericanas. Nuevamente la metáfora eclesiástica ayuda: ¿Es su lugar el de especialistas que forman una orden iniciática identificada por el dominio de signos de reconocimiento mágico: membresía en colegios profesionales o estándares de indexación? O por el contrario, los científicos sociales son agentes políticos, reformadores o sustentadores ilustrados del entorno. Ocasionalmente reproducimos la lucha intelectual católica del siglo XII entre la órdenes mendicantes y el papado respaldado por los dominicos. Disputamos la Ciencia como si fuera el Dios del pensamiento versus el de la acción. Pero a diferencia de ese entonces, pensar que esta contradicción se resuelve con la victoria de uno de los bandos es iluso. El debate entre ambas opciones no se agota, es parte de la realidad profesional. Probablemente la dicotomía sobre el rol de los científicos y las ciencias sociales es falsa. La construcción de la imagen de ciencia pura vs. guía para la acción; de especialistas vs. agentes de cambio social nunca se va a resolver pues alude básicamente a las opciones personales de los practicantes. Un debate que interpela la creencia, la fe, difícilmente produce conocimiento. Cuál es la pertinencia de las ciencias sociales es una pregunta abierta cuya sola enunciación tiene la virtud no sólo de generar discurso político sino deliberación informada dentro de cada disciplina, y es una pregunta que no puede responderse desde una sola perspectiva, peor aún si se asienta en lógicas políticas de autoridad. A pesar de ello, las fronteras sobre lo que es o no científico normalmente son enunciadas desde las instancias de poder. La experiencia diaria de la investigación, sin embargo demostraría que esas fronteras son rebasadas. Para Roger Bartra, por ejemplo, esto es evidente sobre todo cuando el trabajo de producir conocimiento nuevo vuelve indispensable el uso creativo y simultáneo de varias tradiciones científicas y la superposición de varias disciplinas sobre un mismo objeto de estudio. El estudio de los fenómenos sociales vuelve porosas las disciplinas, las hace dialogar, tensiona y complementa premisas teóricas que en abstracto serían contradictorias.

Tercera idea

En América Latina cualquier estrategia de avance y profundización en la calidad académica vuelve indispensable la construcción de un campo deliberativo que acoja todas las posibilidades interpretativas, pero también todas las formas de enunciar la idea de cientificidad a propósito de la sociedad, por ello es normal, legítimo, y parte consustancial del trabajo académico debatir, cuestionar sistematizadamente y construir alternativas a los órdenes clasificatorios del saber, pues ninguno de ellos es absoluto.

Este Congreso es precisamente una muestra de aquello porque la práctica de las disciplinas sociales en la región en realidad trasciende espontáneamente el juego de las dicotomías. Si miramos, por ejemplo, la composición de las conferencias magistrales, veremos que el protagonista central, Alonso Quijano encarna una generación de científicos sociales latinoamericanos relevante globalmente más allá de los estándares. Nadie que se diga a sí mismo científico social puede prescindir de haber leído sus textos sobre neocolonialidad, hegemonía, dependencia y dominación. Sin su literatura no se puede comprender América Latina; pero al mismo tiempo, todos los conferencistas magistrales por áreas temáticas pertenecen a la academia anglosajona, lo que no quita relevancia alguna a las ideas que puedan construir para la comprensión de la región. Son intelectuales Quijano, y los demás, formados en matrices diversas de las disciplinas.
Tenemos un congreso en donde las prioridades teóricas, las tradiciones científicas y sus paradigmas, coexisten y debaten entre sí y es que el conocimiento sobre la sociedad no puede construirse sobre la base de interpretaciones unívocas sino en un contexto de coexistencia de versiones diferentes. Para ello es necesario un ambiente que construya a su vez espacios de deliberación ¡libres! Un entorno, y esa sí es responsabilidad de quienes hacemos gestión académica, en donde todas las posibilidades de pensar la sociedad puedan expresarse y en donde las reglas limiten lo menos posible esta condición.

Hay cosas que nunca cambian. Por ejemplo la tensión entre los órdenes de autoridad que regulan la educación y la demanda académica, consustancial a su existencia, que es mucho más que la vigencia de ciertas capacidades administrativas; es la construcción de entornos que permitan la circulación del pensamiento en desaforada libertad y a pesar de las restricciones, que por otra parte, siempre existirán. Hago votos para que este Congreso exprese aquello: la demanda académica, con fuerza y demuestre nuevamente el vigor de nuestras disciplinas en la región.

Quito, agosto 26 de 2015

Nota del Director de EcuadorUniversitario.Com:

Este discurso fue pronunciado por el Secretario General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), el miércoles 26 de agosto de 2015, en Quito, durante la inauguración del III Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales, que se realiza en la Sede Académica de Ecuador, del 26 al 28 de agosto de 2015. El objetivo del congreso es reflexionar sobre el estado actual de las ciencias sociales en la región y explorar los aportes académicos que se pueden hacer desde América Latina. El evento está dirigido a estudiantes, investigadores y académicos de América Latina y otras partes del mundo, y tiene como propósito agrupar las principales y más recientes reflexiones sobre la región.

La organización del evento ha definido seis áreas de discusión, cada una con tres ejes temáticos. Estos ejes temáticos buscan suscitar debates ubicados en las fronteras de sus respectivos campos, informados por las especificidades y los retos que enfrenta la región.

La torta y el café

Por: Simón Espinosa Cordero
Artículo tomado de la REVISTA VISTAZO / Febrero 19/98

Un Estado chico no significa un Estado débil. Los evasores fiscales lo quieren chico y débil.

Era 1921. El presidente José Luis Tamayo llamó a su despacho a unos azucareros y arroceros que vendían carísimo. Los productores se negaban a bajar los precios aduciendo alzas del flete, listas negras e inflación por la Ley Moratoria.- “Pero, señores, no ganen tanto”, les amonestó el Presidente.

La historia sigue en pie. El ministro de Finanzas, Marco Flores, repite y repite sin que nadie quiera oírlo:-Ecuador evade los impuestos. Ecuador defrauda al Estado mi millones de dólares anuales. Según el Ministro, tan bien vestido como Osvaldo, Heinz y Joyce juntos, hay evasores gordos: banqueros, empresarios y profesionales.

Hay bancos que pagan cero impuestos. Flores exhibe un montón de carpetas procesadas. Esos banqueros se escudan en el escudo fiscal y no pagan y no pecan, pues la ley les dice que todo está sin arruga alguna ya que les permite descontarse en donaciones y otros gastos. La ley ha sido escrita por ellos mismos.

Hay empresarios que evaden todo o poco pagan. También se escudan. Viajan, dice Flores, gastándose la plata de las utilidades. En empresas queridas los trabajadores reciben utilidades de pena y risa. Hay empresas que se declaran perdedoras. No pagan porque no tienen. Y perdiendo en tantos años no quiebran sino más bien engordan.

Muchos médicos, enfermeras, dentistas, abogados, ingenieros evaden los impuestos casi sin pensarlo. Y algunos sin quererlo porque se han olvidado de que hay impuestos. Quien nunca paga, fácilmente olvida.
Sumada la evasión tributaria al contrabando, la suma se vuelve respetable. La culebra se muerde el rabo. Gracioso criticar al Estado por corrupto e ineficaz. Lo quieren chiquito y débil ya que sus fortunas se han hecho con frecuencia a la sombra del Estado.

Y se entiende, entonces, que en la capital y en Guayaquil haya altísimos edificios y casuchas de harapos. Quienes defraudan son de la crema nacional. Quienes sufren por la evasión se llaman niños campesinos, gente sin trabajo, desnutridos, ignorantes, mal servidos en salud. Y son la mayoría. La opulencia de pocos se alimenta en la palidez de muchos. El Estado mal administrador, corrupto. Sí, pero la sociedad elitista más cruel y más corrupta. Hasta el presidente Fabián Alarcón en un aparte informal confesó que no sabía qué hacer con las Aduanas. Salve, poderosa mafia. Los aduaneros dispararon al ministro Aspiazu en su propio despacho. Ahora un poderoso banquero amenaza a Flores.

La primera medida correctiva será que Finanzas publique la lista de bancos, empresas y profesionales y la lista de sus impuestos pagados. Que a Finanzas le costará dinero en la prensa, en la radio y en la televisión está claro. Pero esta transparencia repetida año tras año rendirá buenos dividendos.

El tema de la evasión tributaria no suele constar en la agenda de los medios de comunicación. Rara vez una declaración ministerial sobre el tema es noticia.

Debería ser la noticia del día, del mes, del año, del siglo. Y mientras los medios no investiguen la evasión, el mal seguirá incurable y crecedor.

Ahora un poderoso banquero amenaza al ministro Flores. Siempre han gozado los banqueros de la torta y del café.

El libre ingreso a la universidad

Por: Rodrigo Fierro

Como todos, tengo prioridades y me animan los demonios más diversos. Respondo a mi circunstancia (Ortega y Gasset) y al barro del que estoy formado. Es en el campo de la política en el que le doy la máxima prioridad a la educación y me aproximo a los quintos infiernos cuando los ‘revolucionarios’ tercermundistas (los izquierdosos) tratan de poner sus manos en tan delicado asunto.

Que el libre ingreso a las universidades públicas (incluidas las politécnicas, claro está) sea una de las banderas de lucha de las organizaciones populares que se aprestan a un largo recorrido hasta llegar a Quito, es algo que se aleja de toda posibilidad de entendimiento, racional.

Infiltrados del MPD deben ser los mentalizadores de aquella consigna, bárbara. Ayer no más, fueron los marxistas leninistas maoístas los causantes del desastre al que llegó la universidad pública, la financiada por el Estado, el mejor ejemplo de lo que se puede hacer en términos de redistribución de la riqueza, de justicia social.

Con el libre ingreso a las universidades públicas, conquista del MPD, lo que se logró es añadir un término más a la dominación que han sufrido los pueblos latinoamericanos: la subalternidad de las clases populares ante quienes mejor preparados se imponían en todos los campos.

Fui profesor de la Universidad Central por largos años, incluida la ominosa década de los sesenta del siglo pasado. Pese a los esfuerzos de los docentes, los resultados de la avalancha de estudiantes con el libre ingreso fue tal que conocí casos concretos de profesores izquierdosos que enviaron a sus hijos a la Universidad San Fco. de Quito para que se salvaran.

Están equivocados los que creen que en nuestro país desconocemos lo que sucede en el resto del mundo en cuanto a educación. En Francia, Inglaterra, en China, en Chile, y más, al momento se cuestiona la educación que reciben niños y jóvenes.

Se llega a tales extremos como que se asegura que tan solo en Finlandia y Alemania se enseña seriamente y se pone énfasis en la lectura, escritura y matemáticas, bases del pensamiento lógico. La preocupación apunta a que al final de cuentas el nivel al que llegarán los egresados de sus universidades, no les permitirá competir en un mundo globalizado.

Están equivocados también los que creen que en nuestro país no hay indios, mestizos y negros que están muy conscientes que tan solo una educación superior pública gratuita de calidad, nos llevará a rectificar una historia de inequidades.

Cómo le ha costado a la Universidad Central salir del pantano al que le llevó el MPD. Hoy está en la categoría A. Las politécnicas no cayeron en las falacias del MPD. Pese a los cuestionamientos, algunos de peso, es indudable que a todo nivel la educación pública en nuestro país ya no es de las peores de América, como cuando se iba africanizando.

Tomado de EL COMERCIO /30/07/2015

Definición de Hermenéutica

Lo primero que hay que hacer antes de analizar en profundidad el significado del concepto hermenéutica es determinar su origen etimológico pues de esta manera entenderemos el porqué de dicha acepción. En este sentido, podemos decir que aquel procede del griego hermeneutikos, que a su vez se conforma por la unión de tres “partículas”.

Así, es fruto de la suma de la palabra hermeneuo que puede traducirse como “yo descifro”, la palabra tekhné que significa “arte”, y el sufijo –tikos que es sinónimo de “relacionado a”. De ahí que literalmente se puede exponer que este término que nos ocupa es el arte de explicar textos o escritos, obras artísticas.

De la misma forma, tampoco podemos pasar por alto que la hermenéutica está en relación con el dios griego Hermes que era el encargado en el Olimpo de llevar los mensajes secretos a sus destinatarios y una vez con ellos era el que debía descifrarlos.

Se define como hermenéutica al arte basado en la interpretación de textos, en especial, de aquellas obras que se consideran como sagradas. Desde la perspectiva de la filosofía defendida por Hans-Georg Gadamer, este concepto describe a la denominada teoría de la verdad y constituye el procedimiento que permite expresar la universalización de la capacidad interpretativa desde la personal y específica historicidad.

De esta manera, es posible clasificar a la hermenéutica de diversas formas. Existe, por ejemplo, la de tipo filológico (variante que se originó en Alejandría a fin de determinar el carácter auténtico de los escritos antiguos); la hermenéutica bíblica (la cual surgió hacia los siglos XVII y XVIII con el propósito de lograr una adecuada, objetiva y entendible interpretación de la Biblia) y la hermenéutica de perfil filosófico (una modalidad que no depende de la lingüística y busca fijar las condiciones relevantes de toda interpretación).

En el caso concreto de la rama de la hermenéutica encargada de llevar a cabo la interpretación de textos sagrados que pertenezcan bien a la Biblia o bien a otras obras de carácter religioso que pertenezcan a diversas culturas es necesario subrayar que también se conoce con el nombre de exegética.

El origen de los estudios de carácter hermenéutico se halla en la teología cristiana, marco en el cual se distinguen dos interpretaciones diferentes de la Biblia: uno literal y otro de tinte espiritual, que a su vez se divide en análisis anagógicos, alegóricos y morales.

El mensaje literal de las Sagradas Escrituras es aquel que se desprende de la propia redacción y es captado por la exégesis filológica, que se desarrolla de acuerdo a las normativas de la correcta interpretación.

El valor espiritual, en cambio, es el generado por Dios en el ser humano, al proponer un contenido religioso que permite complementar a los signos. En este marco es posible distinguir entre el sentido alegórico (a fin de que las personas de fe logren profundidad interpretativa al leer los sucesos. Por citar un ejemplo concreto: el cruce del mar Rojo es un símbolo de la victoria de Cristo y el bautismo), el sentido moral (los episodios mencionados en la Biblia pueden servir como modelo e impulso para un accionar justo) y el sentido anagógico o místico (aquel que apunta a demostrar que los santos tienen la capacidad de observar realidades y hechos perdurables hasta la eternidad).

Entre los autores más importantes dentro del campo de la hermenéutica que han apostado por la misma y que la han desarrollado en sus distintas facetas destacan figuras de la talla de Friedrich Schleiermacher, el estudioso alemán Wilhelm Dilthey, Martin Heidegger o Paul Ricoeur.

Lee todo en: Definición de hermenéutica – Qué es, Significado y Concepto http://definicion.de/hermeneutica/#ixzz3fo8Rb4ZP

Hermenéutica según Wikipedia, la enciclopedia libre

La hermenéutica (del griego ἑρμηνευτικὴ τέχνη [hermeneutiké tejne], ‘arte de explicar, traducir o interpretar’) es el arte o teoría de interpretar textos, especialmente las escrituras sagradas y los textos filosóficos.

La hermenéutica fue inicialmente aplicada a la interpretación, o exégesis, de la escritura sagrada. Emergió como una teoría de la comprensión humana a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX a través de la obra de Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey. La hermenéutica moderna incluye comunicación tanto verbal como no verbal así como semiótica, presuposiciones y precomprensiones.
En filosofía (particularmente en la de Hans-Georg Gadamer), la hermenéutica representa una teoría de la verdad y el método que expresa la universalización del fenómeno interpretativo desde la historicidad concreta y personal.

Para Mario Bunge es la interpretación de textos en la teología, la filología y la crítica literaria; y, en la filosofía, es la doctrina idealista según la cual los hechos sociales (y quizás también los naturales) son símbolos o textos que deben interpretarse en lugar de describirse (representarse) y explicarse objetivamente.

La necesidad de una disciplina hermenéutica está dada por las complejidades del lenguaje, que frecuentemente conducen a conclusiones diferentes e incluso contrapuestas en lo que respecta al significado de un texto. La hermenéutica intenta descifrar el significado detrás de la palabra y, con ello, intenta la exégesis de la razón misma sobre el significado.

A veces exégesis y hermenéutica son usados como términos sinónimos, pero hermenéutica es una disciplina más amplia que abarca comunicación escrita, verbal, y no verbal. La exégesis se centra principalmente en los textos.

Hermenéutica, como sustantivo singular, se refiere a un método particular de interpretación (ver, en contraste, doble hermenéutica).

La hermenéutica es considerada por algunos intelectuales, como Murray Rothbard, un «sinsentido mistificante» e «incomprensible».

«Consistencia hermenéutica» se refiere al análisis de textos para lograr una explicación coherente de estos. Hermenéutica, en filosofía, se refiere principalmente a la teoría del conocimiento iniciada por Martin Heidegger y desarrollada por Hans-Georg Gadamer en su libro Verdad y método. A veces, también, se refiere a las teorías de Paul Ricoeur.

Origen y evolución de la hermenéutica

El término hermenéutica proviene del verbo griego ἑρμηνεύειν (jermeneueien) que significa interpretar, declarar, anunciar, esclarecer y, por último, traducir. Significa que alguna cosa se vuelve comprensible o se lleva a la comprensión. Se considera que el término deriva del nombre del dios griego Hermes, el mensajero, al que los griegos atribuían el origen del lenguaje y la escritura y al que consideraban patrono de la comunicación y el entendimiento humano. El término originalmente expresaba la comprensión y explicación de una sentencia oscura y enigmática de los dioses u oráculo, que precisaba una interpretación correcta.

El término hermenéutica deriva directamente del adjetivo griego ἑρμηνευτικἡ, que significa (saber) explicativo o interpretativo, especialmente de las Sagradas Escrituras, y del sentido de las palabras de los textos, así como el análisis de la propia teoría o ciencia volcada en la exégesis de los signos y de su valor simbólico.

Antecedentes

Evémero de Mesene (siglo IV a. C.) realizó el primer intento de interpretar racionalmente las leyendas y mitos griegos reduciendo su contenido a elementos históricos y sociales (evemerismo). En el siglo VI a. C. Teágenes de Regio intentó una empresa parecida para interpretarlos de forma alegórica y extraer su sentido profundo.

Hermenéutica y teología

Pero el origen de los estudios hermenéuticos se encuentra realmente en la teología cristiana, donde la hermenéutica tiene por objeto fijar los principios y normas que han de aplicarse en la interpretación de los libros sagrados de la Biblia, que, como revelados por Dios pero compuestos por hombres, poseían dos significados distintos: el literal y el espiritual, este último dividido en tres: el anagógico, el alegórico y el moral:

• El sentido literal es el significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis filológica que sigue las reglas de la justa interpretación. Según Tomás de Aquino, en Summa Theologiae I, q. 1, a. 10, ad 1:
Et ita etiam nulla confusio sequitur in sacra Scriptura, cum omnes sensus fundentur super unum, scilicet litteralem.
Y de este modo no existe confusión en las Escrituras, puesto que todos los sentidos se fundamentan en uno, el literal.

• El sentido espiritual, infuso por Dios en el hombre según la creencia cristiana, da un sentido religioso suplementario a los signos, dividido en tres tipos diferentes:
. El sentido alegórico, por el que es posible a los cristianos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; de esa manera el paso del mar Rojo simboliza la victoria de Cristo y el bautismo. (véase 1 Co 10:2).
. El sentido moral, por el cual los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducir a un obrar justo; su fin es la instrucción (1 Co 10, 11; véase Epístola a los hebreos 3-4,11).
. El sentido anagógico (o sentido místico) por el cual los santos pueden ver realidades y acontecimientos de una significación eterna, que conduce (en griego anagogue) a los cristianos hacia la patria celestial. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste. (véase Apocalipsis 21,1-22,5)

Romanticismo y Friedrich Schleiermacher

Después de permanecer recluida durante varios siglos en el ámbito de la teología, la hermenéutica se abrió en la época del romanticismo a todo tipo de textos escritos. En este contexto se sitúa Friedrich Schleiermacher (1768-1834), que ve en la tarea hermenéutica un proceso de reconstrucción del espíritu de nuestros antepasados. Así, Schleiermacher plantea un círculo hermenéutico para poder interpretar los textos, postula que la correcta interpretación debe tener una dimensión objetiva, relacionada con la construcción del contexto del autor, y otra subjetiva y adivinatoria, que consiste en trasladarse al lugar del autor. Para Schleiermacher la hermenéutica no es un saber teórico sino práctico, esto es, la praxis o la técnica de la buena interpretación de un texto hablado o escrito. Trátase ahí de la comprensión, que se volvió desde antaño un concepto fundamental y finalidad de toda cuestión hermenéutica. Schleiermacher define la hermenéutica como «reconstrucción histórica y adivinatoria, objetiva y subjetiva, de un discurso dado».

Historicismo diltheiano

Esta perspectiva influirá en la aparición del historicismo diltheiano. Wilhelm Dilthey (1833-1911) cree que toda manifestación espiritual humana, y no sólo los textos escritos, tiene que ser comprendida dentro del contexto histórico de su época. Si los acontecimientos de la naturaleza deben ser explicados, los acontecimientos históricos, los valores y la cultura deben ser comprendidos. Según Wilhelm Dilthey, estos dos métodos serían opuestos entre sí: explicación (propia de las ciencias naturales) y comprensión (propia de las ciencias del espíritu o ciencias humanas):

Esclarecemos por medio de procesos intelectuales, pero comprendemos por la cooperación de todas las fuerzas sentimentales en la aprehensión, por la inmersión de las fuerzas sentimentales en el objeto.
Wilhelm Dilthey fue el primero en formular la dualidad entre las «ciencias de la naturaleza» y las «ciencias del espíritu», que se distinguen respectivamente por el uso de un método analítico esclarecedor, una, y el uso de un procedimiento de compresión descriptiva, la otra. Comprensión y aprehensión de un significado y sentido es lo que se presenta a la comprensión como contenido. Sólo podemos determinar la compresión por el sentido y el sentido apenas por la comprensión. Toda comprensión es aprehensión de un sentido. Para Dilthey todo conocimiento de las ciencias del espíritu es una comprensión y un conocimiento histórico. Este conocimiento es posible porque la vida (el objeto de estudio de las ciencias del espíritu) genera estructuras, ya sean desde una obra pictórica a una literaria; entonces concede a la hermenéutica el papel de disciplina encargada de interpretar dichas estructuras, permitiendo el conocimiento en las ciencias del espíritu.

Martin Heidegger

Ya en el siglo XX, Martin Heidegger, en su análisis de la comprensión, afirma que, cualquiera que sea, presenta una «estructura circular»:

Toda interpretación, para producir comprensión, debe ya tener comprendido lo que va a interpretar.
Esta reciprocidad entre texto y contexto es parte de lo que Heidegger llama el círculo hermenéutico. Otro pensador central en el desarrollo de este concepto es el sociólogo Max Weber.

Heidegger introduce nuevos derroteros en la hermenéutica al dejar de considerarla únicamente como un modo de comprensión del espíritu de otras épocas y pensarla como el modo fundamental de situarse el ser humano en el mundo: existir es comprender. De esta forma, cambia el foco de la hermenéutica desde la interpretación a la comprensión existencial, la cual es tratada como un modo de ser en el mundo más directo, no-mediado -por lo tanto más auténtico- que simplemente como un «modo de conocer». Por ejemplo, sostuvo la necesidad de una «hermenéutica especial de la empatía» para disolver el clásico problema filosófico de las «otras mentes», poniendo el problema en el contexto del estar-con del modo de relacionarse humano. (A pesar de que el mismo Heidegger no completó este proyecto.)

Desde entonces su hermenéutica de la facticidad se convierte en una filosofía que identifica la verdad con una interpretación históricamente situada (Hans-Georg Gadamer).

Los seguidores de este enfoque sostienen que algunos textos y las personas que los producen no pueden ser estudiados por medio del uso de los mismos métodos científicos que son usados por las ciencias naturales, llegando a posturas parecidas a las del antipositivismo. Incluso, sostienen que esos textos son expresiones convencionalizadas de la experiencia del autor. Por lo tanto, la interpretación de aquellos textos revelará algo acerca del contexto social en el cual se formaron, y, más significativamente, proveerá al lector un medio para compartir las experiencias del autor. Por estas razones, la hermenéutica es considerada la escuela de pensamiento opuesta al positivismo.

Paul Ricoeur

Paul Ricoeur (Essais d’herméneutique, París: Seuil, 1969) supera en su aporte a las dos corrientes anteriores, y propone una «hermenéutica de la distancia», lo que hace que surja una interpretación es el hecho de que haya una distancia entre el emisor y el receptor. De esta hermenéutica surge una teoría cuyo paradigma es el texto, es decir, todo discurso fijado por la escritura. Al mismo tiempo este discurso sufre, una vez emitido, un desarraigamiento de la intención del autor y cobra independencia con respecto a él. El texto ahora se encuentra desligado del emisor, y es una realidad metamorfoseada en la cual el lector, al tomar la obra, se introduce. Pero esta misma realidad metamorfoseada propone un «yo», un «Dasein», que debe ser extraído por el lector en la tarea hermenéutica. Para Ricoeur interpretar es extraer el ser-en-el-mundo que se halla en el texto. De esta manera se propone estudiar el problema de la «apropiación del texto», es decir, de la aplicación del significado del texto a la vida del lector. La reelaboración del texto por parte del lector es uno de los ejes de la teoría de Paul Ricoeur.

Mauricio Beuchot

La propuesta de hermenéutica analógica hecha por Mauricio Beuchot surge a partir del Congreso Nacional de Filosofía, llevado a cabo en la ciudad de Cuernavaca (estado de Morelos, México), en 1993, sintetizada en su obra Tratado de hermenéutica analógica (1997). Influenciado por el filósofo argentino Enrique Dussel y el llamado método analéctico, para posteriormente retomar ideas de la analogía en Peirce, Mauricio Beuchot propone un proyecto hermenéutico denominado hermenéutica analógica o también hermenéutica analógico-icónica.

La hermenéutica analógica, basada en el concepto de analogía, se estructura como intermedia entre la univocidad y la equivocidad. La univocidad tiende a la identidad entre el significado y su aplicación, es una idea positivista y fuerte que pretende objetividad. Por ejemplo la hermenéutica de Emilio Betti. Mientras que la equivocidad es la diferencia del significado y de aplicación, tiende al relativismo y subjetivismo. Por ejemplo la filosofía de Richard Rorty. La hermenéutica analógica trata de evitar posturas extremas, abriendo el margen de las interpretaciones, jerarquizándolas de una manera ordenada de modo que exista una interpretación que sea el analogado principal y otras interpretaciones que sean analogados secundarios. Así se plantea como una postura moderada, que recupera la noción aristotélica de la frónesis, y puede plantearse como la interpretación de textos que permite una postura ni equivocista (lo que no es) ni univocista (lo que es), sino prudente en un punto medio.

Estructuras básicas de la comprensión

Estructura de horizonte: el contenido singular y aprendido en la totalidad de un contexto de sentido, que es preaprendido y coaprendido.
• Estructura circular:la comprensión se mueve en una dialéctica entre la precomprensión y la comprensión de la cosa, es un acontecimiento que progresa en forma de espiral, en la medida que un elemento presupone otro y al mismo tiempo hace como que va adelante.
• Estructura de diálogo: en el diálogo mantenemos nuestra comprensión abierta, para enriquecerla y corregirla.
• Estructura de mediación: la mediación se presenta y se manifiesta en todos los contenidos, pero se interpreta como comprensión en nuestro mundo y en nuestra historia.

Crítica bungeana a la hermenéutica

Para Mario Bunge, la hermenéutica filosófica se opone al estudio científico de la sociedad. En particular, desprecia la estadística social y los modelos matemáticos. Dado que considera lo social como si fuera espiritual, la hermenéutica desprecia los factores ambientales, los biológicos y los económicos, al mismo tiempo que rechaza abordar los hechos macrosociales, como la pobreza y la guerra. De este modo, la hermenéutica constituye un obstáculo a la investigación de las verdades acerca de la sociedad y, por tanto, de los fundamentos de las políticas sociales.