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Intervención del Presidente Rafael Correa en la 70 Sesión de NN.UU.

La Organización de las Naciones Unidas nació el 24 de octubre de 1945 entre las cenizas de la II Guerra Mundial, para mantener la paz y la seguridad internacionales.

Frente al holocausto sufrido, considerábamos la paz solamente como ausencia de guerra. En el siglo XXI, 70 años después, la paz debe ser sobre todo presencia: presencia de justicia, presencia de dignidad, presencia de desarrollo. Ya Gandhi nos decía que “la pobreza es la peor forma de violencia”.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe – CELAC- proclamó a la región como un continente de paz, pero la insultante opulencia de unos pocos, al lado de la más intolerable pobreza, son también balas cotidianas en contra de la dignidad humana. Paz sin justicia es sencillamente pacificación.

Los 164 millones de personas en América Latina que viven en la pobreza, de los cuales 68 millones continúan en la pobreza extrema, todavía esperan la justicia, la libertad y una democracia real, no tan solo reducida a tener elecciones periódicamente.

La superación de la pobreza, queridos amigos, es el mayor imperativo moral que tiene el planeta, ya que por primera vez en la historia de la humanidad, la pobreza no es fruto de escasez de recursos o factores naturales, sino de sistemas injustos y excluyentes, fruto de perversas estructuras de poder.

Esto ya lo había señalado a modo de denuncia hace dos siglos el pensador francés Frederick Bastiat: “Cuando el saqueo se convierte en un modo de vida para un grupo de hombres que viven en sociedad, estos crean para sí mismos en el transcurso del tiempo un sistema legal que lo autoriza y un código moral que lo glorifica.”

Y para aquellos que se nos quieren robar conceptos tan sublimes como el de “libertad”, que entiendan bien: no puede haber libertad sin justicia. No sólo aquello; en regiones tan desiguales como América Latina, sólo buscando la justicia lograremos la verdadera libertad.

Por ello no podemos conformarnos con objetivos mínimos como fueron los objetivos del milenio 2015. Una perspectiva basada en objetivos mínimos supone la legitimación de la realidad que vivimos, sitúa al “beneficiario” en una posición de inferioridad frente a los demás, y no busca trastocar las distancias ni las relaciones de poder entre los sujetos ni entre las sociedades.

Como dijo el Secretario General esta mañana, nuestro ideal no es tener a la gente viva, sino darle una vida: una vida digna, una vida plena, en igualdad de condiciones que cualquier otro ser humano. Creemos que los 17 objetivos de desarrollo sostenible 2015-2030 son más cercanos a esta aspiración.

Proponemos objetivos comunes no sólo sobre mínimos de vida sino sobre máximos sociales: el Sumak Kawsay o Buen Vivir de nuestros pueblos ancestrales, que significa vivir con dignidad, satisfaciendo necesidades de base, pero en armonía con uno mismo, con los demás seres humanos, con las diferentes culturas, y en armonía con la naturaleza.

MIGRACIÓN

Sin embargo, como dijimos ayer en este mismo lugar, la ausencia en la Agenda 2015-2030 de un objetivo directo sobre libre movilidad humana es una muy lamentable omisión.

La paradoja inmoral de que por un lado se promueva la libre circulación de mercancías y de capitales buscando la máxima rentabilidad, pero, por otro lado, se penalice la libre circulación de personas buscando un trabajo digno, es sencillamente intolerable e insostenible desde un punto de vista ético.

Esta es una de las grandes inconsistencias de la globalización neoliberal: no busca crear una sociedad planetaria, sino tan solo mercados planetarios. Está totalmente en función del capital y no de los seres humanos.

La solución, no es más fronteras: es solidaridad, es humanidad, y crear condiciones de prosperidad y de paz que desincentiven a las personas a migrar.

CAMBIO CLIMÁTICO

Una gran noticia es que en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como su nombre lo indica, se tiene muy presente el cuidado del planeta.

En general, en el mundo hay mejoras en la eficiencia de los procesos productivos: la disminución de la intensidad energética mundial, es decir, cantidad de energía necesaria por unidad de producto, fue de 1,2% anual entre 1971 y 2009.

A pesar de los adelantos tecnológicos y la desmaterialización de la economía, existe un mayor consumo de energía global.

Las emisiones se han multiplicado en 3,6 veces en 50 años, esto es, un crecimiento promedio anual de 2,6%. De mantenerse esta tendencia, en 28 años las emisiones actuales se habrán duplicado.

La evidencia indica que el consumo de energía y la generación de emisiones son directamente proporcionales al nivel de ingreso, lo cual significa que el efecto consumo domina al efecto eficiencia. Un habitante de los países ricos emite 38 veces más CO2 que un habitante de los países pobres.

Todo esto nos lleva al principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas.

Por supuesto, también hay afectación ambiental ligada a la pobreza, tales como erosión de suelos, falta de tratamiento de residuos sólidos, etcétera. Además, hay un problema adicional: la eficiencia energética entre los países ricos y pobres es aún abismal y se incrementa en el tiempo, en forma concreta de 4 a 5 veces entre 1971 y 2010.

La superación de estas brechas se puede lograr con el acceso al conocimiento, ciencia y tecnología. Aquí también hay una disparidad enorme entre países ricos y países pobres. Los países ricos solicitan anualmente 1 millón 360 mil patentes mientras que todos los países pobres, en conjunto, solicitaron apenas 9 mil 170 patentes.

Las inequidades mundiales no solo se reflejan en la distribución de las emisiones, sino también en la incidencia del calentamiento global y del cambio climático.

Países como Ecuador aportan menos del 0,1% del total de emisiones de CO2, pero sufre las consecuencias del cambio climático. Por ejemplo, el único pingüino que llega a la línea equinoccial, el Spheniscus mendiculus, llamado comúnmente pingüino de las Galápagos, está en peligro de extinción debido al calentamiento de las aguas marinas superficiales.

Por ello es necesario caminar hacia una Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza. El principal derecho universal de la naturaleza debería ser el que pueda seguir existiendo, pero, también, que pueda seguir ofreciendo los medios de vida necesarios para que nuestras sociedades puedan vivir con el Sumak Kawsay.

Esta debe ser una idea fuerza para evitar ciertos fundamentalismos: el ser humano no es lo único importante en la naturaleza, pero sigue siendo lo más importante.

NUEVA E INJUSTA DISTRIBUCIÓN MUNDIAL DEL TRABAJO

No obstante esas responsabilidades comunes pero diferenciadas, y el rol que juega el acceso al conocimiento, la ciencia y la tecnología, paradójicamente existe actualmente una nueva e injusta división internacional del trabajo: los países ricos generan conocimiento que privatizan, y muchos países pobres o de renta media generan bienes ambientales que se consumen gratuitamente.

El conocimiento, en general, es un bien de libre acceso, es decir, la exclusión es técnicamente imposible o muy costosa.

Para evitar el libre acceso, o, en otras palabras, para privatizar el bien, se ponen barreras institucionales,
básicamente derechos de propiedad intelectual.

Los países de la cuenca amazónica, también producen bienes de libre acceso, en este caso ambientales, que regulan el clima mundial y sin los cuales la vida en el planeta sufriría un grave deterioro. Pese a ello, los mayores contaminadores globales no pagan nada por consumir estos bienes y servicios ambientales.

Y se cree algunas veces que la generación de bienes ambientales no tiene costo. La realidad es que esa generación puede ser muy costosa, no en cuanto a costos directos, sino en cuanto al costo de oportunidad. Hoy muchos exigen —sin ninguna solvencia moral, dicho sea de paso—, que no se explote el petróleo de la Amazonía. Pero eso implica un costo inmenso por los ingresos no recibidos y por cada día que transcurre con un niño sin escuela, una comunidad sin agua potable, o gente muriendo por enfermedades perfectamente evitables, verdaderas patologías de la miseria.

Sólo compensando el consumo de los bienes ambientales no tendríamos ya más necesidad de financiamiento para el desarrollo.

Y aquí otra idea fundamental para cualquier debate sobre sostenibilidad: la conservación, en países pobres, no será posible, si ésta no genera claras y directas mejoras en el nivel de vida de su población.

Como dice el papa Francisco en su encíclica Laudato Sí, “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social”.

El acceso a la ciencia y tecnología es vital para los países pobres en la lucha contra el cambio climático y contra la pobreza. Es indispensable declarar a las tecnologías que mitiguen el cambio climático y sus respectivos efectos como bienes públicos globales, garantizando su libre acceso.

La nueva división internacional del trabajo es una completa paradoja. Los bienes de libre acceso deberían ser lo que no tienen rivalidad en el consumo, es decir, no tienen costo marginal al ser consumidos por una persona adicional. En consecuencia, mientras más personas utilicen el bien, mejor.

Esta es normalmente la característica del conocimiento, la ciencia y la tecnología.

Como muy acertadamente señaló George Bernard Shaw: «Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana y las intercambiamos, entonces tú y yo todavía tendremos cada uno una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea y las intercambiamos, entonces, cada uno de nosotros tendrá dos ideas».

Por el contrario, cuando un bien se vuelve escaso o se destruye a medida que se consume, como es el caso de los bienes ambientales, es cuando debe restringirse su consumo, para evitar lo que Garret Hardin llamó “la tragedia de los comunes”.

¿Por qué no se hace lo obvio? Más aún, ¿por qué se hace exactamente lo contrario? Porque el problema no es técnico, sino político. La injusta nueva división internacional del trabajo no es otra cosa que la perversa lógica de “privatizar los beneficios y socializar las pérdidas”. No hay nada que la justifique, sólo el poder. Para ilustrar esto imaginemos por un momento si la situación fuera la inversa, y que los generadores de bienes y servicios ambientales fueran los países ricos, y los países pobres o los de renta media fuéramos los contaminadores. ¿Quién puede dudar que ya hasta nos habrían invadido para exigirnos una “justa compensación”?

Es impresionante, pero el problema del cambio climático podría controlarse tan solo con más justicia, en este caso ambiental. Lamentablemente, como decía Trasímaco hace más de dos mil años en su diálogo con Sócrates, “la justicia es tan solo la conveniencia del más fuerte”.

A fines de 2015 estaremos en la Vigésima Primera Conferencia de las Partes (COP 21) de Naciones Unidas, en París.

Si en esta conferencia fracasamos y no logramos acuerdos vinculantes para proteger el único planeta que tenemos, podría empezar el entierro de nuestra civilización. Pero si alcanzamos la victoria, celebraremos la Conferencia 22 con el cántico del primer manifiesto ecológico, escrito en el año 1225 por San Francisco de Asís, agradecido “por el hermano viento, por el aire, la nube, el cielo sereno y todo tiempo”.

VARIOS INTERNACIONALES

Queridos amigos:

Ecuador mira con esperanza el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos y espera que ese proceso conlleve al fin del embargo y al retiro de la base de Guantánamo. Esto no será concesión de ningún poder, sino el triunfo de la justicia y de la dignidad del pueblo cubano.

Nuestros pueblos nunca más aceptarán la tutela, la injerencia ni la intervención. Su memoria está lacerada por los abusos y la violencia del pasado, aunque nos pidan olvidarlo y supuestamente mirar sólo hacia el futuro.

Ecuador apoya a Argentina en sus derechos soberanos sobre las Islas Malvinas. Reconocemos el Estado de Palestina que debe ser Estado Miembro de esta Organización, con plenos derechos, con Jerusalén Oriental como su capital, y con los límites establecidos en 1967.

Saludamos los recientes acuerdos entre el Gobierno de Colombia y las FARC. Ecuador anhela la paz para Colombia y los apoyamos en este empeño.

Ecuador también expresa solidaridad al Pueblo Sirio, víctima del conflicto que ha destruido familias. Ciertas potencias hicieron caso omiso al principio de no interferencia en asuntos extranjeros y solo exacerbaron la violencia.

Deseamos al Pueblo Sirio el restablecimiento de la paz y reiteramos que solo ellos pueden decidir su futuro.

Ecuador valora profundamente la relación con África, y seremos sede de la IV Cumbre África-América del Sur en Mayo de 2016, a la cual todos los países de estas dos regiones están invitados.

En octubre de 2016 también seremos la sede de la Conferencia Mundial sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, conocida como “Hábitat III”, la cual se realiza cada 20 años y en la que se formulará la «Nueva Agenda Urbana». Creemos firmemente en el derecho a una ciudad inclusiva, con un crecimiento urbano sostenible.

CHEVRON

Finalmente, quisiera aprovechar este foro para denunciar, una vez más al mundo, un desastre ambiental 85 veces mayor que el derrame de British Petroleum en el Golfo de México en 2010 y 18 veces mayor que el del Exxon Valdez en Alaska en 1989.

Se trata de la contaminación dejada por Texaco, petrolera que operó en la Amazonia ecuatoriana hasta 1992, y que fue comprada por la transnacional Chevron en el año 2001.

Chevron, la tercera compañía más grande de Estados Unidos, fue demandada hace aproximadamente 20 años por comunidades indígenas amazónicas afectadas por la contaminación. Se trata de un caso estrictamente privado: comunidades amazónicas versus Chevron-Texaco.

Chevron se pasó la década anterior luchando para que no se la juzgara en cortes de Nueva York, lugar de domicilio de la empresa, sino donde supuestamente se había cometido la infracción, en la provincia de Sucumbíos, en Ecuador.

Sin emabrgo, como perdió el juicio y ha sido condenada a pagar una fuerte suma, se ha pasado esta década destrozando a esas mismas cortes que con tanto entusiasmo defendió cuando creía que podía comprarlas, y ha gastado centenas de millones de dólares en una campaña mundial de desprestigio contra Ecuador.

Las empresas transnacionales deben cesar sus abusos contra los Estados y pueblos del Sur. Ecuador hace un llamado a los Estados Miembros a participar en la elaboración de un tratado vinculante para sancionar a empresas transnacionales cuando vulneren los derechos humanos o cuando contaminen el ambiente.

Los invitamos a que visiten Ecuador y vayan a meter su mano en las centenas de piscinas dejadas por Texaco, para que saquen esa mano llena de residuos de petróleo, veinte años después de que la petrolera salió del país. Es la mano sucia de Chevron.

Frente a la prepotencia y miles de millones de dólares de Chevron-Texaco, frente a la infamia de esta empresa corrupta y corruptora, Ecuador utilizará el arma más letal que se haya inventado: la verdad.

Nueva York, sede de las Naciones Unidas
Septiembre 28 de 2015.

Tercera carta de Raúl Vallejo a la Comunidad de la Universidad Andina Simón Bolívar

En los exteriores de la Uiversidad Adina Simón Bolñivar (UASB), junto al edificio Manuela Sáenz, está una estatua de Simón Bolívar sentado en un poyo largo, de piedra vista. Se trata de un monumento en tamaño natural que tiene la virtud de convertir en un personaje cotidiano a quien le debemos la conducción del proceso libertario de la región. Su particularidad es que, a contramano de la iconografía escolar, Bolívar viste de civil como un símbolo de aquel republicanismo que postuló desde la Carta de Jamaica, en tanto Estadista fundacional de nuestra América.

El Bolívar de civil de la UASB es la memoria del pensamiento latinoamericano que se hermana con las formulaciones de José Martí en su ensayo Nuestra América, publicado en enero de 1891. Ese bronce de Bolívar se complementa con una frase tomada de la Carta de Jamaica: “Somos un pequeño género humano”. La cita completa es la siguiente: “Nosotros somos un pequeño género humano: poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque en cierto modo ya viejo en los usos de la sociedad civil”. Y ese pequeño género humano, doscientos años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad del arcoíris. Celebrar el rito de la foto junto al ciudadano Bolívar es celebrar a la UASB como un centro académico que contribuye, desde la libertad de cátedra, el pensamiento crítico y las prácticas interculturales, a los pueblos de la región.

Y es que el principio rector de un centro académico es la libertad de cátedra y la responsabilidad ética en la docencia y la investigación. La cátedra no puede ser el pretexto para el adoctrinamiento pues aquello constituye un abuso por parte del docente. La cátedra es el espacio que propugna el debate académico en torno a los diferentes saberes, es el espacio que impulsa la investigación desde los postulados críticos que se modifican cuando los hechos de la realidad son superiores a las hipótesis de trabajo.

Por ello es necesario una universidad en la que el concepto de autonomía no sea confundido con el de autarquía. Es fundamental, por tanto, preservar a la universidad de los avatares de la política cotidiana puesto que, para el desarrollo del pensamiento científico, la universidad tiene que ser tan independiente de los gobiernos como de los usos partidistas por parte de sus autoridades. La autonomía, y más la de un organismo internacional, es un privilegio otorgado por los Estados para que la institución esté al servicio de la sociedad, pensando la integración regional.
De ahí que, una universidad crítica sea también un espacio para el debate plural y, por supuesto, un lugar que genera aportes que planteen alternativas a los problemas sociales, institucionales, de cooperación Sur-Sur, etc., de la región. Por encima de las militancias partidistas de sus miembros, la universidad construye un arcoíris de ideas y no los garrotes de los sectarios. En este sentido, la universidad tiene como primera tarea el diseño de mecanismos tendientes a democratizar el acceso a ella de los estudiantes de la región y la multiplicación de la oferta académica, optimizando los recursos y especializando en diferentes áreas del conocimiento a las distintas sedes nacionales.

Finalmente, vale destacar y ratificar específicamente que el fortalecimiento institucional de la universidad pasa por el respeto a la estabilidad laboral del personal docente, administrativo y de servicio que ha contribuido a la vida de la comunidad universitaria. Nada tan necesario como la diversidad de pensamiento, nada tan indispensable como la libertad para manifestarse de cada uno de los miembros de la comunidad, nada tan humano como la tranquilidad de las familias mediante la afirmación de la seguridad de su espacio de trabajo.

Simón Bolívar fue un soñador y un visionario que, venciendo todas las dificultades que se le presentaron, hizo realidad sus sueños de Libertador, aunque no pudo concretar la unidad de nuestras repúblicas. Bolívar señaló en la Carta de Jamaica que lo que nos ayudaría en esos momentos a expulsar a los españoles y a fundar un gobierno libre era la unión: «mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos».

Los monumentos son apenas un símbolo para que las personas de hoy honremos la vida y la memoria de quienes trabajaron por un mundo mejor. Seguir cimentando una universidad comprometida con la libertad de cátedra, el amor al conocimiento y la unidad regional en la diversidad y en lo intercultural, es también trabajar por los sueños libertarios de Bolívar.

Fraternalmente,
Raúl

Raúl Vallejo es docente del Área de Letras y Estudios Culturales de la UASB, sede Ecuador. En esta foto está junto a la estatua de Bolívar en el recibidor del edificio Olmedo de la Universidad Andina Simón Bolívar. Recientemente tuvo a su cargo la edición y el estudio introductorio de un libro facsimilar y bilingüe de la Carta de Jamaica, con motivo de los 200 años de la misma. La publicación fue auspiciada por el Parlamento Andino y la Embajada de Ecuador en Colombia. Asimismo, fue quien tuvo a su cargo el estudio introductorio, la cronología, la selección de cartas y el cuidado del texto de la primera edición en España de La victoria de Junín. Canto a Bolívar, el poema fundacional de nuestra épica de José Joaquín Olmedo, publicada por Ediciones Doce Calles, de Madrid, y la UASB.

Por la democracia y el progreso social

Leonardo Vicuña Izquierdo
leovicuna@hotmail.com

La Revolución Ciudadana tiene que ser leal a sus principios y planes, y consecuente con las mayorías que le han dado todo apoyo; por tanto, sorteando la difícil coyuntura económica, debe actuar con serenidad y firmeza, para cubrir los objetivos de equidad y justicia social en democracia y paz.

Hay un acumulado histórico de alta concentración del ingreso y riquezas en el país, de vergüenza y terror, producto del sistema de explotación. Ha ido cambiando con la acción del Gobierno y sus políticas redistributivas, a través de lo tributario, recuperación del petróleo y uso racional de los ingresos para la inversión social en beneficio de los pobres.

Otros datos tenebrosos. En 1995, el 15% de los trabajadores vivía con un dólar por día. Al momento es el 5%.

A finales de 2000, tras el atraco bancario, el 20% más pobre de la población tenía apenas el 5% del ingreso nacional; y el 20% más rico disponía del 51,7% del mismo. En plena dolarización, la tendencia se agudizó. Apenas 85 personas ricas tenían más ingresos que 3,5 millones de pobres; y tan solo 278 personas pagaron el 35% del impuesto a la renta, por un total de $ 1.493 millones. El 2% de familias posee el 90% de las grandes empresas.

En cuanto a la distribución de la tierra, el 5% de grandes latifundistas concentran el 52% de la propiedad de la tierra agrícola, mientras el 60% de pequeños propietarios tenía apenas el 6,4% de ella.

Con todo esto es imposible no impulsar la redistribución de la riqueza y el ingreso. Por cierto que es necesario, considerando la actual difícil situación, ir por etapas, redefiniendo planes y ajustando los proyectos de ley, con visión global, con etapas claras: definiciones, eficaces diálogos, capacitación y elevada conciencia, difusión y explicación eficiente; señalando con claridad, y haciéndolo efectivamente, que los ingresos tributarios deben estar en proporción de los ingresos, y se destinarán a través de subsidios, obra pública, programas y servicios, en beneficio de los pobres y sectores medios, que no serán afectados.

Es necesario para el progreso que la propiedad de la tierra se democratice en beneficio de quienes la trabajan y con metas de incremento de la producción y productividad; que la reforma urbana evite la especulación y el acaparamiento de la tierra.

Que se requieren inversiones y financiamiento de todo tipo, por supuesto; que hay que establecer reglas, controles y seguridades, sin dudas, lo que no significa -como algunos pretenden- ni cambio de modelo ni vuelta al infierno neoliberal.

Estabilidad política y respeto a la democracia son necesarios, por tanto, se impone firmeza y rechazo frontal a la politiquería, conspiración, violencia y golpismo, marco en el cual se anuncia, a espaldas del pueblo, un nuevo paro.

TOMADO DE EL TElÉGRAFO
Quito, septiembre 16 de 2015

Las Ciencias Sociales como (falsa) experiencia mística

Por: Dr. Adrián Bonilla

El propósito de esta intervención es saludar a nombre del conjunto de las Unidades Académicas y de los países que constituyen FLACSO a las personas que participan en este Congreso y, para hacerlo, enunciar tres ideas. Primero, las disciplinas que conocemos como Ciencias Sociales se encuentran vigorosas en la región pero permeadas por debates que se remiten a órdenes regulatorios que eventualmente se asientan más en la fe que en el conocimiento. Segundo, la producción de conocimiento y pensamiento social contemporáneo en América Latina puede ser muy rica si se sustentara el diálogo y superposición de distintas tradiciones teóricas. Tercero, la posibilidad de generar conocimiento requiere de espacios libres de deliberación, los mismos que son limitados por lógicas normativas y por interpretaciones unívocas del saber.

Primera idea.

Hace ocho años, cuando se inauguró el Primer Congreso de Ciencias Sociales en este mismo escenario, la ceremonia estuvo marcada por una presentación admonitiva que partió de la suposición de que las Ciencias Sociales latinoamericanas estaban en crisis y caracterizó esa crisis como política, pero también de pertinencia por el “atraso” percibido en la representación de América Latina en índices científicos globales.

Aquella crítica plantea una pregunta recurrente a propósito del rol de las ciencias sociales y el de los científicos sociales en el entorno en el que viven. La pregunta no puede resolverse en una sola respuesta a menos que esta sea el producto de las creencias o valores de la persona que intenta esa respuesta; ese cuestionamiento suscita otro interrogante que es: ¿cuál es la legitimidad que un actor académico o político tiene para imponer a una comunidad creencias o valores y un determinado tipo de prácticas? Una preocupación de esa trascendencia, no puede ser resuelta sin asumir el debate acerca de si las disciplinas que estudian la sociedad son o no “ciencias” en el sentido “positivo” de la palabra, sujetas a la demostración de evidencias según normas estandarizadas, sobre todo luego de que las teorías críticas y aquellas que cuestionaron la dimensión teleológica de las aproximaciones omnicomprensivas hegemónicas en el siglo XX, cuestionaran la relevancia misma de la categoría “ciencias” para referirse a las disciplinas que estudian los fenómenos sociales.

En todos los casos la legitimación del saber pasa por el reconocimiento de una comunidad epistémica (la misma que expresa relaciones de poder y no necesariamente de sabiduría) que certifica la evidencia de algún descubrimiento, por ejemplo, en las ciencias físicas y naturales. Es la evidencia lo que permite certificar una conclusión en aquel campo, pero en el de las disciplinas que estudian la sociedad, esa certificación está inevitablemente asociada a formas institucionales que construyen la imagen de sentido “científico”. Sin embargo, las normas que otorgan ese estatus, sobre todo en nuestro campo de trabajo, son en sí mismas materia de discusión, naturalmente cuestionables, y no verdades reveladas.

Al plantearnos la pregunta ¿Qué son las Ciencias Sociales latinoamericanas? (y porqué están o no en crisis) Nos encontramos con varios problemas. ¿Qué otorga a una práctica investigativa identidad latinoamericana? ¿Quién determina la existencia, relevancia o pertinencia de esa identidad? ¿Qué vamos a entender por “ciencias”? No hay fronteras absolutamente precisas en el pensamiento social sobre esta discusión. Las que existen son construcciones políticas que no eluden cierta dosis de autoritarismo. Cómo clasificarlas es otro problema. ¿Son instituciones burocráticas gubernamentales quienes otorgan patente de relevancia a la discusión social? ¿Son Consejos de expertos quienes sostienen el Canon del saber? ¿Es la autoridad máxima de un centro de estudios? En todos los casos el estatus científico es más el resultado del ejercicio del Poder que de la evidencia.

Ninguna tradición científica, por otra parte, -y éste es un dato de la realidad- puede escapar a la posibilidad de ser instrumental a intereses sociales o políticos. De ahí que también es muy común que la salida a esta necesidad sea concebir a las disciplinas sociales como ideologías cuasi religiosas: como revelaciones místicas sustentadas en la fe o la creencia: Se alcanzaría la trascendencia, por ejemplo, cuando el saber se encarna en acción política útil para alguna causa; o cuando, desde el otro lado, un Journal en Inglés publica un texto sobre la región. Cuando la tradición científica se convierte en un acto de fe entonces para el practicante –hierofante en realidad-, la ciencia social se convierte en un instrumento de prédica y conversión. Si el objeto declarado de la actividad científica es la redención de los paganos y la transformación del mundo terrenal en la imagen celestial que invocan los preceptos, el conocimiento es una guía para la acción. Otra posibilidad, cuasi religiosa también, aunque más pedestre, es creer ciegamente que la ciencia es el resultado de formas: la transfiguración de lo natural en producto científico se produce a través de un hecho adjetivo vinculado a la liturgia, por ejemplo la métrica de impacto formulada por empresas de alcance global. En este caso incluso el rito se vuelve más importante que la doctrina, en realidad la construye.

Segunda idea.

Los ejemplos mencionados nos remiten a la vieja discusión sobre el papel de los las científicos(as) sociales en las sociedades latinoamericanas. Nuevamente la metáfora eclesiástica ayuda: ¿Es su lugar el de especialistas que forman una orden iniciática identificada por el dominio de signos de reconocimiento mágico: membresía en colegios profesionales o estándares de indexación? O por el contrario, los científicos sociales son agentes políticos, reformadores o sustentadores ilustrados del entorno. Ocasionalmente reproducimos la lucha intelectual católica del siglo XII entre la órdenes mendicantes y el papado respaldado por los dominicos. Disputamos la Ciencia como si fuera el Dios del pensamiento versus el de la acción. Pero a diferencia de ese entonces, pensar que esta contradicción se resuelve con la victoria de uno de los bandos es iluso. El debate entre ambas opciones no se agota, es parte de la realidad profesional. Probablemente la dicotomía sobre el rol de los científicos y las ciencias sociales es falsa. La construcción de la imagen de ciencia pura vs. guía para la acción; de especialistas vs. agentes de cambio social nunca se va a resolver pues alude básicamente a las opciones personales de los practicantes. Un debate que interpela la creencia, la fe, difícilmente produce conocimiento. Cuál es la pertinencia de las ciencias sociales es una pregunta abierta cuya sola enunciación tiene la virtud no sólo de generar discurso político sino deliberación informada dentro de cada disciplina, y es una pregunta que no puede responderse desde una sola perspectiva, peor aún si se asienta en lógicas políticas de autoridad. A pesar de ello, las fronteras sobre lo que es o no científico normalmente son enunciadas desde las instancias de poder. La experiencia diaria de la investigación, sin embargo demostraría que esas fronteras son rebasadas. Para Roger Bartra, por ejemplo, esto es evidente sobre todo cuando el trabajo de producir conocimiento nuevo vuelve indispensable el uso creativo y simultáneo de varias tradiciones científicas y la superposición de varias disciplinas sobre un mismo objeto de estudio. El estudio de los fenómenos sociales vuelve porosas las disciplinas, las hace dialogar, tensiona y complementa premisas teóricas que en abstracto serían contradictorias.

Tercera idea

En América Latina cualquier estrategia de avance y profundización en la calidad académica vuelve indispensable la construcción de un campo deliberativo que acoja todas las posibilidades interpretativas, pero también todas las formas de enunciar la idea de cientificidad a propósito de la sociedad, por ello es normal, legítimo, y parte consustancial del trabajo académico debatir, cuestionar sistematizadamente y construir alternativas a los órdenes clasificatorios del saber, pues ninguno de ellos es absoluto.

Este Congreso es precisamente una muestra de aquello porque la práctica de las disciplinas sociales en la región en realidad trasciende espontáneamente el juego de las dicotomías. Si miramos, por ejemplo, la composición de las conferencias magistrales, veremos que el protagonista central, Alonso Quijano encarna una generación de científicos sociales latinoamericanos relevante globalmente más allá de los estándares. Nadie que se diga a sí mismo científico social puede prescindir de haber leído sus textos sobre neocolonialidad, hegemonía, dependencia y dominación. Sin su literatura no se puede comprender América Latina; pero al mismo tiempo, todos los conferencistas magistrales por áreas temáticas pertenecen a la academia anglosajona, lo que no quita relevancia alguna a las ideas que puedan construir para la comprensión de la región. Son intelectuales Quijano, y los demás, formados en matrices diversas de las disciplinas.
Tenemos un congreso en donde las prioridades teóricas, las tradiciones científicas y sus paradigmas, coexisten y debaten entre sí y es que el conocimiento sobre la sociedad no puede construirse sobre la base de interpretaciones unívocas sino en un contexto de coexistencia de versiones diferentes. Para ello es necesario un ambiente que construya a su vez espacios de deliberación ¡libres! Un entorno, y esa sí es responsabilidad de quienes hacemos gestión académica, en donde todas las posibilidades de pensar la sociedad puedan expresarse y en donde las reglas limiten lo menos posible esta condición.

Hay cosas que nunca cambian. Por ejemplo la tensión entre los órdenes de autoridad que regulan la educación y la demanda académica, consustancial a su existencia, que es mucho más que la vigencia de ciertas capacidades administrativas; es la construcción de entornos que permitan la circulación del pensamiento en desaforada libertad y a pesar de las restricciones, que por otra parte, siempre existirán. Hago votos para que este Congreso exprese aquello: la demanda académica, con fuerza y demuestre nuevamente el vigor de nuestras disciplinas en la región.

Quito, agosto 26 de 2015

Nota del Director de EcuadorUniversitario.Com:

Este discurso fue pronunciado por el Secretario General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), el miércoles 26 de agosto de 2015, en Quito, durante la inauguración del III Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales, que se realiza en la Sede Académica de Ecuador, del 26 al 28 de agosto de 2015. El objetivo del congreso es reflexionar sobre el estado actual de las ciencias sociales en la región y explorar los aportes académicos que se pueden hacer desde América Latina. El evento está dirigido a estudiantes, investigadores y académicos de América Latina y otras partes del mundo, y tiene como propósito agrupar las principales y más recientes reflexiones sobre la región.

La organización del evento ha definido seis áreas de discusión, cada una con tres ejes temáticos. Estos ejes temáticos buscan suscitar debates ubicados en las fronteras de sus respectivos campos, informados por las especificidades y los retos que enfrenta la región.

La torta y el café

Por: Simón Espinosa Cordero
Artículo tomado de la REVISTA VISTAZO / Febrero 19/98

Un Estado chico no significa un Estado débil. Los evasores fiscales lo quieren chico y débil.

Era 1921. El presidente José Luis Tamayo llamó a su despacho a unos azucareros y arroceros que vendían carísimo. Los productores se negaban a bajar los precios aduciendo alzas del flete, listas negras e inflación por la Ley Moratoria.- “Pero, señores, no ganen tanto”, les amonestó el Presidente.

La historia sigue en pie. El ministro de Finanzas, Marco Flores, repite y repite sin que nadie quiera oírlo:-Ecuador evade los impuestos. Ecuador defrauda al Estado mi millones de dólares anuales. Según el Ministro, tan bien vestido como Osvaldo, Heinz y Joyce juntos, hay evasores gordos: banqueros, empresarios y profesionales.

Hay bancos que pagan cero impuestos. Flores exhibe un montón de carpetas procesadas. Esos banqueros se escudan en el escudo fiscal y no pagan y no pecan, pues la ley les dice que todo está sin arruga alguna ya que les permite descontarse en donaciones y otros gastos. La ley ha sido escrita por ellos mismos.

Hay empresarios que evaden todo o poco pagan. También se escudan. Viajan, dice Flores, gastándose la plata de las utilidades. En empresas queridas los trabajadores reciben utilidades de pena y risa. Hay empresas que se declaran perdedoras. No pagan porque no tienen. Y perdiendo en tantos años no quiebran sino más bien engordan.

Muchos médicos, enfermeras, dentistas, abogados, ingenieros evaden los impuestos casi sin pensarlo. Y algunos sin quererlo porque se han olvidado de que hay impuestos. Quien nunca paga, fácilmente olvida.
Sumada la evasión tributaria al contrabando, la suma se vuelve respetable. La culebra se muerde el rabo. Gracioso criticar al Estado por corrupto e ineficaz. Lo quieren chiquito y débil ya que sus fortunas se han hecho con frecuencia a la sombra del Estado.

Y se entiende, entonces, que en la capital y en Guayaquil haya altísimos edificios y casuchas de harapos. Quienes defraudan son de la crema nacional. Quienes sufren por la evasión se llaman niños campesinos, gente sin trabajo, desnutridos, ignorantes, mal servidos en salud. Y son la mayoría. La opulencia de pocos se alimenta en la palidez de muchos. El Estado mal administrador, corrupto. Sí, pero la sociedad elitista más cruel y más corrupta. Hasta el presidente Fabián Alarcón en un aparte informal confesó que no sabía qué hacer con las Aduanas. Salve, poderosa mafia. Los aduaneros dispararon al ministro Aspiazu en su propio despacho. Ahora un poderoso banquero amenaza a Flores.

La primera medida correctiva será que Finanzas publique la lista de bancos, empresas y profesionales y la lista de sus impuestos pagados. Que a Finanzas le costará dinero en la prensa, en la radio y en la televisión está claro. Pero esta transparencia repetida año tras año rendirá buenos dividendos.

El tema de la evasión tributaria no suele constar en la agenda de los medios de comunicación. Rara vez una declaración ministerial sobre el tema es noticia.

Debería ser la noticia del día, del mes, del año, del siglo. Y mientras los medios no investiguen la evasión, el mal seguirá incurable y crecedor.

Ahora un poderoso banquero amenaza al ministro Flores. Siempre han gozado los banqueros de la torta y del café.

El libre ingreso a la universidad

Por: Rodrigo Fierro

Como todos, tengo prioridades y me animan los demonios más diversos. Respondo a mi circunstancia (Ortega y Gasset) y al barro del que estoy formado. Es en el campo de la política en el que le doy la máxima prioridad a la educación y me aproximo a los quintos infiernos cuando los ‘revolucionarios’ tercermundistas (los izquierdosos) tratan de poner sus manos en tan delicado asunto.

Que el libre ingreso a las universidades públicas (incluidas las politécnicas, claro está) sea una de las banderas de lucha de las organizaciones populares que se aprestan a un largo recorrido hasta llegar a Quito, es algo que se aleja de toda posibilidad de entendimiento, racional.

Infiltrados del MPD deben ser los mentalizadores de aquella consigna, bárbara. Ayer no más, fueron los marxistas leninistas maoístas los causantes del desastre al que llegó la universidad pública, la financiada por el Estado, el mejor ejemplo de lo que se puede hacer en términos de redistribución de la riqueza, de justicia social.

Con el libre ingreso a las universidades públicas, conquista del MPD, lo que se logró es añadir un término más a la dominación que han sufrido los pueblos latinoamericanos: la subalternidad de las clases populares ante quienes mejor preparados se imponían en todos los campos.

Fui profesor de la Universidad Central por largos años, incluida la ominosa década de los sesenta del siglo pasado. Pese a los esfuerzos de los docentes, los resultados de la avalancha de estudiantes con el libre ingreso fue tal que conocí casos concretos de profesores izquierdosos que enviaron a sus hijos a la Universidad San Fco. de Quito para que se salvaran.

Están equivocados los que creen que en nuestro país desconocemos lo que sucede en el resto del mundo en cuanto a educación. En Francia, Inglaterra, en China, en Chile, y más, al momento se cuestiona la educación que reciben niños y jóvenes.

Se llega a tales extremos como que se asegura que tan solo en Finlandia y Alemania se enseña seriamente y se pone énfasis en la lectura, escritura y matemáticas, bases del pensamiento lógico. La preocupación apunta a que al final de cuentas el nivel al que llegarán los egresados de sus universidades, no les permitirá competir en un mundo globalizado.

Están equivocados también los que creen que en nuestro país no hay indios, mestizos y negros que están muy conscientes que tan solo una educación superior pública gratuita de calidad, nos llevará a rectificar una historia de inequidades.

Cómo le ha costado a la Universidad Central salir del pantano al que le llevó el MPD. Hoy está en la categoría A. Las politécnicas no cayeron en las falacias del MPD. Pese a los cuestionamientos, algunos de peso, es indudable que a todo nivel la educación pública en nuestro país ya no es de las peores de América, como cuando se iba africanizando.

Tomado de EL COMERCIO /30/07/2015

Definición de Hermenéutica

Lo primero que hay que hacer antes de analizar en profundidad el significado del concepto hermenéutica es determinar su origen etimológico pues de esta manera entenderemos el porqué de dicha acepción. En este sentido, podemos decir que aquel procede del griego hermeneutikos, que a su vez se conforma por la unión de tres “partículas”.

Así, es fruto de la suma de la palabra hermeneuo que puede traducirse como “yo descifro”, la palabra tekhné que significa “arte”, y el sufijo –tikos que es sinónimo de “relacionado a”. De ahí que literalmente se puede exponer que este término que nos ocupa es el arte de explicar textos o escritos, obras artísticas.

De la misma forma, tampoco podemos pasar por alto que la hermenéutica está en relación con el dios griego Hermes que era el encargado en el Olimpo de llevar los mensajes secretos a sus destinatarios y una vez con ellos era el que debía descifrarlos.

Se define como hermenéutica al arte basado en la interpretación de textos, en especial, de aquellas obras que se consideran como sagradas. Desde la perspectiva de la filosofía defendida por Hans-Georg Gadamer, este concepto describe a la denominada teoría de la verdad y constituye el procedimiento que permite expresar la universalización de la capacidad interpretativa desde la personal y específica historicidad.

De esta manera, es posible clasificar a la hermenéutica de diversas formas. Existe, por ejemplo, la de tipo filológico (variante que se originó en Alejandría a fin de determinar el carácter auténtico de los escritos antiguos); la hermenéutica bíblica (la cual surgió hacia los siglos XVII y XVIII con el propósito de lograr una adecuada, objetiva y entendible interpretación de la Biblia) y la hermenéutica de perfil filosófico (una modalidad que no depende de la lingüística y busca fijar las condiciones relevantes de toda interpretación).

En el caso concreto de la rama de la hermenéutica encargada de llevar a cabo la interpretación de textos sagrados que pertenezcan bien a la Biblia o bien a otras obras de carácter religioso que pertenezcan a diversas culturas es necesario subrayar que también se conoce con el nombre de exegética.

El origen de los estudios de carácter hermenéutico se halla en la teología cristiana, marco en el cual se distinguen dos interpretaciones diferentes de la Biblia: uno literal y otro de tinte espiritual, que a su vez se divide en análisis anagógicos, alegóricos y morales.

El mensaje literal de las Sagradas Escrituras es aquel que se desprende de la propia redacción y es captado por la exégesis filológica, que se desarrolla de acuerdo a las normativas de la correcta interpretación.

El valor espiritual, en cambio, es el generado por Dios en el ser humano, al proponer un contenido religioso que permite complementar a los signos. En este marco es posible distinguir entre el sentido alegórico (a fin de que las personas de fe logren profundidad interpretativa al leer los sucesos. Por citar un ejemplo concreto: el cruce del mar Rojo es un símbolo de la victoria de Cristo y el bautismo), el sentido moral (los episodios mencionados en la Biblia pueden servir como modelo e impulso para un accionar justo) y el sentido anagógico o místico (aquel que apunta a demostrar que los santos tienen la capacidad de observar realidades y hechos perdurables hasta la eternidad).

Entre los autores más importantes dentro del campo de la hermenéutica que han apostado por la misma y que la han desarrollado en sus distintas facetas destacan figuras de la talla de Friedrich Schleiermacher, el estudioso alemán Wilhelm Dilthey, Martin Heidegger o Paul Ricoeur.

Lee todo en: Definición de hermenéutica – Qué es, Significado y Concepto http://definicion.de/hermeneutica/#ixzz3fo8Rb4ZP

Hermenéutica según Wikipedia, la enciclopedia libre

La hermenéutica (del griego ἑρμηνευτικὴ τέχνη [hermeneutiké tejne], ‘arte de explicar, traducir o interpretar’) es el arte o teoría de interpretar textos, especialmente las escrituras sagradas y los textos filosóficos.

La hermenéutica fue inicialmente aplicada a la interpretación, o exégesis, de la escritura sagrada. Emergió como una teoría de la comprensión humana a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX a través de la obra de Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey. La hermenéutica moderna incluye comunicación tanto verbal como no verbal así como semiótica, presuposiciones y precomprensiones.
En filosofía (particularmente en la de Hans-Georg Gadamer), la hermenéutica representa una teoría de la verdad y el método que expresa la universalización del fenómeno interpretativo desde la historicidad concreta y personal.

Para Mario Bunge es la interpretación de textos en la teología, la filología y la crítica literaria; y, en la filosofía, es la doctrina idealista según la cual los hechos sociales (y quizás también los naturales) son símbolos o textos que deben interpretarse en lugar de describirse (representarse) y explicarse objetivamente.

La necesidad de una disciplina hermenéutica está dada por las complejidades del lenguaje, que frecuentemente conducen a conclusiones diferentes e incluso contrapuestas en lo que respecta al significado de un texto. La hermenéutica intenta descifrar el significado detrás de la palabra y, con ello, intenta la exégesis de la razón misma sobre el significado.

A veces exégesis y hermenéutica son usados como términos sinónimos, pero hermenéutica es una disciplina más amplia que abarca comunicación escrita, verbal, y no verbal. La exégesis se centra principalmente en los textos.

Hermenéutica, como sustantivo singular, se refiere a un método particular de interpretación (ver, en contraste, doble hermenéutica).

La hermenéutica es considerada por algunos intelectuales, como Murray Rothbard, un «sinsentido mistificante» e «incomprensible».

«Consistencia hermenéutica» se refiere al análisis de textos para lograr una explicación coherente de estos. Hermenéutica, en filosofía, se refiere principalmente a la teoría del conocimiento iniciada por Martin Heidegger y desarrollada por Hans-Georg Gadamer en su libro Verdad y método. A veces, también, se refiere a las teorías de Paul Ricoeur.

Origen y evolución de la hermenéutica

El término hermenéutica proviene del verbo griego ἑρμηνεύειν (jermeneueien) que significa interpretar, declarar, anunciar, esclarecer y, por último, traducir. Significa que alguna cosa se vuelve comprensible o se lleva a la comprensión. Se considera que el término deriva del nombre del dios griego Hermes, el mensajero, al que los griegos atribuían el origen del lenguaje y la escritura y al que consideraban patrono de la comunicación y el entendimiento humano. El término originalmente expresaba la comprensión y explicación de una sentencia oscura y enigmática de los dioses u oráculo, que precisaba una interpretación correcta.

El término hermenéutica deriva directamente del adjetivo griego ἑρμηνευτικἡ, que significa (saber) explicativo o interpretativo, especialmente de las Sagradas Escrituras, y del sentido de las palabras de los textos, así como el análisis de la propia teoría o ciencia volcada en la exégesis de los signos y de su valor simbólico.

Antecedentes

Evémero de Mesene (siglo IV a. C.) realizó el primer intento de interpretar racionalmente las leyendas y mitos griegos reduciendo su contenido a elementos históricos y sociales (evemerismo). En el siglo VI a. C. Teágenes de Regio intentó una empresa parecida para interpretarlos de forma alegórica y extraer su sentido profundo.

Hermenéutica y teología

Pero el origen de los estudios hermenéuticos se encuentra realmente en la teología cristiana, donde la hermenéutica tiene por objeto fijar los principios y normas que han de aplicarse en la interpretación de los libros sagrados de la Biblia, que, como revelados por Dios pero compuestos por hombres, poseían dos significados distintos: el literal y el espiritual, este último dividido en tres: el anagógico, el alegórico y el moral:

• El sentido literal es el significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis filológica que sigue las reglas de la justa interpretación. Según Tomás de Aquino, en Summa Theologiae I, q. 1, a. 10, ad 1:
Et ita etiam nulla confusio sequitur in sacra Scriptura, cum omnes sensus fundentur super unum, scilicet litteralem.
Y de este modo no existe confusión en las Escrituras, puesto que todos los sentidos se fundamentan en uno, el literal.

• El sentido espiritual, infuso por Dios en el hombre según la creencia cristiana, da un sentido religioso suplementario a los signos, dividido en tres tipos diferentes:
. El sentido alegórico, por el que es posible a los cristianos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; de esa manera el paso del mar Rojo simboliza la victoria de Cristo y el bautismo. (véase 1 Co 10:2).
. El sentido moral, por el cual los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducir a un obrar justo; su fin es la instrucción (1 Co 10, 11; véase Epístola a los hebreos 3-4,11).
. El sentido anagógico (o sentido místico) por el cual los santos pueden ver realidades y acontecimientos de una significación eterna, que conduce (en griego anagogue) a los cristianos hacia la patria celestial. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste. (véase Apocalipsis 21,1-22,5)

Romanticismo y Friedrich Schleiermacher

Después de permanecer recluida durante varios siglos en el ámbito de la teología, la hermenéutica se abrió en la época del romanticismo a todo tipo de textos escritos. En este contexto se sitúa Friedrich Schleiermacher (1768-1834), que ve en la tarea hermenéutica un proceso de reconstrucción del espíritu de nuestros antepasados. Así, Schleiermacher plantea un círculo hermenéutico para poder interpretar los textos, postula que la correcta interpretación debe tener una dimensión objetiva, relacionada con la construcción del contexto del autor, y otra subjetiva y adivinatoria, que consiste en trasladarse al lugar del autor. Para Schleiermacher la hermenéutica no es un saber teórico sino práctico, esto es, la praxis o la técnica de la buena interpretación de un texto hablado o escrito. Trátase ahí de la comprensión, que se volvió desde antaño un concepto fundamental y finalidad de toda cuestión hermenéutica. Schleiermacher define la hermenéutica como «reconstrucción histórica y adivinatoria, objetiva y subjetiva, de un discurso dado».

Historicismo diltheiano

Esta perspectiva influirá en la aparición del historicismo diltheiano. Wilhelm Dilthey (1833-1911) cree que toda manifestación espiritual humana, y no sólo los textos escritos, tiene que ser comprendida dentro del contexto histórico de su época. Si los acontecimientos de la naturaleza deben ser explicados, los acontecimientos históricos, los valores y la cultura deben ser comprendidos. Según Wilhelm Dilthey, estos dos métodos serían opuestos entre sí: explicación (propia de las ciencias naturales) y comprensión (propia de las ciencias del espíritu o ciencias humanas):

Esclarecemos por medio de procesos intelectuales, pero comprendemos por la cooperación de todas las fuerzas sentimentales en la aprehensión, por la inmersión de las fuerzas sentimentales en el objeto.
Wilhelm Dilthey fue el primero en formular la dualidad entre las «ciencias de la naturaleza» y las «ciencias del espíritu», que se distinguen respectivamente por el uso de un método analítico esclarecedor, una, y el uso de un procedimiento de compresión descriptiva, la otra. Comprensión y aprehensión de un significado y sentido es lo que se presenta a la comprensión como contenido. Sólo podemos determinar la compresión por el sentido y el sentido apenas por la comprensión. Toda comprensión es aprehensión de un sentido. Para Dilthey todo conocimiento de las ciencias del espíritu es una comprensión y un conocimiento histórico. Este conocimiento es posible porque la vida (el objeto de estudio de las ciencias del espíritu) genera estructuras, ya sean desde una obra pictórica a una literaria; entonces concede a la hermenéutica el papel de disciplina encargada de interpretar dichas estructuras, permitiendo el conocimiento en las ciencias del espíritu.

Martin Heidegger

Ya en el siglo XX, Martin Heidegger, en su análisis de la comprensión, afirma que, cualquiera que sea, presenta una «estructura circular»:

Toda interpretación, para producir comprensión, debe ya tener comprendido lo que va a interpretar.
Esta reciprocidad entre texto y contexto es parte de lo que Heidegger llama el círculo hermenéutico. Otro pensador central en el desarrollo de este concepto es el sociólogo Max Weber.

Heidegger introduce nuevos derroteros en la hermenéutica al dejar de considerarla únicamente como un modo de comprensión del espíritu de otras épocas y pensarla como el modo fundamental de situarse el ser humano en el mundo: existir es comprender. De esta forma, cambia el foco de la hermenéutica desde la interpretación a la comprensión existencial, la cual es tratada como un modo de ser en el mundo más directo, no-mediado -por lo tanto más auténtico- que simplemente como un «modo de conocer». Por ejemplo, sostuvo la necesidad de una «hermenéutica especial de la empatía» para disolver el clásico problema filosófico de las «otras mentes», poniendo el problema en el contexto del estar-con del modo de relacionarse humano. (A pesar de que el mismo Heidegger no completó este proyecto.)

Desde entonces su hermenéutica de la facticidad se convierte en una filosofía que identifica la verdad con una interpretación históricamente situada (Hans-Georg Gadamer).

Los seguidores de este enfoque sostienen que algunos textos y las personas que los producen no pueden ser estudiados por medio del uso de los mismos métodos científicos que son usados por las ciencias naturales, llegando a posturas parecidas a las del antipositivismo. Incluso, sostienen que esos textos son expresiones convencionalizadas de la experiencia del autor. Por lo tanto, la interpretación de aquellos textos revelará algo acerca del contexto social en el cual se formaron, y, más significativamente, proveerá al lector un medio para compartir las experiencias del autor. Por estas razones, la hermenéutica es considerada la escuela de pensamiento opuesta al positivismo.

Paul Ricoeur

Paul Ricoeur (Essais d’herméneutique, París: Seuil, 1969) supera en su aporte a las dos corrientes anteriores, y propone una «hermenéutica de la distancia», lo que hace que surja una interpretación es el hecho de que haya una distancia entre el emisor y el receptor. De esta hermenéutica surge una teoría cuyo paradigma es el texto, es decir, todo discurso fijado por la escritura. Al mismo tiempo este discurso sufre, una vez emitido, un desarraigamiento de la intención del autor y cobra independencia con respecto a él. El texto ahora se encuentra desligado del emisor, y es una realidad metamorfoseada en la cual el lector, al tomar la obra, se introduce. Pero esta misma realidad metamorfoseada propone un «yo», un «Dasein», que debe ser extraído por el lector en la tarea hermenéutica. Para Ricoeur interpretar es extraer el ser-en-el-mundo que se halla en el texto. De esta manera se propone estudiar el problema de la «apropiación del texto», es decir, de la aplicación del significado del texto a la vida del lector. La reelaboración del texto por parte del lector es uno de los ejes de la teoría de Paul Ricoeur.

Mauricio Beuchot

La propuesta de hermenéutica analógica hecha por Mauricio Beuchot surge a partir del Congreso Nacional de Filosofía, llevado a cabo en la ciudad de Cuernavaca (estado de Morelos, México), en 1993, sintetizada en su obra Tratado de hermenéutica analógica (1997). Influenciado por el filósofo argentino Enrique Dussel y el llamado método analéctico, para posteriormente retomar ideas de la analogía en Peirce, Mauricio Beuchot propone un proyecto hermenéutico denominado hermenéutica analógica o también hermenéutica analógico-icónica.

La hermenéutica analógica, basada en el concepto de analogía, se estructura como intermedia entre la univocidad y la equivocidad. La univocidad tiende a la identidad entre el significado y su aplicación, es una idea positivista y fuerte que pretende objetividad. Por ejemplo la hermenéutica de Emilio Betti. Mientras que la equivocidad es la diferencia del significado y de aplicación, tiende al relativismo y subjetivismo. Por ejemplo la filosofía de Richard Rorty. La hermenéutica analógica trata de evitar posturas extremas, abriendo el margen de las interpretaciones, jerarquizándolas de una manera ordenada de modo que exista una interpretación que sea el analogado principal y otras interpretaciones que sean analogados secundarios. Así se plantea como una postura moderada, que recupera la noción aristotélica de la frónesis, y puede plantearse como la interpretación de textos que permite una postura ni equivocista (lo que no es) ni univocista (lo que es), sino prudente en un punto medio.

Estructuras básicas de la comprensión

Estructura de horizonte: el contenido singular y aprendido en la totalidad de un contexto de sentido, que es preaprendido y coaprendido.
• Estructura circular:la comprensión se mueve en una dialéctica entre la precomprensión y la comprensión de la cosa, es un acontecimiento que progresa en forma de espiral, en la medida que un elemento presupone otro y al mismo tiempo hace como que va adelante.
• Estructura de diálogo: en el diálogo mantenemos nuestra comprensión abierta, para enriquecerla y corregirla.
• Estructura de mediación: la mediación se presenta y se manifiesta en todos los contenidos, pero se interpreta como comprensión en nuestro mundo y en nuestra historia.

Crítica bungeana a la hermenéutica

Para Mario Bunge, la hermenéutica filosófica se opone al estudio científico de la sociedad. En particular, desprecia la estadística social y los modelos matemáticos. Dado que considera lo social como si fuera espiritual, la hermenéutica desprecia los factores ambientales, los biológicos y los económicos, al mismo tiempo que rechaza abordar los hechos macrosociales, como la pobreza y la guerra. De este modo, la hermenéutica constituye un obstáculo a la investigación de las verdades acerca de la sociedad y, por tanto, de los fundamentos de las políticas sociales.

Discurso del Papa Francisco en el encuentro con los movimientos populares en Bolivia

El Papa Francisco pronunció en Bolivia un extenso discurso el 9 de julio de 2015 en el encuentro con los movimientos populares reunidos en Santa Cruz de la Sierra. A continuación el texto completo del mismo (las cursivas indican las palabras que improvisó el Santo Padre):

Hermanos, hermanas. Buenas tardes a todos.

Hace algunos meses nos reunimos en Roma y tengo presente ese primer encuentro nuestro. Durante este tiempo los he llevado en mi corazón y en mis oraciones. Me alegra verlos de nuevo aquí, debatiendo los mejores caminos para superar las graves situaciones de injusticia que sufren los excluidos en todo el mundo. Gracias Señor Presidente Evo Morales por acompañar tan decididamente este Encuentro.
Aquella vez en Roma sentí algo muy lindo: fraternidad, garra, entrega, sed de justicia. Hoy, en Santa Cruz de la Sierra, vuelvo a sentir lo mismo. Gracias por eso. También he sabido por medio del Pontificio Consejo Justicia y Paz que preside el Cardenal Turkson, que son muchos en la Iglesia los que se sienten más cercanos a los movimientos populares. ¡Me alegra tanto! Ver la Iglesia con las puertas abiertas a todos Ustedes, que se involucre, acompañe y logre sistematizar en cada diócesis, en cada Comisión de Justicia y Paz, una colaboración real, permanente y comprometida con los movimientos populares. Los invito a todos, Obispos, sacerdotes y laicos, junto a las organizaciones sociales de las periferias urbanas y rurales, a profundizar ese encuentro.
Dios permite que hoy nos veamos otra vez. La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de Ustedes: “Las famosas tres T”: tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra.

Primero de todo.

1. Empecemos reconociendo que necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propongo que nos hagamos estas preguntas:
– ¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?
– ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?
Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.
Ustedes –en sus cartas y en nuestros encuentros– me han relatado las múltiples exclusiones e injusticias que sufren en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio. Son tantas y tan diversas como tantas y diversas sus formas de enfrentarlas. Hay, sin embargo, un hilo invisible que une cada una de esas exclusiones, ¿podemos reconocerlo? Porque no se trata de cuestiones aisladas. Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?
Si esto es así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco.
Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero porque hoy la interdependencia planetaria requiere respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia.
Quisiera hoy reflexionar con Ustedes sobre el cambio que queremos y necesitamos. Saben que escribí recientemente sobre los problemas del cambio climático. Pero, esta vez, quiero hablar de un cambio en el otro sentido. Un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio –podríamos decir– redentor. Porque lo necesitamos.
Sé que Ustedes buscan un cambio y no sólo ustedes: en los distintos encuentros, en los distintos viajes he comprobado que existe una espera, una fuerte búsqueda, un anhelo de cambio en todos los Pueblos del mundo. Incluso dentro de esa minoría cada vez más reducida que cree beneficiarse con este sistema reina la insatisfacción y especialmente la tristeza. Muchos esperan un cambio que los libere de esa tristeza individualista que esclaviza.
El tiempo, hermanos, hermanas, el tiempo parece que se estuviera agotando; no alcanzó el pelearnos entre nosotros, sino que hasta nos ensañamos con nuestra casa. Hoy la comunidad científica acepta lo que hace, ya desde hace mucho tiempo denuncian los humildes: se están produciendo daños tal vez irreversibles en el ecosistema.
Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea llamaba «el estiércol del diablo». La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común.
No quiero extenderme describiendo los efectos malignos de esta sutil dictadura: ustedes los conocen. Tampoco basta con señalar las causas estructurales del drama social y ambiental contemporáneo. Sufrimos cierto exceso de diagnóstico que a veces nos lleva a un pesimismo charlatán o a regodearnos en lo negativo. Al ver la crónica negra de cada día, creemos que no hay nada que se puede hacer salvo cuidarse a uno mismo y al pequeño círculo de la familia y los afectos.
¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para sus problemas?
Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!

2. Ustedes son sembradores de cambio. Aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho: «proceso de cambio». El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir.
Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por «vivir bien». Dignamente, en ese sentido.
Ustedes, desde los movimientos populares, asumen las labores de siempre motivados por el amor fraterno que se revela contra la injusticia social. Cuando miramos el rostro de los que sufren, el rostro del campesino amenazado, del trabajador excluido, del indígena oprimido, de la familia sin techo, del migrante perseguido, del joven desocupado, del niño explotado, de la madre que perdió a su hijo en un tiroteo porque el barrio fue copado por el narcotráfico, del padre que perdió a su hija porque fue sometida a la esclavitud; cuando recordamos esos «rostros y esos nombres» se nos estremecen las entrañas frente a tanto dolor y nos conmovemos… Todos nos conmovemos, porque «hemos visto y oído», no la fría estadística sino las heridas de la humanidad doliente, nuestras heridas, nuestra carne. Eso es muy distinto a la teorización abstracta o la indignación elegante. Eso nos conmueve, nos mueve y buscamos al otro para movernos juntos. Esa emoción hecha acción comunitaria no se comprende únicamente con la razón: tiene un plus de sentido que sólo los pueblos entienden y que da su mística particular a los verdaderos movimientos populares.
Ustedes viven cada día, empapados, en el nudo de la tormenta humana. Me han hablado de sus causas, me han hecho parte de sus luchas ya desde Buenos Aires y yo se los agradezco. Ustedes, queridos hermanos, trabajan muchas veces en lo pequeño, en lo cercano, en la realidad injusta que se les impuso y a la que no se resignan, oponiendo una resistencia activa al sistema idolátrico que excluye, degrada y mata.
Los he visto trabajar incansablemente por la tierra y la agricultura campesina, por sus territorios y comunidades, por la dignificación de la economía popular, por la integración urbana de sus villas, por la autoconstrucción de viviendas y el desarrollo de infraestructura barrial, y en tantas actividades comunitarias que tienden a la reafirmación de algo tan elemental e innegablemente necesario como el derecho a «las tres T»: tierra, techo y trabajo.
Ese arraigo al barrio, a la tierra, al oficio, al gremio, ese reconocerse en el rostro del otro, esa proximidad del día a día, con sus miserias porque las hay, las tenemos y sus heroísmos cotidianos, es lo que permite ejercer el mandato del amor, no a partir de ideas o conceptos sino a partir del encuentro genuino entre personas, necesitamos instaurar esta cultura del encuentro porque ni los conceptos ni las ideas se aman; se aman las personas.
La entrega, la verdadera entrega surge del amor a hombres y mujeres, niños y ancianos, pueblos y comunidades… rostros y nombres que llenan el corazón. De esas semillas de esperanza sembradas pacientemente en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que lucha por subsistir en la oscuridad de la exclusión, crecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este mundo.
Veo con alegría que ustedes trabajan en lo cercano, cuidando los brotes; pero, a la vez, con una perspectiva más amplia, protegiendo la arboleda. Trabajan en una perspectiva que no sólo aborda la realidad sectorial que cada uno de ustedes representa y a la que felizmente está arraigado, sino que también buscan resolver de raíz los problemas generales de pobreza, desigualdad y exclusión.
Los felicito por eso. Es imprescindible que, junto a la reivindicación de sus legítimos derechos, los Pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Ustedes son sembradores del cambio. Que Dios les dé coraje, alegría, perseverancia y pasión para seguir sembrando. Tengan la certeza que tarde o temprano vamos de ver los frutos.
A los dirigentes les pido: sean creativos y nunca pierdan el arraigo a lo cercano, porque el padre de la mentira sabe usurpar palabras nobles, promover modas intelectuales y adoptar poses ideológicas, pero si ustedes construyen sobre bases sólidas, sobre las necesidades reales y la experiencia viva de sus hermanos, de los campesinos e indígenas, de los trabajadores excluidos y las familias marginadas, seguramente no se van a equivocar.
La Iglesia no puede ni debe ser ajena a este proceso en el anuncio del Evangelio. Muchos sacerdotes y agentes pastorales cumplen una enorme tarea acompañando y promoviendo a los excluidos en todo el mundo, junto a cooperativas, impulsando emprendimientos, construyendo viviendas, trabajando abnegadamente en los campos de la salud, el deporte y la educación. Estoy convencido que la colaboración respetuosa con los movimientos populares puede potenciar estos esfuerzos y fortalecer los procesos de cambio.
Y tengamos siempre presente en el corazón a la Virgen María, una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio, una madre sin techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pañales y una montaña de ternura. María es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Yo rezo a la virgen tan venerada por el pueblo boliviano para que permita que este Encuentro nuestro sea fermento de cambio. El cura habla largo parece ¿no? Nooo (responden todos).

3. Por último quisiera que pensemos juntos algunas tareas importantes para este momento histórico, porque queremos un cambio positivo para el bien de todos nuestros hermanos y hermanas, eso lo sabemos. Queremos un cambio que se enriquezca con el trabajo mancomunado de los gobiernos, los movimientos populares y otras fuerzas sociales, eso también lo sabemos. Pero no es tan fácil definir el contenido del cambio, podría decirse, el programa social que refleje este proyecto de fraternidad y justicia que esperamos, no es fácil de definir.
En ese sentido, no esperen de este Papa una receta. Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones a los problemas contemporáneos. Me atrevería a decir que no existe una receta. La historia la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan buscando su propio camino y respetando los valores que Dios puso en el corazón.
Quisiera, sin embargo, proponer tres grandes tareas que requieren el decisivo aporte del conjunto de los movimientos populares:

3.1. La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre Tierra.
La economía no debería ser un mecanismo de acumulación sino la adecuada administración de la casa común. Eso implica cuidar celosamente la casa y distribuir adecuadamente los bienes entre todos. Su objeto no es únicamente asegurar la comida o un “decoroso sustento”. Ni siquiera, aunque ya sería un gran paso, garantizar el acceso a «las tres T» por las que ustedes luchan. Una economía verdaderamente comunitaria, podría decir, una economía de inspiración cristiana, debe garantizar a los pueblos dignidad «prosperidad sin exceptuar bien alguno» (1) Esta última frase la dijo el Papa Juan XXIII hace 50 años. Jesús dice en el evangelio que aquel que le dé espontáneamente un vaso de agua cuando tiene sed será acogido en el reino de los cielos. Esto implica «las tres T» pero también acceso a la educación, la salud, la innovación, las manifestaciones artísticas y culturales, la comunicación, el deporte y la recreación.
Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza, estructura todo el sistema de producción y distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren un cauce adecuado en el ser social. Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: «vivir bien». Que no es lo mismo que ver pasar la vida.
Esta economía no es sólo deseable y necesaria sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficientes para el desarrollo integral de «todos los hombres y de todo el hombre». (2)
El problema, en cambio, es otro. Existe un sistema con otros objetivos. Un sistema que además de acelerar irresponsablemente los ritmos de la producción, además de implementar métodos en la industria y la agricultura que dañan la Madre Tierra en aras de la «productividad», sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales. Ese sistema atenta contra el proyecto de Jesús. Contra la Buena Noticia que trajo Jesús.
La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aún más fuerte: es un mandamiento. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece.
El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando lo pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras, coyunturales. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: ésa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario.
Y en este camino, los movimientos populares tienen un rol esencial, no sólo exigiendo y reclamando, sino fundamentalmente creando. Ustedes son poetas sociales: creadores de trabajo, constructores de viviendas, productores de alimentos, sobre todo para los descartados por el mercado mundial.
He conocido de cerca distintas experiencias donde los trabajadores unidos en cooperativas y otras formas de organización comunitaria lograron crear trabajo donde sólo había sobras de la economía idolátrica y vi que algunos están aquí. Las empresas recuperadas, las ferias francas y las cooperativas de cartoneros son ejemplos de esa economía popular que surge de la exclusión y, de a poquito, con esfuerzo y paciencia, adopta formas solidarias que la dignifican. ¡Y qué distinto es eso a que los descartados por el mercado formal sean explotados como esclavos!
Los gobiernos que asumen como propia la tarea de poner la economía al servicio de los pueblos deben promover el fortalecimiento, mejoramiento, coordinación y expansión de estas formas de economía popular y producción comunitaria.
Esto implica mejorar los procesos de trabajo, proveer infraestructura adecuada y garantizar plenos derechos a los trabajadores de este sector alternativo. Cuando Estado y organizaciones sociales asumen juntos la misión de «las tres T» se activan los principios de solidaridad y subsidiariedad que permiten edificar el bien común en una democracia plena y participativa.

3.2. La segunda tarea, eran 3, es unir nuestros Pueblos en el camino de la paz y la justicia.

Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados.
Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia» (3)
Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena.
En estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la Región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros Padres de antaño, llaman la «Patria Grande». Les pido a ustedes, hermanos y hermanas de los movimientos populares, que cuiden y acrecienten esa unidad. Mantener la unidad frente a todo intento de división es necesario para que la región crezca en paz y justicia.
A pesar de estos avances, todavía subsisten factores que atentan contra este desarrollo humano equitativo y coartan la soberanía de los países de la «Patria Grande» y otras latitudes del planeta. El nuevo colonialismo adopta diversa fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados «de libres comercio» y la imposición de medidas de «austeridad» que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres.
Los obispos latinoamericanos lo denunciamos con total claridad en el documento de Aparecida cuando afirman que «las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones». Hasta aquí la cita. (4) En otras ocasiones, bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo –graves males de nuestros tiempos que requieren una acción internacional coordinada– vemos que se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esas problemáticas y muchas veces empeora las cosas.
Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico. Como dicen los Obispos de África, muchas veces se pretende convertir a los países pobres en «piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco». (5)
Hay que reconocer que ninguno de los graves problemas de la humanidad se puede resolver sin interacción entre los Estados y los pueblos a nivel internacional. Todo acto de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en todo en términos económicos, ecológicos, sociales y culturales. Hasta el crimen y la violencia se han globalizado. Por ello ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común.
Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia, es decir, nuestra sana interdependencia. Pero interacción no es sinónimo de imposición, no es subordinación de unos en función de los intereses de otros. El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano… precisamente porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral. Y eso hermanos es inequidad y la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener.
Digamos NO entonces a las viejas y nuevas formas de colonialismo. Digamos SÍ al encuentro entre pueblos y culturas. Felices los que trabajan por la paz.
Y aquí quiero detenerme en un tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que «cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia». Les digo, con pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM El Consejo Episcopal Latinoamericano y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II pido que la Iglesia y cito lo que dijo Él «se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos» (6). Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América.
Y junto a este pedido de perdón y para ser justos también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. Hubo pecado y abundante, pero no pedimos perdón y por eso pido perdón, pero allí también donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres de esos pueblos originarios. También les pido a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos Obispos, sacerdotes y laicos que predicaron y predican la buena noticia de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y en paz; No me quiero olvidar de las monjitas que anónimamente van a los barrios pobres llevando un mensaje de paz y dignidad, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando a los propios movimientos populares incluso hasta el martirio.
La Iglesia, sus hijos e hijas, son una parte de la identidad de los pueblos en Latinoamérica. Identidad que tanto aquí como en otros países algunos poderes se empeñan en borrar, tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero. Hoy vemos con espanto cómo en Medio Oriente y otros lugares del mundo se persigue, se tortura, se asesina a muchos hermanos nuestros por su fe en Jesús. Eso también debemos denunciarlo: dentro de esta tercera guerra mundial en cuotas que estamos viviendo, hay una especie de -fuerzo la palabra- genocidio en marcha que debe cesar.
A los hermanos y hermanas del movimiento indígena latinoamericano, déjenme transmitirle mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso que yo llamo poliedro, una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas la pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos enriquece y nos fortalece a todos.

3. 3. Y la tercera tarea, tal vez la más importante que debemos asumir hoy, es defender la Madre Tierra.

La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave. Vemos con decepción creciente como se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante. Existe un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar que no se está cumpliendo. No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no universales– se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen destruyendo la creación.
Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizarse, a exigir –pacífica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas. Yo les pido, en nombre de Dios, que defiendan a la Madre Tierra. Sobre éste tema me he expresado debidamente en la Carta Encíclica Laudato si’ que creo que les será dada al finalizar. Tengo dos páginas y media en esta cita, pero (como resumen basta (verificar y falta)

4. Para finalizar, quisiera decirles nuevamente: el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio. Los acompaño. Y cada uno Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez.
Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la esperanza, y una cosa importante la esperanza que no defrauda, gracias.
Y, por favor, les pido que recen por mí. Y si alguno de ustedes no puede rezar, con todo respeto, les pido que me piense bien y me mande buena onda.
________________________
(1) Juan XXIII, Carta enc. Mater et Magistra (15 mayo 1961), 3: AAS 53 (1961), 402.
(2) Pablo VI, Carta enc. Popolorum progressio, n. 14.
(3) Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 157.
(4) V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (2007), Documento Conclusivo, Aparecida, 66
(5) Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Ecclesia in Africa (14 septiembre 1995), 52: AAS 88 (1996), 32-33; Id., Cart enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 22: AAS 80 (1988), 539.
(6) Juan Pablo II, Bula Incarnationis mysterium, 11.

ACI Prensa

Las ideologías enferman, matan y piensan por el pueblo, advierte Papa Francisco

Por Eduardo Berdejo

ASUNCION, 11 Jul. 15 / 07:19 pm (ACI/EWTN Noticias).- “Las ideologías terminan mal, no sirven”, advirtió este sábado 11 de julio de 2015 el Papa Francisco a los representantes de la sociedad civil paraguaya, con las que se encontró en el estadio León Coundou y a quienes dijo que “no sirve” hacer “una mirada ideológica” de los pobres, porque terminan siendo instrumentalizados “a favor de otros intereses políticos o personales” en perjuicio de su dignidad humana.

“Las ideologías tienen una relación, o incompleta, o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo”, señaló Francisco, y recordó que en el siglo pasado las ideologías siempre terminaron “en dictaduras”. Dicen que “piensan por el pueblo”, pero en realidad “no lo dejan pensar”, indicó el Papa.

En el estadio León Coundou estuvieron presentes más de 2.000 personas, entre líderes políticos, autoridades locales, artistas, representantes deportivos, dirigentes de organizaciones sindicales, campesinas e indígenas. También asistió el presidente Horacio Cartes.

Luego de la ceremonia de bienvenida, el Santo Padre escuchó atentamente los testimonios de algunos representantes locales que dieron su parecer sobre la realidad del país.

Francisco respondió cada una de estas inquietudes, entre estas una que se refirió a cómo “acoger el clamor de los pobres para construir una sociedad más inclusiva”.

“Un aspecto fundamental para promover a los pobres está en el modo en que los vemos”, indicó el Papa a los más de 2.000 representantes. El Santo Padre señaló que “no sirve una mirada ideológica que termina usando a los pobres al servicio de otros intereses políticos o personales”, sino que “para buscar efectivamente su bien, lo primero es tener una verdadera preocupación por su persona, valorarlos en su bondad propia”.

Francisco también dijo que uno debe estar dispuesto a aprender de los pobres, porque “tienen mucho que enseñarnos en humanidad, en bondad, en sacrificio, en solidaridad”.

Además, los cristianos tenemos “un motivo mayor para amar y servir a los pobres: Porque en ellos vemos el rostro y la carne de Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.

En ese sentido, el Papa indicó que cuando se da limosna, se debe mirar a los ojos del pobre, tocando su mano, porque desviar la mirada “es despreciar al pobre”.

Crecimiento económico y corrupción

En su discurso, Francisco dijo que el crecimiento económico debe incluir a todos y que la creación de riqueza “debe estar siempre en función del bien común, de todos y no de unos pocos. Y en esto hay que ser muy claros”.

“Las personas cuya vocación es ayudar al desarrollo económico tienen la tarea de velar para que este siempre tenga rostro humano. El desarrollo económico tiene que tener rostro humano, ¡no a la economía sin rostro! En sus manos está la posibilidad de ofrecer un trabajo a muchas personas y dar así una esperanza a tantas familias”, afirmó.

Francisco recordó el papel de las reducciones jesuíticas en el Paraguay, iniciadas en el siglo XVII y que fue “una de las experiencias de evangelización y organización social más interesantes de la historia”.

“En ellas, el Evangelio fue alma y vida de comunidades donde no había hambre, no había desocupación, ni analfabetismo, ni opresión. Esta experiencia histórica nos enseña que una sociedad más humana también hoy es posible. Ustedes la vivieron en sus países acá, es posible”, afirmó.

En el encuentro el Santo Padre también condenó el chantaje, que es una forma de corrupción. “La corrupción es la gangrena de un pueblo”, denunció.

En su discurso, el Papa se dirigió de manera fraternal al presidente Cartes y a los políticos y recordó que al entrar al auditorio “alguien me dijo, ‘mire, fulano de tal está secuestrado por el ejército, hago algo’”. En ese momento, desde las tribunas corearon el nombre del suboficial Edelio Morínigo, secuestrado hace más de un año por el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), grupo terrorista de ideología marxista-leninista.

“Yo no digo si es verdad, si no es verdad, si es justo, si no es justo, pero uno de los métodos que tenían las ideologías dictatoriales del siglo pasado a las que me refería hace un rato era apartar a la gente, o con el exilio o con la prisión o, en el caso de los campos de exterminio nazis o estalinistas, la apartaban con la muerte”.

“Para que haya una verdadera cultura en un pueblo, una cultura política y de bien común, rápido juicios claros, juicios nítidos. Y no, no sirve otro tipo de estratagemas. La justicia es nítida, clara, eso nos va a ayudar a todos”, indicó.

Para concluir, Francisco afirmó que había sido “una gran alegría ver la cantidad y variedad de asociaciones que están comprometidas en la construcción de un Paraguay cada vez mejor y próspero. Pero si no dialogan, no sirve para nada, si chantajean, no sirve para nada”.

Hablen “y busquen caminos de solución. Amen a su Patria, a sus conciudadanos y, sobre todo, amen a los más pobres. Así serán ante el mundo un testimonio de que otro modelo de desarrollo es posible”, aconsejó finalmente Francisco, quien encomendó a los dirigentes a la Virgen de Caacupé.

El discurso completo se encuentra en https://www.aciprensa.com/noticias/video-y-texto-discurso-del-papa-a-los-representantes-de-la-sociedad-civil-de-paraguay-11059/

Las siete claves para el diálogo social propuestas por el Papa Francisco en Paraguay

El Papa Francisco tuvo este sábado 11 de julio de 2015 un encuentro con los representantes de la sociedad civil paraguaya y en su discurso los invitó a superar los conflictos a través del diálogo, para el cual deben tener presente las siguientes claves:

1. El diálogo no es fácil

Para dialogar se debe decir lo que se piensa y siente, porque si vas “ajustando lo que vas pensando”, el diálogo no sirve, “es una pinturita”. “Hay que superar muchas dificultades y a veces parece que nosotros empecinamos en hacer las cosas más difíciles todavía”.

2. Para que haya diálogo es necesaria una base fundamental

“Para que haya diálogo es necesaria una base fundamental. Una identidad. Por ejemplo yo pienso en el diálogo interreligioso, donde representantes de las diversas religiones hablamos. Nos reunimos a veces para hablar diversos puntos de vista, pero cada uno habla desde su identidad: ‘yo soy budista, yo soy evangélico, yo soy ortodoxo, yo soy católico’; pero cado uno dice su identidad, no negocia su identidad (…). ¿Y cuál es la identidad en un país? Estamos hablando de un diálogo social: el amor a la Patria. La Patria primero, después mi negocio. Esa es la identidad. Yo desde esa identidad voy a dialogar. Si yo voy a dialogar sin esa identidad, el diálogo no sirve.

3. El diálogo exige buscar ‘la cultura del encuentro’

“El diálogo presupone, nos exige buscar esa cultura del encuentro. Un encuentro que sabe reconocer que la diversidad no solo es buena: es necesaria. La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad, por lo que el punto de partida no puede ser ‘voy a dialogar, pero aquel está equivocado’. No, no podemos presumir que el otro está equivocado”.

4. El diálogo es para el bien común

“El diálogo es para el bien común y el bien común se busca desde nuestras diferencias, dándole posibilidad siempre a nuevas alternativas; es decir buscar algo nuevo”.

5. Dialogar no es negociar

“Dialogar no es negociar. Negociar es procurar sacar ‘la propia tajada’ (…). Si vas con esa intención no pierdas tiempo”. “Es pensar una mejor solución para todos. Muchas veces esta cultura del encuentro se ve envuelta en el conflicto (…) y es lógico y esperable porque si yo pienso de una manera y vos de otra, y así vamos andando, se va crear un conflicto. No le tenemos que temer, no tenemos que ignorar el conflicto; por el contrario, somos invitados a asumir el conflicto. Si no asumimos el conflicto (…), no podemos dialogar nunca.

6. La unidad es superior al conflicto

“Esto significa: ‘Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en un eslabón de un nuevo proceso’. Vamos a dialogar, hay conflicto, lo asumo, lo resuelvo y es un eslabón de un nuevo proceso. Hay un principio que nos tiene que ayudar mucho. La ‘unidad es superior al conflicto’. El conflicto existe, hay que asumirlo, hay que procurar resolverlo hasta donde se pueda, pero con miras a lograr una unidad; pero no es uniformidad, sino es una unidad en la diversidad”.

7. La base del encuentro: Somos hermanos, hijos de Dios

“Una unidad que no rompe las diferencias, sino que las vive en comunión por medio de la solidaridad y la comprensión. Al tratar de entender las razones del otro, al tratar de escuchar su experiencia, sus anhelos, podremos ver que en gran parte son aspiraciones comunes. Y esta es la base del encuentro: todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre celestial, y cada uno con su cultura, su lengua, sus tradiciones, tiene mucho que aportar a la comunidad».

El discurso completo se encuentra en https://www.aciprensa.com/noticias/video-y-texto-discurso-del-papa-a-los-representantes-de-la-sociedad-civil-de-paraguay-11059/

ACI Prensa