Activar es una iniciativa que implementará un modelo de formación innovador para que los jóvenes, por medio de la realidad virtual, adquieran conocimientos en un entorno similar al de la vida real, sin la necesidad de invertir en equipos o laboratorios costosos. La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), la Universidad de Tecnología y Educación de Corea (KoreaTech) y el Banco Mundial, impulsan el fortalecimiento de la educación técnica y tecnológica que vive el país. En este marco, el Instituto Tecnológico Superior Tsáchila fue premiado como uno de los ganadores del programa piloto de realidad virtual Activar. El otro ganador es el Instituto Cotopaxi.
Los institutos Cotopaxi y Tsáchila recibirán asesoría en uso de tecnología de realidad virtual para la formación de estudiantes; desarrollo de módulos de aprendizaje y software; capacitación a docentes formadores; y, equipamiento de sus laboratorios.
Nelson Gutiérrez, representante del Banco Mundial, resaltó que la tecnología y la innovación logran cambios en las estructuras educativas; y, que implementar módulos virtuales e innovadores es un paso necesario al momento de responder a las demandas de los jóvenes, en la actualidad.
Además, señaló que para generar nuevas soluciones para la industria, la sociedad ecuatoriana, e incluso, para contribuir a la capacitación de docentes y estudiantes, es indispensable enlazarse con los desafíos tecnológicos. En esta línea, resaltó que la inversión en el capital humano es fundamental y que propuestas como Activar permiten mitigar los gastos, sin perder la calidad, sino al contrario, manteniendo a los institutos en la vanguardia de los cambios.
El concurso
Para elegir a los ganadores, se efectuó una convocatoria a nivel nacional, en la que los institutos superiores técnicos y tecnológicos públicos interesados debían remitir una propuesta de cómo aprovechar los recursos virtuales. Se presentaron 16 propuestas.
Los institutos superiores del Azuay, Central Técnico, Cotopaxi, El Oro y Tsáchila fueron finalistas y debieron exponer a un Comité evaluador su plan en torno al aprovechamiento tecnológico, optimización de recursos, enseñanza-aprendizaje, producción, rentabilidad, capacidad de réplica, liderazgo institucional, entre otros.
De ese proceso, los institutos Cotopaxi y Tsáchila resultaron ganadores.
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